martes, 15 de diciembre de 2009

Aquel joven que se acercaba le recordó a alguien del pasado y tuvo un mal presentimiento.

-¿Se acuerda de mí? Soy el pequeño de los Gómez.

El viejo Sebastián levantó la vista del patatal y observó al joven que le tendía la mano.

-¿Y tu padre? -preguntó apoyando la azada en el surco y secándose la frente con un pañuelo.

-Murió hace unos meses. Tuberculosis. Vengo a arreglar el tema de la herencia. Y a cumplir su última voluntad -añadió misterioso tras una pausa.

El joven miró las hectáreas aradas.

-¿Las ha cultivado usted durante todo este tiempo?

-¡Qué otra cosa podía hacer! –se disculpó Sebastián cabizbajo-. Hemos pasado mucha necesidad. Sin trabajarlas, las tierras se hubieran echado a perder. Además –continuó-, no sabíamos cuanto tiempo iba a pasar tu padre en prisión.

-Comprendo-. El joven Gómez recogió la azada y pasó un brazo que parecía protector por los hombros del labrador.

-¿Sabe? Yo era muy pequeño cuando nos tuvimos que ir de aquí. No tengo muchos recuerdos. Pero mi padre siempre supo quién lo delató.


Ana Elorza

viernes, 4 de diciembre de 2009

En la playa
Sole deja escapar un grito de terror cuando ve la barca con la gran cabeza de tiburón varada en la playa sin nadie que la guie.

_¡Miki!

La pequeña Neus, que dormía plácidamente bajo la sombrilla, se despierta súbitamente y se pone a llorar. Pero su madre no la oye. Corre desesperada hacia la orilla.

_ ¡Miki!

Algunos bañistas miran consternados a la mujer. La playa es hoy un mosaico de toallas multicolores y sombrillas ladeadas por el viento, donde apenas se vislumbra un ápice de arena libre. En el horizonte el mar es gris y agitado. Pocos se atreven a retarlo.

_ ¡Miki!

El sonido ahora es desgarrador. Edu, sentado con el móvil en el espigón ve el rostro de desesperación de su mujer. El estómago le da un vuelco. En la orilla el hinchable se agita como una boya solitaria entre el oleaje inhóspito y violento. Deja el móvil en la roca y se lanza al agua.

_No se preocupe, señora. Verá como aparece.

Dos mujeres han sido testigos presenciales de toda la escena. Una es rubia desteñida y está embarazada. La otra es pelirroja y lleva una pamela de paja que la protege del Sol. Habla de forma pautada. Es de las que nunca se pierde detalle de todo.

_Ese rubio, el que se ha lanzado al agua, es el padre_afirma la pelirroja.

Sole intenta escrudiñar, pero el Sol la ciega. A la pequeña Neus la calma ahora la vecina de la sombrilla continúa. Tiene la piel quemada .Lleva un bikini azul y unas Rayban. Toma a la niña en brazos y se une al grupo de espectadores.
Uno de los socorristas intenta calmar a Sole.

_Mi compañero ha ido a buscar a su hijo. No se preocupe. Lo más seguro es que con este viento el mar lo haya llevado lejos de esta orilla.

_Mi marido también ha ido a buscarlo_solo le sale un hilo de voz. Uno de los bañistas coge la barca y la deja en la orilla. Sole camina encorvada, encogida sobre sí misma, y solo murmura “Miki ,Miki , Miki…”

_Pobre mujer. El marido se ha lanzado a buscar al niño. ¡ si no hubiera estado tan pendiente de ese móvil!

La embarazada acaricia su barriga, instintivamente.

_ ¿Es que no han visto que había bandera amarilla?

_La madre no lo dejaba bañarse. El pobrecito estaba entusiasmado con su barca. Ella lo ayudaba a buscar pechinas para distraerlo, pero el niño, solo quería entrar en el agua. Si hubiera estado todo el rato con ella esto no habría pasado_ la pelirroja guarda silencio , pensativa_ El padre ha venido a remplazarla, pero no vigilaba al crío.

_ ¡Y que lo diga!¡Vaya pachorra!_afirma la embarazada_ Se ha quedado aquí, plantado con el móvil, mientras el niño no hacía mas que meterse en el agua. ¡Yo estaba nerviosa! Hasta le he avisado: ¡he, señor, que el niño se va con la barca! ¿Y que creen que ha hecho? sin soltar el móvil me ha sonreído, ha cogido la cuerda de la barca y ha continuado hablando.

_Yo los he visto cuando han llegado_ intercede la mujer de las Rayban. Se dirige a la pelirroja. La pequeña Neus, en sus brazos, parece más calmada._ Y he visto como discutían.

La pelirroja abre mucho los ojos.

_ ¿Ah si?

_Ella estaba nerviosa porque ya era tarde y él parecía desganado y de mal humor. Cuando lo he visto con esa barca tan enorme, sofocado, he pensado en lo tonta que es la gente por complicarse así la vida. El niño en cambio no paraba de dar saltos de alegría. ¡Venga a tirar de las aletas del animal! A mi me ha llenado de arena, pero ¿cree usted que el padre me ha pedido disculpas? ni hablar!

_La gente ya no sabe educar a sus hijos_ sentencia la embarazada.

_ ¿Y dice usted que discutían?

_Seguro. Primero ella ha protestado porque estaban lejos de la orilla. Él ni le ha contestado. Ha plantado la sombrilla y luego ha obligado al niño a sentarse. Pero no había forma de que se estuviera quieto.

