lunes, 30 de marzo de 2009

Me dejé una vida

Nunca fuiste una más, ambos lo sabemos. El día en que te conocí, pensé muy mal de ti, ¿te acuerdas?, pero reconozco que hubo algo que me inspiró para querer conocerte mejor. Estabas tan llena de leyenda... Eras un mito para mi. No ver más allá de tu piel hubiera sido un absurdo error. Nuestro idilio comenzó pronto, movidos por un otoño que cubría Las Ramblas de ocre, del ocre de aquellas hojas secas, bañadas en la nostalgia de las primeras aguas. ¿Recuerdas las hojas secas?, ¿el olor a calle mojada?, ¿el aire agitado del atardecer? ¡Qué nostalgia al pensar en aquellos momentos irrepetibles...! Yo siempre pendiente del reloj, jugando a pillar con la hora de nuestra cita, tú siempre esperándome, paciente, redentora. Oh, no puedo negarlo: algunas de las mejores experiencias de mi vida están ligadas a ti, son nuestras, aunque es cierto, también algunas de las peores. Son historias llenas de crudeza y ternura, de dolor, reflexión y alegría. Cada párrafo abrasa, cada página agita el alma, cada letra emociona. Y es que éramos todo pasión, tú y yo. Es curioso porque, a pesar de los malos ratos, si miro atrás, hacia nuestra vida juntos, me lleno de buenas sensaciones. De ti sólo me queda lo bueno, porque enterrado en ti cuajé mis mejores años.

Ahora has cambiado. Estás más guapa, te vistes con la elegancia de aquella primavera que nos vió juntos una última vez, eres más coqueta y seductora. Pero yo te prefería antes, tan natural y honesta, con tu traje retro y tu sabor añejo... Había que saber mirarte, pero si alguien te encontraba el encanto, caía rendido a tus pies.

Nunca te pedí perdón por irme así, fuí un egoísta creyendo que sólo sufría yo, que sólo yo sentía aquella ausencia en lo más hondo de mi. Lo siento, ahora lo haría de otro modo, aunque ya sé que perdí mi crédito contigo, y que merezco tu incredulidad. Jamás podré saldar esa deuda, lo se, y también que lo nuestro se esfumó, que es solamente polvo de recuerdos. Pero eres como esa hoguera cuyas cenizas siempre humean, como ese amor que trae la brisa del verano, ese que nunca más se repite pero que se lleva dentro para siempre.

Por eso voy a escribirte un tango, lento y apasionado, lo voy a macerar en la barrica de nuestros años juntos, y voy a regalárselo al mundo. Así, cuando todos te contemplen, podrán decir que eres la estación de metro más entrañable, y que pasando por ti dejan huella en nosotros y en nuestra historia. Este es mi homenaje para ti, siempre serás mucho más que una estación, serás mi Liceo del alma. Este Jefe de Estación te recordará siempre.


Juanmi, Taller de Escritura Creativa.

6 comentarios:

Mar Cano Montil dijo...

¡Qué lindo enterrar el rencor para siempre!

¡Qué hermoso rescatar del antro de la memoria aquel poso agridulce que quedó de un mal recuerdo, destilarlo, y convertirlo de nuevo en una vivencia de Amor acrisolado!

:-)

Sonia dijo...

Juanmi! Cómo engañas al lector! Lo manejas muy bien, hasta el final no descubres que se trata de una estación de metro! Muy bueno, me ha gustado la sorpresa, sí señor.

Juanmi dijo...

Hola Mar!

Agradezco el seguimiento que me haces, y más aún tus comentarios.

