sábado, 21 de febrero de 2009

OBAMA Y LOS ESPIRITUS

(Basado en hechos reales)

Era martes. Martes, 20 de enero de 2009.
En mi oficina yo no sé qué ocurre pero los martes son especialmente pesados. Las reclamaciones se multiplican, el goteo constante de gente no cesa y el teléfono suena sin parar. Las quejas se amontonan a la puerta de nuestro despacho. Con el pasar de las horas los ruidos y los gritos van en aumento hasta inundar los oídos y las cabezas de los compañeros. Y además está ese olor nauseabundo a clientes sudados transpirando enfado y rabia.

A mitad tarde mientras descansábamos sorbiendo varios refrescos alguien comentó que era el día de la investidura de Obama. Barack Obama. El primer presidente negro de los Estados Unidos de América. Nunca antes alguien de color había dirigido el imperio más poderoso del mundo. Tras una nefasta gestión del presidente saliente el optimismo ante una nueva administración se había adueñado de la gente. Totalmente agotada y abatida me fui a casa. Al llegar me dí una ducha, me dirigí a la cocina para preparar la comida del día siguiente y encendí la televisión. Cogí algunas verduras de la nevera y las dejé en la encimera. El telediario empezaba. Abandoné las hortalizas y me planté delante de la tele para ver el momento histórico que se acababa de vivir a miles de kilómetros de mi casa.

El público presente en Washington lloraba de ilusión. Cantaban el himno americano con visible emoción y la mano en el pecho. Muchos con los ojos cerrados y levantando la cabeza al cielo. La música envolvía el ambiente. La multitud entera respiraba felicidad y sobre todo, esperanza. ¿Cómo un sólo hombre es capaz de levantar tales sentimientos? Y eso que su reinado todavía no había comenzado. O quizá por eso.

‘Ya tendrá tiempo de decepcionarnos’, pregonaban algunos periódicos desde hacía días. Las expectativas que Obama había despertado en todo el mundo iban a ser difíciles de satisfacer. Pero él seguía con su Yes, we can. Y había que reconocer que una ola de ánimo y aliento se había propagado desde su candidatura a la presidencia. Parecía como si todos los problemas fueran a ser resueltos por este hawaiano de familia multiracial.

Tras un cuarto de hora mirando cómo el hombre más poderoso de la Tierra se quedaba en blanco a mitad juramento, me dispuse a lavar y pelas las legumbres. Ajustándome el áspero y sucio delantal, giré la cabeza y observé estupefacta cómo uno de los nabos que había dejado quince minutos antes no paraba de balancearse sobre sí mismo.

Instintivamente abrí mucho los ojos y entonces el nabo se paró en seco. No daba crédito. ¡Era imposible! Allí no había nadie más ¿O sí? ¿Qué estaba ocurriendo? Me quedé petrificada en medio de la cocina sin saber qué hacer. En estos casos lo normal es sentir un terror espantoso que te recorre el cuerpo como una legión de hormigas carnívoras a punto de devorarte pero, extrañamente, yo no tenía miedo. Todo lo contrario. Tras unos instantes de incredulidad y como si me hubieran cubierto con una manta muy suave me invadió una agradable sensación de calidez. Sonreí alegremente pues estaba claro que a los espíritus de mi casa también les gustaba Obama.

Leonor. Ejercicio sobre los cinco sentidos

1 comentario:

Anónimo dijo...

Obama será un buen presidente de los EE.UU,sus decisiones también influirán en el resto del mundo, ¡no me extraña que los espíritus de tu casa se pongan contentos!
Juan C.