sábado, 14 de marzo de 2009

El brillo perdido

Son las cinco de la mañana. Gloria apaga el despertador de un manotazo. Es la segunda vez esta semana que lo tira al suelo. Mientras lo recoge, recapacita y decide tener más cuidado, romper el despertador no es una solución a sus problemas, todo lo contrario, tendría que comprar uno nuevo y actualmente a duras penas llega a fin de mes.

En el camino hacia el cuarto de baño, va recogiendo la ropa de sus hijos abandonada por el suelo de la habitación. Resignada, coge aire y se muerde la lengua para no soltar un taco.

Mientras se está lavando los dientes, se mira al espejo y contempla ese rostro envejecido, esas ojeras enormes y esos ojos que perdieron el brillo en el momento que perdió la ilusión de vivir.

Gloria tiene tres hijos a su cargo, Laura de seis años, Juan de nueve y Andrés de quince. Los dos más pequeños son de Javier, un delincuente nato y una mala persona. Solo le dio disgustos desde que le conoció, se pasaba el tiempo entrando y saliendo de la cárcel. En un atraco a un banco el guardia de seguridad le disparó y acertó de pleno. Todavía lo está celebrando Gloria. Las palizas a ella y a su hijo Andrés eran frecuentes. Si no hubiese acabado con su vida el guardia de seguridad, lo habría hecho ella. En más de una ocasión estuvo tentada de tirarle por el balcón cuando llegaba borracho como una cuba y no se tenía apenas de pie. El padre de Andrés era un crío, como ella. Desapareció cuando se enteró que Gloria estaba embarazada.

Hace cinco años que trabaja como asistenta en casa del matrimonio Garrido. Una pareja encantadora con dos hijos, Maya, divorciada, con un pequeño de cinco años, y Alberto, un soltero de lujo del que Gloria está profundamente enamorada. Una vez Gloria tuvo una lipotimia mientras trabajaba y él se ocupó de acompañarla a casa en su coche y estuvo más de dos horas al cuidado de su hija pequeña hasta que se recuperó totalmente.

Alberto es arquitecto, tiene un estudio en Barcelona. En más de una ocasión, con el pretexto de finalizar algún trabajo pendiente en el estudio, se ha ofrecido a acompañar a Gloria cuando ésta acababa su trabajo, a lo que ella aceptaba muy gustosamente, pues el desplazamiento hasta su casa no era cosa fácil. Cada mañana tenía que salir muy temprano para coger el tren hasta el pueblo y desde la estación, treinta minutos a pie por una carretera comarcal.

Son las seis de la tarde. Por hoy ha finalizado su jornada laboral. Esta tan cansada que tiene dificultad hasta para caminar. Entonces recuerda que no ha probado bocado en todo el día.
- Estos nervios van a acabar con mi estómago – murmura mientras se quita el delantal y lo coloca en el perchero de la cocina.

Iba de camino hacia la estación cuando a lo lejos vio el coche de Alberto. ¡Dios, como le latía el corazón cada vez que lo veía! Enseguida se percató de que iba disminuyendo la velocidad, hasta que finalmente frenó a la altura de Gloria.

- Sube, te acompaño a la estación. A ver cuando te sacas el carnet de conducir –le dijo Alberto sonriendo mientras le abría la puerta.

- En eso estaba pensando. Mañana mismo me apunto –respondió con sentido del humor al mismo tiempo que subía al coche. Gracias, me viene muy bien que me acompañes.

Con las prisas y los nervios, al intentar ponerse el cinturón de seguridad, se le cayó el bolso al suelo. Alberto reaccionó rápidamente e intentó cogerlo antes que ella. Sus manos se rozaron durante milésimas de segundo. Se encontraron sus miradas y notó cómo se encendieron sus mejillas.

Mientras la acompañaba a la estación, Gloria iba reflexionando, sentía vergüenza de sus pensamientos, de sus deseos. “El príncipe y la fregona” ese era el título de un cuento que le leía a su hija pequeña, y ese era el enunciado que tenían sus sueños.

Llegaron a la estación. Alberto paró el coche y la miró.
- No tengo nada más importante que hacer que acompañarte a casa.

Gloria todavía estaba en la mitad de sus reflexiones cuando le oyó. No se lo podía creer. Esta vez no le ha dicho que tiene trabajo en el estudio.
- Gracias, pero no es necesario –le soltó sin pensarlo dos veces, dejando ver un orgullo que nunca había perdido.

Entonces le miró a los ojos fijamente y se estremeció. Sintió como su piel se erizaba, cómo desaparecía su dolor de estomago, como se le olvidaban su nombre y apellidos. Percibió el resplandor del brillo perdido en sus ojos. Antes de que ella bajase del coche, Alberto la sujetó del brazo.
- Rectifico lo dicho. No es que no tenga nada más importante que hacer, es que tengo ganas de acompañarte. Es más, deseo acompañarte. Puedes compensarme con un plato de pasta con tomate, no me importa compartir mesa con tus hijos…

Gloria lo pensó unos instantes. Cerró la puerta y le miró.
- Vamos –le dijo sonriendo.

