miércoles, 24 de diciembre de 2008

CASO INTIMO

El Sr. Leopoldo Cruz esperaba el siguiente turno para pasar a consulta, era inevitable que tuviera las manos sudorosas y moviera las piernas con inquietud. Ansiaba por fin despejar las nubes grises que ensombrecían sus deseos más íntimos. Distinguido por su correcto actuar, ademanes finos, pulcro vestir y peinado repasado, buscaba resolver su pena, la reciente aparición de impotencia con su esposa, con quien vivía una relación de rosas y claveles e indudable fidelidad. Por recomendación de un gerente colega de la Empresa estaba en el consultorio de La Dra. Felisa Luna de Casadiego, sicóloga experta en Sexualidad de Pareja y Disfunción Familiar. Era su primera cita con ella. Había tenido seis citas previas con otros profesionales y traía los exámenes de laboratorio, pruebas y test sicológicos y resúmenes de interconsultas a especialistas, todos con hallazgos normales, no lograban encontrar causa en patología orgánica, condición emocional o afección síquica que explicara su trastorno. Se había hecho varios tratamientos farmacológicos y sicoterapéuticos, incluyendo técnicas de estimulación y ejercicios precoitales con la activa participación de su compañera. La Doctora en donde ahora se encontraba era una eminente clínica de reconocido éxito en este campo de la ciencia.

-Es curioso -se dijo mientras esperaba -que una mujer sepa más de hombres que los mismos hombres y sobre todo en lo que más lo hace a uno un hombre.
Al pasar a consulta, una elegante dama de blusa larga y blanca con grandes lentes le miró sonriéndole:”no tienes pinta de tener mayores problemas –le dijo invitándolo a sentarse -huele bueno ese perfume de macho en celo que traes”. Leopoldo sonrío mirando al piso, aplanando con la mano la corbata y acomodándose en el asiento.

Mientras ella revisaba la carpeta con toda la información de sus antecedentes médicos, él leía las 17 certificaciones de asistencia a cursos, seminarios, capacitaciones y actualizaciones que colgaban enmarcadas de las paredes.
-Vamos al grano -le dijo al cabo de un corto tiempo sacando la mirada de entre los papeles que revisó con una expresión de ojo clínico -¿ya no puedes con lo tuyo? ¿No te das cuenta que tienes otros recursos si no te funciona el pito? ¿O es que te falta imaginación? No dejes que se te duerma ese chip – le recalcó con destacada seguridad haciendo uso de la mayor experticia de su saber y un profundo esfuerzo analítico. Leopoldo escuchaba callado.
- No le tengas miedo a lo que escondes en los calzoncillos, que le sirva a tu mujer -continúo la afamada doctora quien hacía tres días terminó su más reciente Posgrado de Maestría en manejo de la Libido Masculina y continuó –no es mi objetivo demorarte, pero si quieres superarlo ponle ganas y emoción a la cosa:-¿Ya la amarraste a una pata de la cama? ¿O prefieres que ella te amarre?-Le interrogó con gran profesionalismo y casi sugiriéndole un plan terapéutico en la pregunta misma.

Leopoldo guardaba fe que todo esta sección de terapia fuera producto del más riguroso y razonable criterio sicológico y científico.
Finalmente mientras la reconocida sexóloga le escribía una dirección en un recetario le dijo: “bájate por la calle del Pecado y consíguete estas pomadas y te las untas donde sabemos antes de meterte en la cama, lee bien las instrucciones en las cajas o en los tubos, aprovecha hoy miércoles que te dan dos por el precio de una y te enciman un látigo”. Así de forma muy clara con el esfuerzo diagnóstico y el estudio intelectual que el caso le demandaba le dejó una conducta precisa y bien establecida.
-Debo traer a mi esposa para que participe? Interrumpió él tímidamente la disertación terapéutica pensando que no se le fuera a pasar un detalle muy importante en la consulta.
-Para qué? Solo manejo familias disfuncionales, me especializo en eso- le respondió ella.
-Creo que esta doctora tiene impregnada una extraña sensibilidad por tratar de entender la intimidad de otros -reflexionó Leopoldo con un asomo de duda.-Mejor me voy pronto.
Salió caminando cabizbajo sin sentir que por ahora hubiera levantado su libido ultrajada y marchita como las hojas de los árboles caídas que pisaba por la avenida Del Virrey, con la sospechosa preocupación de no haber perdido el tiempo y el consuelo que todo esto le sirviera de algo.
Solo lo sabré esta noche en la cama-se dijo.

Melqui Barrero

Ejercicio de relato corto con tono alto y registro bajo

2 comentarios:

Juanmi dijo...

Joder Melqui, que gran relato...

Me ha enganchado desde las primeras palabras.

Me ha encantado, el tema está muy bien tratado, la construcción es impecable, te conduce sin darte cuenta, y es muy claro.

Tienes un estilazo.

Muy muy grande Melqui

Anónimo dijo...

Muchisimas gracias por tu amable comentario, muy estimulante.