viernes, 19 de diciembre de 2008

Una mochila muy especial

El taxi paró casi enfrente de su casa. Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó un billete de veinte euros. Con una buena dosis de malos modales y poca o mejor dicho ninguna educación se dirigió al taxista mientras le tiraba el billete en el asiento delantero:
- Joder tío, cada día es más caro. Ayer he pagado dos euros menos por el mismo trayecto. ¿no será que tienes trucado el contador? Mira que me he quedado con tu cara.
- Lo siento, pero es que lleva aplicada la tarifa de nocturnidad y fin de semana –le argumentó el taxista con humildad, para evitar una posible bronca, mientras le devolvía el cambio.
- No me cuentes tu vida –le contestó Carlos malhumorado al mismo tiempo que descendía del vehículo acompañado de un portazo.

Carlos había trabajado siete años en una lampistería del barrio, hasta que le echaron. Al principio cumplía con su trabajo en responsabilidad y horarios hasta que su esposa le engañó con su mejor amigo. Cambió su actitud y empezó a llegar tarde, a presentarse ebrio delante de sus clientes y a discutir con todos ellos.

Empezó una nueva vida, llena de incidentes diarios. Su carácter se agrió tanto que no logró mantener ni un solo amigo. Su meta diaria era la provocación. Se encerraba en su cuarto y conversaba consigo mismo compartiendo una botella de vino tras otra, instigándose hasta perder las migajas que quedaban de su autoestima.

Esa noche estaba tan cansado que se tumbó directamente con el propósito de dormirse enseguida. Al poco rato de estar acostado percibió olor a quemado. Se levantó y fue comprobando que el olor no venía de su casa. Al cabo de pocos minutos la emanación era tan alarmante que abrió la puerta de salida para ver si era dentro del edificio. Al salir al rellano pudo ver a varios vecinos que alertados como él intentaban averiguar la procedencia.

De pronto alguien gritó que era obligatorio abandonar el edificio, que el fuego se había provocado en dos escaleras más adelante y era necesario evacuar el inmueble.

Carlos volvió a su habitación a recoger las llaves y desde su ventana pudo ver los reflejos de las llamas en sus vidrios. Abrió el balcón y fue desolador lo que vio. Un niño pequeño de unos cinco años llorando en una terraza del edificio en llamas.
- ¿Dónde coño están los bomberos? – vociferó asustado- ; ¿dónde están tus padres? –le gritó al niño

Ante toda respuesta bañada con lagrimones, Carlos no lo pensó dos veces. Todavía estaba joven y ágil. Aquel día no había bebido casi nada. Se agarró con fuerza a una de las cañerías que sobresalían de la pared y pudo alcanzar con sus largas piernas el siguiente balcón, que ya había sido desalojado. Corrió y pudo lograr con el mismo sistema el siguiente. Dio un gran salto y en pocos segundos estaba con el niño en los brazos.
- No llores más. Yo te sacare de aquí. Cógete fuerte a mi cuello y no sueltes hasta que yo te lo diga.

El fuego estaba a pocos metros. El niño se convirtió en aquel momento en la mochila más valiosa que había tenido jamás sobre su espalda. Desde la terraza no le fue difícil encontrar otras salidas, atravesando terrados comunitarios hasta confirmar que se encontraban a salvo.

A lo lejos sonaban las sirenas. Aquellos bracitos rodeando su cuello le transmitieron el calor y emoción suficientes para desear recuperar esos principios y valores humanos que le habían abandonado.

Poco a poco el cielo iba cobrando otro color. Desde las alturas contempló la salida de sol más hermosa de su vida.



Milagros Herrero

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Bien por Carlos!
Es bastante emocionante, pero el final me ha resultado demasiado "rápido". Quedaría mejor si lo alargaras un poco más.
Un saludo

Aula de Escritores dijo...

No tengo palabras.....Irène

Manuel Santos dijo...

Me ha gustado mucho. Y para mi gusto el final es correcto.
De todos modos, si lo hubiera escrito yo probablemente habría hecho que el protagonista conservara la dureza de su lenguaje incluso cuando le daba las instrucciones al niño. Así no habría dado la impresión de que el "cambio" del protagonista es tan inmediato y la "salida del Sol" habría cobrado, si cabe, un poco más de protagonismo.
Vaya, es mi opinion. Pero insisto en que me ha gustado mucho tal y como está.
Un saludo!

milagros dijo...

Pues si, tienes razon. Tendría que haber dicho algo acorde con su mal caracter (sin soltar tacos), por ejemplo:
-Para de berrear.
o bien algo sin ningún tipo de ternura.
Un saludo para todos vosotros.

Juanmi dijo...

Pues a mi me ha gustado muchisimo.

Se puede mejorar, pero manejas muy bien la historia, te identificas con facilidad, y tratas un tema tan personal y delicado con mucha naturalidad.

Felicidades