martes, 1 de julio de 2008

PARADISSO 2.0

Era la primera vez que montaba en un cacharro de esos. Son increíbles. Todos esos botoncillos, esas palanquillas y esas lucecillas… Es como estar en una de esas películas de ciencia ficción de los años setenta.

-En breves momentos aterrizaremos en la base lunar de Paradisso 2.0. Por favor, permenezcan sentados y con sus cinturones de seguridad abrochados hasta que la nave se detenga por completo.- dijo una suave voz femenina por la megafonía de la nave.

¡Ya estaba cerca! Nunca pensé que acabaría viniendo, pero la verdad es que encontrar trabajo en la Tierra era cada vez más complicado y, cundo lo encontrabas, los sueldos eran tan míseros que rara era la vez que llegabas a fin de mes sin sufrir lo insufrible.

Hubo un ligero meneo de la nave. Sonó un “¡ping!” y se apagaron unas lucecillas en el techo del transbordador.

-Bienvenidos a Paradisso 2.0, capital del Estado Lunar. La hora local es de las 12:05 del mediodía, la temperatura exterior es de -158ºC y disfrutamos de un sol excelente típico de esta cara de la Luna. Esperamos que el viaje haya sido de su agrado y deseamos volver a verle a bordo. En nombre de toda la tripulación de la nave les deseamos una buena estancia en Paradisso 2.0.

Me habían hablado mucho de la Luna y nunca pensé que finalmente viajaría aquí en busca de una vida mejor.
Salimos por la puerta delantera y avanzamos por un pasillo hasta llegar a una Terminal donde recogimos nuestras maletas. Luego una azafata de muy buen ver nos guió hasta un trenecillo que nos llevaría a la ciudad en sí. Me senté en un sitio con ventana. Al salir de la Terminal, el tren circuló por un túnel de cristal en la superficie lunar.
Quedé absolutamente asombrado al ver ese desierto gris tan inmenso. Era sobrecogedor. Solo se veía arena gris, rocas grises, cráteres grises y, en el horizonte, montañas grises. Aquí el cielo era totalmente negro y, aunque pegaba un sol de justicia, se podían ver más estrellas de las que jamás había visto. Alucinante pensé. Absolutamente alucinante.
El tren empezó a girar bordeando una montaña en forma de trapecio y, como no, gris. Detrás de la montaña, de forma repentina, apareció majestuosa, una semiesfera de cristal de un tamaño titánico que albergaba en su interior una modernísima ciudad de color gris metálico y blanco, con numerosos rascacielos con luces de todos los colores imaginables en sus vértices… Paradisso 2.0.
Era como uno de esos souvenir a los que das la vuelta y nieva sobre una pequeña Torre Eiffel o Big Ben pero de dimensiones absolutamente sobrecogedoras.
A medida que se iba acercando el tren a la gran burbuja de cristal pude diferenciar una primera fila de edificios blancos en forma de iglú con pequeños huertos a sus lados. Sin duda esta era la zona residencial. Había oído que en la Luna el problema de abastecimiento de comida se había solucionado con cultivos urbanos en los jardines personales de los residentes. Pasradisso 2.0 era autosuficiente.¡Viva la Luna!
Detrás de estos edificios bajos, otros bastante más altos en forma de pirámide con múltiples ventanas en todas sus caras y luces fluorescentes en sus esquinas. Los talleres lunares.¡Cuánto había oído hablar de ellos!
Detrás de éstos se levantaban otros edificios de entre unos treinta y cincuenta pisos, unos blancos y otros de cristal. Los blancos no tenían paredes entre piso y piso. Parecían más bien los esqueletos de rascacielos. Entre piso y piso pude diferenciar el color verde. Esto se debería al cultivo de las planta madereras, ornamentales y comestibles que me habían contado que cultivaban también,¡seguro! Las de cristal dejaban ver en su interior la infraestructura de lo sería un invernadero en la Tierra. No dejaba de alucinar. Todos estos edificios con sus correspondientes luces multicolor en sus vértices.
A sus espaldas se erguían majestuosos unos altísimos rascacielos de muy diversas formas. El más habitual era el de platillo volante gris sujetado por un gran cilindro del mismo color cubierto de ventanas y luces en toda su superficie. Estaba también el de forma de chupa-chups, el de forma de vela de barco, llama de fuego, gota de agua, palmera, orquídea y petaca. Todas con sus luces psicodélicas, ventanas gigantes, pinturas brillantes y un aura eléctrico a su alrededor que les hacía parecer edificios divinos. Este sería el centro neurálgico de la ciudad. El complejo administrativo, económico y comercial de Paradisso 2.0.

Cuanto más se acercaba el pequeño convoy a la gran burbuja pude ver diversos carteles publicitarios llenos de neones de colorines y pantallas de plasma por varias zonas. Incluso pude distinguir anuncios donde salían personas vestidas con ese estilo tan de moda ahora en la Tierra:
poca ropa, ésta de colores blanco, azul y rojo, con cortes angulosos pero serenos. Grandes lazos o capas de color azul eléctrico a las espaldas y sombreros, gorras y peinados también angulosos y también azules. Esto si que era estilo y no su imitación en la Tierra.¡No podía esperar para comprarme mi primer conjunto!
Pero lo primero era conseguir casa y trabajo. Esto no iba a ser un problema ya que me habían informado que en Paradisso 2.0 había empleo total y que todos sus habitantes recibían una casa-huerto como parte de su sueldo. Esto sonaba totalmente como el paraíso. Una nueva vida en el paraíso, el sueño de cualquier persona de la Tierra. Y allí iba yo…

Todo habría sido perfecto. Yo habría sido un buen lunático. Habría sido feliz. Muy feliz.
Es terrible haber tenido la felicidad tan cerca y no disfrutarla. Me han puesto la miel en los labios, pero no estoy rabioso. La falta de oxígeno no me permite sentir rabia.
Los niños y los ancianos ya han caído. Solo quedamos unos pocos infelices demasiado agotados como para movernos ni tan siquiera para hablar. Solo nos acompañan nuestros pensamientos mientras nos asfixiamos en este minúsculo vagón de tren descarrilado postrado en la inmensidad del desierto gris frente a Paradisso 2.0.
Al menos puedo decir que la vista es maravillosa…

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