viernes, 6 de marzo de 2009

herminia

A bocajarro. Así le dijo Herminia a Lucas que nunca más cocinaría para él. Y él se limitó a observarla, desde la mesa de madera carcomida. Dio un largo trago de cerveza y después eructó sonoramente.

-¿Ah sí?-.le preguntó con sorna- ¿Y qué harás? Si solo esto sabés hacer tú. Cocinar y limpiar, lloriquear y ver tele. Nomás, solo eso podés hacer tú, mujer.

Y se entregó de nuevo a su tortilla con frijoles, devorándola con ansia mientras la estrujaba con sus dedos negros de tizne.

Herminia dio una vuelta de ciento ochenta grados, se encaró hacia los fogones y se quedó observando aquella enorme olla de caldo de marisco. Ese líquido rojo, macerando camarones, pescado, limón y ají, se reflejaba en sus ojos como una tormenta de furia. Sus ojos relampagueaban, seguramente, como nunca antes lo habían hecho.

Y así fue como Herminia volcó la olla hirviendo sobre la cabeza de su marido. Derramó veinte litros de sopa de marisco sobre Lucas Hernández Cortajaruelos y, después, se echó a reír. Carcajeó su vida entera en aquellos minutos, mientras miraba los esfuerzos inútiles de su marido por zafarse de aquella olla hirviente, que había quedado encajada sin remedio en su redonda cabeza de melón.

Aquel fue el principio de Herminia, y el final de aquella olla.



Elena
Taller de relato

4 comentarios:

Irène dijo...

Elena,

Me ha gustado mucho.
Es corto y cortante. Muy bueno.
No sé si se trata de un microrrelato, sino quizas hubiera valida la pena escribir un relato más largo para enseñar la ira en crescendo de la mujer.

Felicidades!

Irène

milagros dijo...

Muy bueno, me ha encantado.
Me gusta lo del principio de Herminia, muy significativo.

Joan Villora dijo...

El principio es genial y el resto también.

Lo puedes poner como crimen “ferspecto”, “tropessé, seño polisia” y a vivir.

Herminia es la Kathy Bates de Dolores Claiborne, no me contradigas: la he visto con claridad.

Tal vez si que hubiera estado mejor que la disputa hubiera ido subiendo de tono; pero para empezar, ya estaba subidita, subidita.

Muy bueno.

Juanmi dijo...

Hay un momento en que toda persona ha de poner su dignidad por delante de todo, por más difícil que sea.

Me gusta porque con muy poco consigues que el lector se ponga en antecedentes sobre muchísimo. Queda muy bien dibujada toda la primera parte de su historia en común, una historia de subyugación, maltrato y anulación personal.

Pero que te centres en la parte de la rebelión, que Herminia tenga el arrojo de plantarse al fin, de darse cuenta de que ella sí es alguien, sí vale algo, me parece muy acertado, y además una gran lección: Puede superarse una circunstancia así. Se puede salir adelante y dejar atrás esa negrura del alma.

Me ha gustado muchísimo.