Van camino de Barcelona. Gloria abre la ventanilla del coche y se deja acariciar por el viento. Alberto acelera, mientras los pensamientos de Gloria sobrepasan el límite de velocidad, dejando oír su propia voz.
- Al diablo con todo. Hoy quiero ser feliz.


Milagros Herrero

11 comentarios:

Mar Cano Montil dijo...

Hola, Milagros:

Ya tenía ganas de leer algo tuyo aquí en el blog y me ha dado un vuelco el corazón cuando leo al final que es una especie de versión de "La Cenicienta".
1º- La Cenicienta es mi cuento favorito desde que era una niña y
2º- Yo misma estoy escribiendo (por libre, no para el Aula)otra versión de la Cenicienta que se va a titular "LA CENICIENTA DEL SIGLO VEINTIUNO"
¿Qué te parece? ¡Parece como si las personas, a veces, estuviéramos conectadas!
Tu relato me ha gustado muchísimo, es un canto a la esperanza dentro de una rutina "aplastante" y asfixiante. Una brisa de aire límpido y fresco capaz de alejar todos los lastres de un pasado funesto y devastador.
Sólo un pequeño detalle, Milagros: ¿por qué separas las secuencias de lectura en tantos párrafos o puntos y aparte? leerlo así me cortaba un poco la lectura, como si se produjeran saltos...
Pero como lo más importante es lo que has querido trasmitir, te felicito, amiga, pues me ha gustado mucho leerte.

Un abrazo y ¡adelante!

Felicidades, amiga

milagros dijo...

Muchas gracias, Mar.
Está muy bien que escribas por libre otra versión de La cenicienta. Al fin y al cabo hay infinidad de cenicientas en la vida, no?
Es cierto que hago muchas pausas y puntos y aparte, pero es que es un pequeño "vicio" que tengo.
Un abrazo

Irène dijo...

Milagros,

Es una buena idea hacer una versión actual de Cenicienta, es muy apropiado.
¿Pero donde estan los malos, donde esta el mentor, donde esta el objeto ? creo que hubieras podido completar más el relato con estos elementos.Igualmente, perdoname por la critica; el relato me ha gustado.

Irène

milagros dijo...

Hola, Irene.
Digamos que me he basado en otro tipo de argumento como Pretty Woman considerado un plagio creativo de La Cenicienta, sin antagonista, sin objeto.
De todos modos, muy acertada tu observación, te lo agradezco.
Un saludo.

Marien dijo...

Hola Milagros, me alegra leer algo tuyo. Has creado una historia feliz desde el principio hasta el final, asi nos gustaría a todos, yo se lo hubiera puesto un poco mas dificil para darle más fuerza y añadiría una mala malisima en el Despacho o algo asi, pero me gusta porque es raro que algo salga tan bien. Se nota que te cae bien el chico. Sigue por aqui.

milagros dijo...

Hola, Marien.
Ya se que una cenicienta sin antagonista pierde un poco de fuelle, pero tampoco me queria extender tanto.
De todos modos, tienes razón que podría haber creado una mala malísima. Al principio había pensado en Maya, la hermana de Alberto, después me dió pereza cambiar lo que había terminado.
Gracias por tu sugerencia.

Anónimo dijo...

Milagros,
Me pareció una historia resfrescante! Pienso que no necesitas añadirle villanos pues ya tiene suficiente con los dos padres de las criaturas que la han abandonado a su propia suerte. Me parece que con más desgracias te alejarías del punto... siempre podemos encontrar una cosa, por pequeña que sea, que nos haga sonreir y nos ayude a seguir adelante. La frase final me ha encantado, creo que todos nos hemos sentido así alguna vez. Además me pareció ingenioso el hecho de que termine diciendo "hoy" quiero ser feliz, en contraste con el tan común "vivieron felices para siempre". Te felicito!!
Paula

Sonia dijo...

Hola Milagros,

Ya tenía ganas de volver a leer algún relato tuyo por aquí, y no me has decepcionado! La verdad es que a mí también me sobran los villanos en esta historia, con la vida tan perra que ha llevado la protagonista, como para encima meterle a una cuñada mala malísima, jajajaja.
Además en el fondo creo que me ha gustado tanto precisamente porque ha salido todo bien a la primera, me ha gustado ese soplo de esperanza...

milagros dijo...

Muchas gracias a todas.
Me ha gustado compartir estas pocas líneas con vosotras.

Juanmi dijo...

Hola Milagros!!

Confieso que echaba de menos leerte, y estoy gratamente sorprendido. Ha valido la pena esperarte, es un magnífico plagio creativo.

Que no se nos olvide que, aunque haya ausencia de antagonista, existen otros actantes que desempeñan el papel de fuerzas dramáticas, y que de forma natural se oponen al la consecución del objetivo: en este caso, la fractura social que hay entre ambos (como en la cenicienta original). Yo creo que el antagonista sobraría, tal y como has planteado la historia, y me parece un acierto que te hayas desprendido de él.

Y eso que dejas flotando, casi sin querer, y que remata el relato... Igual es mi obsesión por abstraer más allá de la superficie, pero estoy tan de acuerdo con que lo único que tenemos es el ahora, que me ha encantado cómo lo cierras.

Muy bien resuelto, si señora

milagros dijo...

Gracias por tu opinión, Juanmi.
Así da gusto escribir.
Un saludo