domingo, 26 de abril de 2009

ERNESTO

Si mira por la ventana de su cuarto, Ernesto solo ve un descampado feo y árido, y a lo lejos, la autopista. A pesar de la distancia y de que los barrotes de la ventana se lo ponen todavía más difícil, Ernesto cuenta coches según sus colores. Cada día busca coches de colores diferentes, hoy tienen que ser rojos. En su cuadernito verde, el que guarda en la mesilla de noche, anota, por colores, los coches que cuenta. Ya tiene varias páginas llenas de cifras para el color rojo.

Es la hora de la siesta y no se escuchan muchos ruidos. Ernesto se cansa de contar coches, se retira de la ventana y anota en su cuadernito verde la cifra de hoy: 147. Guarda el cuadernito en la mesilla y se dirige hacia su taquilla. En la cama de al lado el viejo Pablo ronca de lo lindo. Ernesto se ríe. El viejo Pablo siempre le hace reír. Comparten la pequeña habitación desde hace casi tres años. Pablo duerme en la cama que está al lado de la puerta, Ernesto prefiere estar en la que queda más cerca de la ventana. Abre su taquilla y elige ropa para cambiarse, una bata limpia y otros pantalones. Todo de color blanco. Hace buen día. Ha decidido darse una vuelta por el jardín. Coge también la caja de bombones. Es una caja de lata, redonda, de color azul. Ya no tiene bombones, pero Ernesto siempre se la lleva cuando da paseos por el jardín.

Abre la puerta y sale al largo pasillo blanco. No hay nadie, todos duermen. Pasa por el puesto de control y la enfermera que tiene la verruga en la nariz le sonríe. Ernesto también. Llega al otro extremo del corredor, atraviesa la sala de la tele donde algunos roncan en los viejos sillones mientras se escucha el tiroteo de una peli de vaqueros, y baja las escaleras que van a parar a la puerta principal, la que da al jardín. Saluda también al guarda de seguridad, que sentado tras su mesa, apenas levanta la cabeza del Interview que está leyendo, y sale al exterior.

Atraviesa el paseo de pinos y después la rosaleda, a Ernesto le gusta sentarse en el banco más lejano del jardín, desde allí no se ve la valla que rodea el centro y los árboles tapan la silueta del feo edificio de color verde claro. Allí Ernesto se relaja. Allí puede estar totalmente solo y por unos momentos puede dejar de simular. No tiene que contar coches, ni reírse sin motivo, ni ponerse a gritar sin venir a cuento. Porque Ernesto no está loco. Se lo hace. Porque con el paso del tiempo Ernesto se ha acostumbrado al centro, al fin y al cabo, ¿dónde iba a ir si saliera de allí? Sin familia, sin amigos… Cuando mató a su hermano le diagnosticaron esquizofrenia paranoide. Y muy bien. Así no tuvo que ir a la cárcel. Así la gente le dio de lado. Con el paso del tiempo se olvidaron de él. Nunca le gustó la gente. Un caso sin remedio. Eso dicen los psiquiatras. Y Ernesto tan feliz. Chilla de vez en cuando, cuenta coches y… casi se le olvida, recoge bichos para su caja de bombones. Eso siempre da un toque de locura irrefutable. Lo vio en una película.

Ernesto recoge un par de arañas, las guarda en la caja junto al resto de bichos, algunos ya muertos, y vuelve contento hacia el hospital psiquiátrico. Las voces le preguntan qué hay de cenar, Ernesto les dice que no sabe, aunque le apetecería un buen filete con patatas. Las voces son sus amigas. Es lo único que le hace mantener algo de cordura entre tanto loco como hay allí dentro.


Texto: T. Vaquerizo

3 comentarios:

milagros dijo...

La idea de tu relato me gusta. Supongo que tiene que haber casos cómo el que cuentas, aunque me cuesta creer que esté bien del todo cuando ha matado a su hermano. Hay mucho esquizofrénico dudoso en los hospitales.
¿Hasta qué punto puenden fingir?

Anónimo dijo...

Agudo e inteligente comentario, Milagros. Un esquizofrénico no finge porque no es un actor de teatro y además, no todos son unos asesinos a los que les sale bien "la jugada" de pasar el resto de sus apestosos días comiendo filetes con patatas en un psiquiátrico.

B.T.

Anónimo dijo...

Pero es que Ernesto está loco de verdad, lo que pasa es que él piensa que no, que está bien... creo que no ha quedado claro, por lo que veo. Mi intención era escribir un relato sobre un loco que cree que no está loco, pero en realidad sí lo está... gracias por vuestros comentarios!!