viernes, 6 de marzo de 2009

Sensaciones Ferroviarias

Soy maquinista, o eso dicen en mi trabajo cuando me subo al tren. Me encierro en una jaula de acero, destellos de colores y cristal. Me aislo sin querer de un mundo que me es ajeno, y tomo posesión del mío, en el hermetismo de esta estrecha soledad. Las puertas se cierran, y el enorme gusano que piloto comienza a devorar metros en la oscuridad. Sólo el acero arrastrándose sobre renglones de hierro me recuerda que este viaje es de verdad, pero yo ya hace rato que viajo, cruzando las entrañas de mis emociones, igual que la linea amarilla repta en lo más íntimo de mi ciudad. El túnel es como un sueño, un lugar menos nítido de lo que quisiera, donde nada se ve claro salvo los anhelos que uno lleva consigo. La incertidumbre de lo deseado resbala en los astiales, susurra con traqueteos rítmicos, y me dejo llevar hacia la brillante luz que hay al final, la luz de la esperanza, en la convicción de que por fin mi destino se iluminará, y podré detener mi lúgubre carrera hacia el futuro. De pronto todo estalla con claridad cegadora, mientras franqueo el umbral de la realidad. Esa realidad es demasiado honesta, demasiado pura en su crudeza, muy distinta a la esperada, apelmazada en un andén sin aire, asfixiante. Me escuece en los ojos, me quema en la piel, me duele en el alma. Y me doy cuenta de que tan sólo es un puente que convierte los sueños en recuerdos, y que esos recuerdos son cuanto me queda ahora, vestigios de un pasado reciente, que se me escurrió bajo las ruedas de una carrera loca. Tanta prisa por llegar, y todo quedó ya atrás, atrapado en las sombras de un túnel lleno de promesas por cumplir, de instantes por vivir. Por suerte el semáforo está rojo, en la estación y en la conciencia, y mientras me detengo y espero, me doy cuenta de que cuanto tengo es el presente, el instante que vivo ahora mismo. Mirar hacia atrás es absurdo, hacerlo hacia delante incierto. Así que cuando el semáforo cambia a verde, con el trino de las puertas que vuelven a cerrarse, decido que voy a vivir esas luces y esas sombras según se vayan sucediendo, porque todo lo demás no existe, porque la ilusión de cuanto tengo delante se desvanece en humo tras de mi. A su modo es también una ilusión. Connotaciones distintas, mismo resultado.

Hoy he aprendido una lección importante, y se lo debo al tren de la vida que me ha tocado conducir. De algún modo, pienso para mi, todos somos maquinistas en nuestra propia circunstancia y podemos aprender. Esa es mi esperanza, y por eso, tras mis lágrimas, sonrio por vez primera en muchos días.


Juanmi, Taller de Escritura Creativa

6 comentarios:

milagros dijo...

Juanmi, este relato parece un tobogán de sentimientos, de estado de ánimo, que se reflejan en tus palabras.
Menos mal que después de la tempestad llega siempre la calma, y a ti la sonrisa.

Marien dijo...

Parece escrito sin respirar, de un tiron, como si los pensamientos te llegaran a borbotones y hay que plasmarlo así, lo que ocurre es que a ti te fluyen ya perfectos y con ese ritmo tan frenético que se transmite. Me gusta la metáfora del tren y la vida. El título Sensaciones Ferroviarias me parece genial y muy literario.Tiene música.

Juanmi dijo...

Es que está escrito sin respirar y de un tirón, y además en el tren que estaba conduciendo ; )

La verdad es que me salió así, sin preparar, no estaba muy seguro del resultado...

Mar Cano Montil dijo...

Tus palabras destilan muchísima tristeza, Juanmi, pero me parece una experiencia única que las escribas mientras conduces tu tren, "el tren de tu vida", el tren que todos debemos conducir...
Podrías estar bien que lo desarrollaras algo más, pues me quedo con la sensación de "mucho" en poco espacio y menos tiempo, como si tus sentimientos estuvieran comprimidos cual acordeón al juntar sus fuelles.
Pero tan sólo es mi opinión y como tal, subjetiva.
Sin embargo,creo que ya te he dicho que me parece que tienes una manera muy sublime y especial de expresar tus sentimientos.
Un abrazo.
Mar

Unknown dijo...

Hola Juanmi
Eres un volcán en erupción. Es bonito y profundo lo que escribes, y debe consumir mucho enfrentarse así con los propios sentimientos y pensamientos.

Mariano dijo...

Juanmi,

Me siento muy identificado con tu relato, quizás por eso me ha gustado tanto. Hace tiempo que vivo las cosas como me vienen y me planteo que lo único que tengo es el presente. Gracias por expresar tan bien mis propios pensamientos, sin ni siquiera conocerlos. Eso es empatía y sabes como crearla. Felicidades.