miércoles, 9 de julio de 2008

Mal entendido

Por Carla Lopresti

Son las doce y media de la mañana y las persianas no dejan entrar aún el sol radiante que ilumina el día. En la oscura habitación, una mesa negra, sobre la mesa negra, una taza de café ya frío y al lado de la taza, un teléfono. Al lado del teléfono, el Gordo, esperando impaciente a que éste suene.
Ring ring. ¿Si? Soy yo Gordo, ya lo tengo. ¡Por fin! ¿Te vio alguien? Bueno, era un poco difícil que no me viera nadie. ¡Pero te dije que fueras discreto! ¿Qué pasó? Nada, no pasó nada, no te alterés por favor. ¿Cómo no voy a alterarme? ¿Qué pasó? Nada, tototodo salió como lo habíamos planeado, sasalvo que algunas personas me vieron. ¡Pero no te entiendo! ¿Qué es lo que no entendés Gordo? No meme grites. Sabía que no podrías hacerlo solo. Pero es mi culpa, no debí haberte encargado tal tarea a vos, ¡inútil! Gordo, no me digas inútil por favor. Que los dos últimos encargos no me hayan salido del todo bien no significa que en éste la haya cagado también. Si me estás diciendo que te han visto es porque te has vuelto a equivocar, ¡inepto! No te preocupes Gordo, está todo bajo control. No me llamés así por favor te lo pido. Soy torpe pero no tanto. Bueno, supongo que tendrás razón, contame. ¿Cómo es? Y, bubueno, qué se yo. ¡Cómo qué se yo! ¡Aunque sea decime si te gusta! ¿Y, qué te puedo decir? ¡Cómo qué me podés decir! ¡Si te gusta o no! Me estás gritando otra vez Gordo. ¿Cómo no te voy a gritar si me ponés de la nuca? Siempre me decís lo mismo Gordo. ¿Y qué querés que te diga si das mil vueltas y no me decís nada? ¡Seguro que la volviste a cagar! Pero Gordo, ¿qué querés que te diga si me preguntás si me gusta o no? ¡Yo qué sé! ¿Cómo yo que sé? ¡Escuchame, llevamos planeando esto hace meses y ahora venís vos y me decís que no sabés si te gusta o no! ¡Es el más grande y el más caro de Latinoamérica! Gordo, no tete pongás así, gragrannde sí que es, pero caro, no estoy muy seguro. ¿Qué tan grande es? Y, medirá más o menos metro ochenta, pero parece más de clase media baja. ¡¿Qué?! ¿De qué me estás hablando? Gordo no te entiendo, hace diez minutos que estamos hablando de lo mismo y ahora me preguntás de qué te estoy hablando. A ver, tranquilicémonos. Si yo estoy tranquilo Gordo, sos vos el que está alterado como siempre. Escuchame imbécil, el diamante mide como mucho un centímetro y vos me estás diciendo que mide metro ochenta. ¿De qué diamante me hablás Gordo? ¡Cómo que de qué diamante te estoy hablando! Ayer quedamos en que hoy irías a las once de la mañana a la joyería de la calle Alvear y te llevarías el diamante más grande que tienen. ¿Te acordás de esa conversación? ¡Me estoy poniendo loco! Decime, ¿qué es lo que te llevaste? (Unos segundos de silencio) ¿ Estás ahí? ¡Contestame! ¿Qué es lo que tenés? Gordo, no te enojés, lo puedo devolver. ¿Qué es lo que podés devolver? ¡Hablá! No me grites. ¿Qué te llevaste de la joyería? Una perpersona. ¿A quién? Crecrecreo que es el joyero. ¿Cómo que al joyero, estás loco? Sabía que no tendría que haber planeado nada más con vos, desde aquella vez en que en lugar de la hija del gobernador secuestraste a su gato y la otra vez en que machacaste a hachazos los jazmines del presidente, en lugar de matar a su esposa, Jazmín!¿Qué hago ahora Gordo? Ya estoy cerca de tu casa. Llego y pensamos qué hacer, pero no te enojes por favor. ¿Gordo? ¿Estás ahí? ¿Gogogordo? Tuc tuc (llaman a la puerta del Gordo) ¿Quién es? La policía, ábranos. ¿Gordo, Gordo? ¿Qué está pasando?¿Qué hago?

1 comentario:

Aula de Escritores dijo...

Este diálogo me ha parecido fluido y muy fácil de leer. Se agradece el hecho de que el diálogo haya sido escrito de seguido en lugar de distribuirlo por guiones, lo que además contribuye a darle un ritmo rápido al mismo.
También me gusta cómo interactúan ambos personajes a lo largo del diálogo, las interrupciones mutuas, los tartamudeos de uno, la impaciencia del otro. En mi opinión, las personalidades de ambos personajes quedan muy bien sugeridas en este texto.

Ángela Alonso Amador