viernes, 20 de febrero de 2009

LOS SERES OBNUBILOSOS POR MAR SOLANA

LOS SERES OBNUBILOSOS

Por Mar Solana

Era un día de finales de verano. Algunas nubes surcaban el cielo, iban y venían pidiendo, mientras tanto, permiso al sol para descargar algo de agua sobre la tierra seca y ajada por el incesante calentamiento del estío. Y aunque todavía hacía algo de calor, ya no incidía sobre las testas como sol de agosto en plena canícula.

Caminaba contando los adoquines y echando una ojeada de vez en cuando y como de soslayo a las vías del tren, a su derecha, rodeadas de pinos y encinas y desprendiendo ese característico olor a retama quemada.
Caminaba distraído, sumido en sus pensamientos obsesivos que le remitían una y otra vez a aquellas tareas prosaicas que debía concluir porque de otra manera amenazaban con convertirse en un pesado y molesto grano.

Levantó la vista del suelo y al dirigir la mirada al frente, observó cómo una persona con paso inseguro pero a la vez confiado se acercaba hacia él.
Era muy extraño, ya que a medida que sus pasos se iban acercando cada vez más, pudo ver, esta vez con algo más de detenimiento, como esta persona no se parecía a ninguna en particular y sin embargo, albergaba los rasgos de casi todas las personas que él conocía y recordaba. Era como si en un mismo semblante estuvieran contenidos otros muchos, pero todos ellos indefinidos y sin acabar de perfilar. Un semblante inacabado unido a un porte disperso e irregular.
Sin llegar a parecerle una presencia extraterrestre, su fisonomía evocaba, en todo caso, extrañas sensaciones.
Pensando que pasaría a su lado, sin más y seguiría su camino, intentó encontrar sus ojos, captar más cosas de ese ser que parecía una persona y todas a la vez, por su mirada.
De repente y para su sorpresa, el extraño ser se detuvo delante de él. Ahora pudo ver como sus ojos parecían normales, sin embargo su mirada estaba allí y en muchas otras partes a la vez, proyectando miles de extrañas imágenes en forma de destellos intermitentes.

- Hola, soy un ser obnubiloso, y tú ¿quién eres tú?, ¿estás aquí?

Abrumado no tanto por sus preguntas sino por el hecho de que le estuviera hablando a él, se quedó algo bloqueado y sin salir todavía de su asombro, contestó:

- Yo… yo soy… pues (…) yo soy un Yo, quiero decir, un ser terrenal- le contestó a aquel ser, quizás intentando ser preciso con su respuesta.
Y sí, estoy aquí, como tú ¿no?

- ¿cómo quién?, ¿cómo quién?- repetía el ser como si fuera su eco. Los seres obnubilosos- continuó diciendo- estamos aquí y en muchas partes a la vez. Esto es esto y también lo demás. Queremos decir cosas, pero en realidad nunca decimos nada. Parecemos amigos pero no somos amigos de nadie. Nuestro discurso parece rico y grandilocuente pero también es pobre y vacío. Hacemos muchas cosas al tiempo pero en verdad, nunca hacemos nada. Nuestros pensamientos son unos tentáculos que se esparcen, ora aquí, ora allá, a diestro y a siniestro, pero nunca concretan nada, ni enseñan nada.
Albergamos siglos y siglos de sabiduría que, de repente, puede quedar derretida como mantequilla al fuego o esparcida en granos como azucarillo en agua.
No sabemos lo que significa un compromiso o amar a alguien. Sin embargo, queremos a todo el mundo y a nadie a la vez.
Cada mañana, para poder seguir aquí, entre vosotros, debemos darnos un buen baño de flores secas y dispersión.

- Pero… ¿cuánto… qué quieres decir con eso de entre vosotros? ¿No sois de aquí?- le espetó él, verdaderamente obnubilado por su extraño, por definirlo de alguna manera, discurso.

-Somos seres obnubilosos, somos de aquí y de todas partes a la vez. Un día llegamos aunque en realidad, estamos siempre viniendo. Si un ser obnubiloso te toca tu antebrazo izquierdo, serás ya uno de ellos…- le contestó alargando hacia él lo que parecían dedos como tentáculos, pero al mismo tiempo podrían ser como botones de semillas, eran varios dedos y muchos a la vez, era muy desconcertante, la verdad.

Sin embargo y a pesar de lo inaudito de aquella situación, sacó fuerzas de flaqueza y superando todo su miedo y la confusión de aquel momento, se acercó un poco más a aquel extraño ser y desplegando toda su bizarría le tendió su mano con firmeza al tiempo que le decía:

- te ofrezco mi mano con sus cinco dedos en señal de amistad y porque reconozco una parte de mí en ti, podemos ser amigos si quieres, conocernos mejor. Sin embargo, no puedes obligarme a ser cómo eres tú. El amor y la amistad no conocen presiones pues se basan en la libertad de elección de cada uno de nosotros.

Turbado ante aquellas palabras, aquel ser pareció esbozar una sutil y breve sonrisa, aunque también parecía una mueca de enfado o incluso, un gesto que contenía la mayor de las indiferencias. Y con sus extraños ojos que ahora parecían querer encontrar los de él para despedirse y sin embargo, seguían mirando en todas direcciones, aquel insólito ser continuó su camino con paso decidido e inestable a la vez.
Él se quedó allí, observando como aquel incierto ser se alejaba de su lado, pensando sobre todo lo que había pasado y sintiéndose satisfecho con su condición terrenal y feliz porque seguía siendo un Yo, a veces algo obnubiloso, pero certero y constante.

Collado Villalba, 21 de septiembre de 2008

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente relato, Mar. La historia es muy original, nos hace pensar sobre la Consciencia Humana y está escrito de forma impecable.Lo que no entiendo es porque estos bloggeros tan "sensibles" y "maestros" aún no te habían hecho ningún comentario, mucho "parroquiano" por este ciberespacio tan desangelao, creo yo.
Un abrazo y ¡felicidades!
Espero que sigas publicando porque pienso seguir todos tus relatos de cerca...
Monky

Juanmi dijo...

Pues he de mostrar mi total acuerdo con Monky.

Es claro en su sutileza, y simplemente te hace reflexionar sobre la cantidad de sere así que se nos cruzan en la vida.

La originalidad es incuestionable, pero quizá le falta vida al protagonista. Tal vez ganaría fuerza si le caracterizaras más, que contrastara mucho más con el ser omnubiloso, y si hubiera más confusión, más misterio hasta llegar al desenlace, que me ha parecido un pelín precipitado.

Pero es bueno, llega, invita a pensar, y eso ya es grandísimo.

Anónimo dijo...

Me siento muy halagada, Monky y Juanmi, muchas gracias a los dos.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, Juanmi, en que, quizás, esta pequeña historia necesita ser un poquito más pulida, allá voy...

Mar