Supongo que es difícil que un lugar donde has sido tan feliz como yo en aquella estación, te recuerde cosas malas. Las hubo, pero es agua pasada, prefiero quedarme con lo bueno, fueron muy buenos tiempos en Metro, el balance es muy positivo. Sabes qué sensación tenía cuando me bajaba del metro que me llevaba al trabajo? Cuando ponía el pie en el andén de Liceo, sentia lo mismo que cuando entraba por la puerta de mi casa, ese "aisss...que bien! Ya he llegado!", sabes a que me refiero? Así de agusto estaba. Piensa que trabajaba en una de las partes más bonitas, entrañables y pintorescas de Barcelona, para mi gusto la mejor. A mi me gusta lo clásico, lo antiguo, y el barrio gótico me encanta... Es que lo tenía todo allí.
Gracias por tu interes y tu esfuerzo Mar.

Sonia!
Te contaré porqué está escrito así. Estuve trabajando en la estación de Liceo casi 4 años, en mitad de la Rambla, con lo que ello conlleva: turistas, vecinos de toda la vida, quinquis, traficantes, prostitucion, paseantes varios, el teatro y la Boquería al lado... Te imaginas lo que es trabajar en un ambiente asi? No te falta de nada, estás en el centro de Barcelona, y te encuentras con todo tipo de gente y de situaciones. Tengo un glosario de anécdotas que como novela cómica, de esas ligeras de 60 pajinas, daría el pego. Allí coincidí con un grupo de compañeros con los que se trabajaba muy bien. Acabamos siendo amigos personales, y algunos, algo más que eso. Yo me lo pasaba en grande trabajando!!! Era genial, de verdad. De los mejores fines de año que recuerdo, los que viví en Liceo, que fueron 4. Bañábamos a los guiris borrachos con confetti, les obligábamos a participar en una guerra de serpentinas, a colarse "because today is free, but you jump" (acento ingles de Medina del Campo, Valladolid), y con los de seguridad nos hacíamos cartelitos y les puntuábamos... Tú no sabes que risa... jajajajajaja!!! Y todo esto, amenizado por la disco-movil que me montaba cada año, con luces y todo ; ) Fui muy feliz allí. También me pasaron cosas malas, está claro, a nivel profesional y personal, y a veces a los dos. Pero tengo un recuerdo imborrable. Y reflexionando sobre el tema me acabé por dar cuenta de que para mi Liceo es como una mujer, como esa pareja que muchos hemos tenido, con la que mantenemos una relacion de calma-tensión, con la que todo es apasionado y se vive de tal manera, que esa es la causa de que se ronpa la relación, y lo que hace que luego se recuerde para siempre. Y me apetecía rendirle a este lugar un pequeño homenaje, hablándole como si fuera una mujer, por eso se puede entender perfectamente en los dos contextos, y por eso engaña. Me alegra que creas que he conseguido ese efecto sin brusquedades ni desplazamientos.

Gracias por estar ahí, Sonia.

Marien dijo...

Vaya, vaya, no me esperaba que no fuera una mujer, esta muy bien recordar lo bueno de las cosas y desechar lo negativo, y sobre todo ser agradecido con la oportunidad de disfrutar de un trabajo y de unos compañeros. Si a una estación de metro le hablas con esa dulzura y cariño ¿como me iba a imaginar que no sería una chica? Nos la has jugado muy bien. Veo que si te pones a contar historias del metro te jubilas y no has terminado, cuanta vida y cuanta soledad. Sigue contandonos más historias.

Joan Villora dijo...

Algunas cosas, cuando las dejas macerar, dejan un buen sabor de boca…

¡Como la cebada! ¡Ay, omá! ¡Que Riiica la cervezaaaa!

(Esto es para la recopilación de comentarios jocosos, que me parece que es en la única en que podría salir)

En serio, un recuerdo con cariño que más quisiera alguna.

Siempre el lenguaje cuidado.

Te ha quedado muy bien.

Un abrazo del Joan

Judi Cuevas dijo...

Hola Juanmi,

como te dice Sonia, has sabido engañar al lector!!

El lenguaje, el vocabulario, como siempre, delicado, poético, melancólico y conmovedor...
y como no, te mereces un premio por encontrarle la parte positiva a tu trabajo y conseguir ser agradecido.

Un saludo