domingo, 15 de febrero de 2009

Latidos

Latidos (sub-perspectiva)



El enjambre de deseos inmortales resbaló como una caricia desde sus labios. Cupido vertió ese suspiro en su saeta más valiosa, la flecha de la eternidad, y tensó su arco. Al soltar la cuerda, un haz de polvo rutilante cruzó el cielo, dejando a su paso miríadas de estrellas, hilvanando el tiempo y el espacio.

Se precipitó sobre la tierra de los mortales. A su paso, un manto de brillantes caricias despertó a la luna adormecida, que suspiró enamorada y pálida. Los océanos quedaron prendados y comenzaron a mecerse hacia el horizonte, tratando de alcanzarla.

Atravesó las nubes, que lanzaron millones de besos sobre aquellos destellos benditos. Pero el haz siguió su camino, y al llevarse consigo su magia, aquellos besos furtivos se convirtieron en los besos que no damos, cayendo sobre mares y campos en forma de lágrimas. Nació así la cara amarga del amor.

Como una exhalación, resbaló sobre las cumbres más altas, dejando tras de sí una estela blanca y fría. El desamor se vertió en los glaciares, que arrastraban su pena por las cordilleras de la soledad. Pero al cruzar los valles esmeralda, la roca se derritió de placer, y el rocío perló las briznas de hierba fresca, primigenia. El aire se tornó fragante, deshecho en notas de tierra mojada, cereales y miel, azahar y jazmín… Y brotaron rosas rojas y azaleas, que ofrecieron al mundo el néctar de la pasión y el romance.

En su trayecto, recorrió varios bosques de corazones rotos, solos en los llanos del abandono. Pero cuando el cenagal del resentimiento parecía no tener fin, y haber derrotado su vuelo, llegó al jardín de la esperanza. Cobró impulso de nuevo y voló hacia el crepúsculo, hacia el fin de los tiempos.

Viajó a través de las llanuras de los sentidos, y allí tuvo oportunidad de susurrar en el alma del hombre infinitas ocasiones. Pero el corazón humano es con frecuencia demasiado pequeño, menguado para caber en las mazmorras del miedo. Un blanco minúsculo para un sentimiento tan arrollador. Por suerte, la punta de aquella saeta estaba hecha de destino, y algunos afortunados recibieron el hechizo eterno. Hoy se les recuerda en leyendas y música, en relatos y pinturas, pues cuanto esa flecha logra tocar se perpetúa en los años.

Ahora ha traspasado los límites del tiempo, la materia y la fe, y ha llegado hasta aquí, franqueando las puertas de este amanecer. Y yo miro al infinito, sintiendo renacer el día, y sólo deseo que nos haya herido a los dos.


Juanmi, Taller de Escritura Creativa

8 comentarios:

ignasi dijo...

Me ha gustado mucho tu relato. Tiene una profundidad y una sensibilidad que me pone los pelos de punta. Preciosas metáforas. Muy visual y expresivo.

Felicidades

antonio dijo...

Juanmi,

Vaya , vaya relato. La ultima frase me ha dejado KO.
Eres muy bueno, es un a maravilla leerte....

Increible (como inspira el 14 de febrero, eh?)

Irène

milagros dijo...

Muy, muy bonito.
¡Cuanta poesia!
Me ha encantado.

Joan Villora dijo...

A mi también me han gustado las metáforas, nada manidas, dinámicas y con fuerza.

Juanmi dijo...

Qué puedo decir...

Muchas gracias por vuestros comentarios, esta comunión entre escritor, escrito y lectores es algo que no tiene precio.

Gracias de corazón...

Anónimo dijo...

¡Guau! ¡Qué maravilla, Juanmi! ¿Te has planteado seriamente lo de dedicarte a la Poesía?
¡ A cuántas almas harías vibrar, amigo!
¡Enhorabuena!

Sonia dijo...

Pura poesía Juanmi, me ha encantado.

Marien dijo...

Bellísimo relato. Maravillosa poesía. Un gozo disfrutarte.
Que bueno eres.
Felicidades.