_Claro, ¡ a quién se le ocurre traer al niño con la colchoneta y luego no dejarlo bañar!

_Hoy hace mala mar.

La mujer de las RAyban continúa con la pequeña Neus, que ahora está más calmada. Su madre se ha adentrado en el mar, para observar mejor y de lejos, le hace un gesto de agradecimiento por cuidar de la pequeña.

_El niño se ha puesto rabioso. Entonces la madre le ha dicho al marido que se bañara con él .Pero el otro no quería. Esperaba una llamada.

_Una llamada, ¿aquí en la playa?

_Extraño ¿verdad? Ella entonces se ha levantado, muy airada , y se ha llevado al crío y a la barca. “cuida de Neus”, le ha dicho. Por eso sé cómo se llama esta pequeñina ¿verdad guapa?_La niña no para de meterse la mano en la boca.

_Pobre chica, menudo trajín, con dos pequeños, y ese marido que no ayuda gran cosa.

_Y no se imaginan cuando ha estado solo con la niña.

_ ¿Qué quiere decir?

_La pequeña se ha puesto a llorar, nada más irse la madre. Él se ha limitado a ponerle el chupete. Y entones ha sonado el móvil.

_Los negocios, claro-lo dice con sorna.

_Pues no sé si lo eran. Pero le ha cambiado la cara. ¡Menuda sonrisa!

_ ¿Y de qué hablaba?_inquiere la pelirroja, muy intrigada.

_ ¡Señora!_protesta

_Perdone pero es que usted parece enterarse de todo.

_Cuando una está tendida al sol, y no duerme, se aburre una mucho.

_Cuente, cuente,¿ que más ha pasado? _inquiere la embarazada.

_Nada, que esta chiquitina no paraba de llorar. Debe estar con lo de los dientes. Y el otro, dale que te pego con la conversación.¡No se puede hablar tanto con un bebé llorando de esa manera!.En fin, la mujer ha aparecido por sorpresa. Entonces él ha apagado el móvil. Ella ha hablado con voz muy alta. Decía que ya estaba harta, que dejara de una vez los negocios, que si la familia es más importante. Que el niño quería bañarse con su padre. Él se ha levantado, muy seco, malhumorado, se ha dirigido a la orilla, sin soltar el móvil. Ella le ha gritado ¿por qué te vas con el móvil? Y él le ha chillado ¡estoy esperando una llamada de los socios! ¡ no me cabrees más !

_ ¡Menudo lenguaje!

_Si. Seguro que son negocios_Al decir esto tuerce un poco la boca _¿un socio que llama a la playa?

–Debe ser un socio muy trabajador_ ríe con doblez la pelirroja _ La verdad es que con lo bueno que está no me extrañaría nada que…

_¡Vaya, sí que se fija usted !_afirma la embarazada.

_No sería nada raro que , ya sabe…Es un chico muy guapo, no le hago más de treinta, es alto, bien formado y el pelo rubio rizado. El niño se parece mucho a él.

_La madre, en cambio, está peor conservada _observa la embarazada_Este bikini que lleva no le sienta muy bien.

Las mujeres observan a Sole, que ha salido del mar y no deja de hablar con el socorrista, que intenta calmarla. Su vientre, blanco y abultado, refleja las huellas del reciente embarazo en la cintura y los muslos .Su rostro parece demacrado. El cabello rubio, mojado, atado de cualquier forma con una coleta, le da un aspecto descuidado.
Mientras, en el horizonte ya no se ven bañistas. El mar turbulento los expulsa. Al fondo sigue ondeando la bandera amarilla. El grupo de espectadores continúa en la orilla sin atreverse a entrar. Las madres recogen a sus hijos y algunos doblan las toallas, dispuestos a partir.
Sole camina ahora hacia el espigón y se agacha para recoger algo. Observa el objeto en su mano y pulsa una tecla. Se ilumina una pantalla. Arroja el objeto con furia al mar y se sienta en la roca .Las manos cubren la cara. No para de murmurar :”cabrón, cabrón, cabrón”.

_ ¡Qué desolación!

_ ¡Pobre mujer!

_Con este mar, una se teme lo peor.

La figura de Sole , en el espigón parece desolada. Sentada en el extremo esconde la cabeza entre las piernas. Ni siquiera parece pensar en la pequeña Neus.

_¡Ahí, ahí! _la pelirroja señala excitada dos puntos en el horizonte. A varios metros de distancia se acercan dos figuras. Sole también los ve. Baja atropelladamente del espigón y casi tropieza con una roca. La barca permanece varada en la orilla. Al pasar ella recula hacia atrás y se desplaza hacia el agua. Una de las figuras se acerca a gran velocidad.

_¡Mami, mami, la barca se va !

Sole corre hacia el pequeño y lo abraza con fuerza. No sonríe, pero está feliz. Parece haberse liberado de una gran carga.
La mujer de las Rayban le entrega la niña, que ya no llora. Edu, no dice nada, solo carga con la barcaza a las espaldas. Ni siquiera se miran. Sole coge con fuerza la mano del niño. En la otra sostiene a la pequeña, que está a punto de dormirse y empieza a caminar muy erguida, sin mirar atrás.Edu los sigue cabizbajo.

_A ese lo mataba yo_sentencia la embarazada.

La pelirroja observa la escena.

_¡hombres!


Maria Blanch