sábado, 28 de marzo de 2009

En el vagón

A ella hace unos meses que le abandonó su marido por una polaca de 25 años. Se le nota en los ojos tristes, en el rictus amargo de sus labios, en la manera en que se agarra a la barra con desgana, como si no le importara salir despedida en cualquier frenazo, como si acaso lo deseara. Vuelve a su casa después de una larga jornada planchando sábanas en un hotel, sábanas que le cuentan historias que no quiere oír. Su desgastada imagen contrasta con la de la chica que agarrada a la misma barra y sucumbiendo al caprichoso vaivén del vagón, brilla con luz propia porque tiene su primera cita con él. Tendrá unos 30 años, pelo limpio y mechas recientes. Usa tacones que le empiezan a doler mucho, pero resiste estoicamente. Labios brillantes, piel suavemente perfumada. Se mira las uñas pintadas a la francesa de su mano derecha, como si esperara ver reflejado en ellas el desenlace a esa cita, a esa relación o incluso a la vida, como si deseara que le dijeran que esa noche cenarán en un lugar íntimo, que él le prometerá divorciarse y que terminarán en un hotel de sábanas limpias y recién planchadas. A su lado, se besan, abrazan y muerden los labios una pareja a la que el resto del mundo les da igual. Carpetas universitarias en la mano que no hacen sino estorbar. La vida es nueva y se sienten con fuerza para bebérsela a tragos. En una de las frenadas, golpean ligeramente a la mujer que apoyada en la barra transversal, les sonríe con nostalgia, recordando quizás los besos que un día se dejó olvidados en cualquier rincón de la ciudad de Quito. Detrás suyo, ante la impasible mirada de unos jóvenes sentados a su lado, un abuelo se levanta para cederle el asiento a la adolescente embarazada que acaba de entrar en el vagón en la estación de Fontana. El desproporcionado vientre que como una sandía madura amenaza con reventar en cualquier momento, despunta descarado en su fina silueta, en su cara de niña. Su novio la espera en casa de sus padres. Yo controlo, le dirá de nuevo una y otra vez la próxima vez que la deje embarazada. Yo controlo, yo controlo. Pero no controla nada.
El abuelo de buenos modales se aferra a la barra con la misma fuerza que a la vida. A la misma barra que la chica brillante y la mujer desolada. A la misma a la que un argentino que durante años engañó al hambre a fuerza de mate, se les une y me mira. Me mira con una intensidad que me traspasa. Me estudia, me imagina, me intuye y me desnuda. Ya son cuatro en la misma barra y cincuenta en el vagón, pero a partir de ese momento, de ese preciso instante, tan sólo existimos él y yo, yo y él, mirándonos, imaginándonos y desnudándonos. Esta noche, y mientras dure el trayecto, vamos a bajarnos los dos en una estación que no aparece en los planos, en una estación cercana y lejana a la vez, olvidada a veces y necesaria siempre. Vamos a bajarnos los dos en una estación llamada imaginación y deseo, fantasías y sueños.

Sonia Ramírez

6 comentarios:

Mar Cano Montil dijo...

Profundo, imaginativo, sugerente... la caleidoscopia de un vagón cargado de sentimientos.
Excelentes descripciones.
Me he quedado con ganas de más, de adentrarme, sumergirme aún más, en las personas que presentas, prosaicas a simple vista, pero con vidas cargadas de avatares.
Quizás, yo hubiera elegido otra metáfora para el vientre de la adolescente embarazada:" que como una sandía madura amenaza con reventar en cualquier momento...", no sé, parece como si el niño fuera a nacer por una explosión, jejejeje :-)
Un verdadero placer leerte, Sonia.

Juanmi dijo...

No te ha pasado nunca que un día lees un relato de alguien, y tienes la sensación de que esa persona se ha metido en ti, ha rebuscado en tu intimidad, y con lo que ha encontrado ha escrito una historia?
Pues eso es lo que me ha pasado a mi con esta preciosidad que has escrito.

Dejemos la parte cálida para el final, te parece? De entrada, magistral la mezcla que haces de los personajes, y su caracterización con cuatro palabras. Un acierto escoger personajes tan comunes y reales, porque te metes en la narración desde la primera linea. Un lenguaje acertado, simple y transparente como el cristal. Un ritmo intachable, la extensión justa, y el desenlace es la guinda, pasión, deseo y hasta romanticismo. Precioso Sonia. Poesía pura con una sencillez incontestable.

A nivel personal, que voy a contarte, trabajando donde trabajo. No sabes la de veces que he visto cosas así, que he jugado a suponer o analizar esas cosas, o a cruzar miradas y coquetear... Es que me tengo que sentir identificado a la fuerza, lleno a la fuerza, emocionado a la fuerza. Has descrito el mundo que vivo 8 horas al día con cuatro párrafos. Además, para más señas, yo trabajé más de cuatro años en la linea 3, conocí al famoso cantante de ópera de Pg. de Gràcia, estuve en Liceo más de tres años... He vivido muchísimas cosas allí. Ha sido un auténtico placer leerte. Comprendo que para todo el mundo no tiene porqué ser así, pero yo no puedo sentirlo de otra manera. Quizá mi crítica no te sea de mucha ayuda por eso, lo siento.

Recuerda que me prometiste la primera copia eh?

milagros dijo...

Sonia, me ha encantado.
¡Cuántas historias en tan poco texto! Todo con mucha sensibilidad.
El final, muy bonito.

Judi Cuevas dijo...

Hola Sonia,

te ha quedado muy bien el hecho de narrarlo en presente, porque esto hace que todo sea más visible, que pase "ahora".

Mientras lo leía, pensaba sugerirte que se mostrase, de cada personage, una frase de su pensamiento en ese momento. Pero al acabar he pensado que está bien así, porque lo que has hecho es como si la protagonista gravase con una cámara todo lo que está viendo y a través de la cámara nosotros lo vemos y a través de su "voz" sabemos qué le transmite cada uno a ella. Y como no, la que ha de pensar en esta historia es ella.
Sí, creo que ha sido muy acertado.

Protagonista... ¿una mujer? lo he dado por sentado, pero no se especifica. También podría ser un hombre y esta ambigüedad me encanta!

Marien dijo...

La capacidad de ver una historia en una escena tan común me gusta mucho, todo el mundo tiene algo que contar y tu lo haces imaginando sus vidas en el momento, en el presente. Está muy bien escrito, me gusta leerte.

Sonia dijo...

Muchísimas gracias por vuestros tan amables como inesperados comentarios, visto el poco éxito que tuvo el relato cuando lo leímos en clase. Me reconforta saber que para gustos los colores, jajajajaja.
Un beso a todos y gracias de nuevo!