martes, 1 de julio de 2008

BENITO SCOLARI

En el mundo del vicio, la perversión y el crimen organizado Benito Scolari no tenía igual. Los demás capos mafiosos de la nación no le hacían sombra y le respetaban por diversas razones. Había conseguido una especie de paz entre bandas y organizado el mundo criminal de tal forma que todas las bandas se llevaban su parte, por eso muchos de sus antiguos enemigos encarnizados ahora redían culto a Don Benito.

Pero Don Benito había muerto y el mundo paralelo de las mafias se vio conmocionado. Los Jefes de las demás bandas se vieron en una tesitura difícil: con Don Benito muerto, ¿quién mantendría la paz, la unión y el respeto entre camaradas criminales?

Quizás la respuesta fuera Fionna Marcesani, viuda del fallecido Don Benito. Conocida como La Artificiera por las bombas que hizo explotar matando a varios representantes del antiguo gobierno de Mussolini , allá en los años de la dictadura.
Se había convertido en madre de los hijos de Don Benito, cocinera personal de Don Benito, y asesora criminal de su banda.
Muchos le atribuían los logros de Don Benito, pero muchos le culpaban por su muerte.
Versión oficial de su muerte: mala caída patinando sobre hielo… Cuanto menos, sospechoso.

La situación que se planteaba era la siguiente:
Cinco y veinte de la tarde. Se había preparado una gran recepción en la mansión de la familia Scolari para rendir los últimos respetos al capo más pacífico, unificador y respetado que jamás hubiese pisado la nación.
Todos los demás jefes habían venido con sus mujeres e hijos para demostrar el verdadero respeto que sentían por el gran Benito Scolari.
Su cuerpo, vestido con un traje blanco tumbado en un ataúd también blanco(lo cual le daba un aspecto divino) al frente de una gran sala de la mansión, que usaba regularmente para sus estilosas fiestas y cocktails que nunca más disfrutaría.
Fionna, la viuda artificiera, vestida de negro al pie del ataúd hablaba silenciosamente con el cadáver…


-Benito… Benito, Benito…
No es justo Benito.
Éste no era el plan Benito. Te has adelantado al plan estúpido patán.
Con todo lo que hemos construido con sudor, sangre, tiempo y paciencia.
La gente te respetaba. Te creían y hasta te querían. Esa gente realmente pensaba que eras su dios.
Todos ya me conocían y muchos me habían empezado a respetar. Me habían empezado a considerar su reina así como tú eras su rey. ¡Pero no todos, y muchos no es suficiente!
Solo te pedía tiempo Benito. Tiempo en que habrías vivido feliz, habrías comido bien y todo hubiera sido como hubieras querido. Habría sido como vivir en el paraíso, amado…

Con el tiempo habrías caído enfermo y ningún médico hubiera sabido qué tenías, solo que era grave y terminal.
Te habrían dado seis meses de vida en los que te habrías dedicado a organizarlo todo perfectamente para tu sucesión.
Es aquí cuando, gracias a tus palabras, yo hubiera ganado popularidad, respeto y confianza. Todos te creen a ti Benito querido.
Después de seis meses habrías muerto con una sonrisa en la cara y en la cama, una muerte de lo más dulce, sabiendo con seguridad que el castillo de naipes que habías construido con tanto esfuerzo no se desplomaba irremediablemente sino que, gracias a tu amada esposa, Fionna Marcesani, tu imperio seguiría en pie.
Pero noooo, no podía ser así… Estornudaste y cayeron todos los naipes uno a uno y amontonados en la mesa quedaron las barajas que habías utilizado, las barajas que los dos habíamos utilizado.
¡Teníamos que rememorar tu infancia en el dichoso lago donde patinabas de niño! ¡Lo que nunca me dijiste era que nunca habías aprendido a patinar estúpido patán!
Diez segundos duraste recordando tu infancia:
Allá voy, a ver si me acuerdo de esto, mírame soy una bailarina olímpica fueron tus últimas y patéticas palabras…
¿Ahora qué, inútil? ¿Qué voy a hacer? Nunca me aceptarán como te aceptaron a ti, como controlador todopoderoso de las bandas criminales de la nación. Incluso hay muchos de ellos que realmente piensan que yo te maté. Seguro que los muy estúpidos nunca lo hubieran sospechado si todo hubiese sido como planeado y si te hubiese matado, querido. Esos estúpidos cabeza huecas no soportarían que una mujer les mandase, así, tan de repente.

¡Solo hacía falta tiempo Benito, solo insignificante tiempo, de lo que hasta el más pobre de entre los pobres dispone!
No me dejas otra opción esposo mío…
Nunca me ha gustado improvisar, me gusta la buena organización, como a ti, pero la reina del crimen ha de saber de todo y creo que te lo voy a demostrar.

Francesco, Rino, Giussepe, Marcello… Han venido todos…
Han venido todos amado. Todos te respetan tanto que como muestra han venido con sus mujeres e hijos. Esto representa el poder que tenías; el poder que tendré…

Se acerca el momento Benito…

En exactamente dos minutos y medio me iré apenada de este lugar y cogeré un coche para alejarme de mi pasado rumbo a un futuro mejor como la reina todopoderosa del imperio Scolari.
En exactamente cinco minutos y medio el temporizador que llevas en el bolsillo del pantalón accionará una chispa que reaccionará con los 40kg de Trinitrotolueno que hay embutidos en tu cuerpo sustituyendo tus órganos blandos, y saltaras por los aires, llevándote contigo al cielo a todos tus amígueles y a sus familias.

La verdad es que es un plan perfecto; y me has quedado muy bien… Soy una artista. No puedo negarte que hoy, Benito mío, estás más guapo que nunca.
En fin Benito, éste es nuestro adiós. Todo podría haber sido diferente y más fácil pero que se le va a hacer, la vida está llena de improvistos.
Solo espero que ahí arriba patines como una verdadera bailarina olímpica y todos te alaben…

Es la hora…

¡Ah! ¡Y no te confundas Benito mío! ¡yo siempre te he querido y siempre te querré…!
¡Ciao amore!


D.G.F.

No hay comentarios: