martes, 10 de febrero de 2009

Binomio fantástico (pañal-resumen)

Carolina nació un domingo a las once de la noche del mes de junio. Una noche templada, con un cielo sereno repleto de estrellas. Fue un parto fácil, sin complicaciones. Su lenguaje fue un llanto tímido, casi imperceptible. Su diminuto cuerpo desnudo se agitaba con movimientos libres de presión que duraron poco hasta que le colocaron su primer pañal.

Había luna llena. Desde la ventana de la habitación se podían contemplar las olas romperse en “Estrellita de mar”, la barca de pesca de su padre, abandonada en la orilla precipitadamente para la ocasión.

Hasta los seis años su única tarea fue jugar. Se divertía con cualquier cosa, pero principalmente le gustaba utilizar los botes que ya no servían en la cocina de mamá para llenarlos de arena y descargarlos seguidamente en el corral de su abuela donde las gallinas se rebozaban en ella a su antojo.

Los años que siguieron fueron los más felices de su vida. Durante el día acudía a la escuela del pueblo, junto con otros siete niños. Allí aprendió lo que necesitaba para salir adelante en la vida como le decía su padre, escribir y contar.

Por las mañanas, antes de ir a la escuela, salía corriendo hacia la playa, se sentaba en la arena y esperaba. Esperaba lo que hiciera falta, hasta que podía divisar a lo lejos la barca de su padre que junto con su abuelo salían cada noche a faenar. Después les ayudaba a descargar el pescado, a transportarlo en sus respectivas cajas, para más tarde ponerlo a la venta. Esos eran los mejores momentos del día. Adoraba el olor del mar, disfrutaba de la música que componían las olas cuando llegaban a la orilla, sus ojos se perdían en el horizonte y dejaba volar su imaginación.

Una mañana de un frio otoño no regresaron. Dos días más tarde sus cuerpos fueron arrastrados hasta las rocas de una localidad vecina. Fueron largos meses llenos de tristeza y de luto en la familia.

No había comida para todos. Carolina y su madre se trasladaron a la gran ciudad, a casa de su tía Emilia. Fueron años difíciles pero emocionantes. Logró encontrar un buen trabajo en un puesto de pescadería del mercado del barrio. Por las noches acudía a un centro de estudios y después de muchos sacrificios consiguió convertirse en enfermera.

Durante su tiempo libre prestó asistencia a colectivos marginados. Participaba en multitud de actividades y se implicaba en diversos proyectos solidarios. Viajó por varios países del tercer mundo aportando su energía, involucrándose en todos y cada uno de sus objetivos.

Ante tantos momentos de miseria y desesperación que presenció durante un largo recorrido de su vida, su complicidad con todos ellos fue la máxima que se puede esperar de un ser humano. Su salud se iba extinguiendo con los años hasta que una corta enfermedad pudo con su inmunidad.

Los últimos días de su existencia los pasó en la habitación de un hospital comarcal, donde debido a su incontinencia urinaria le cambiaban los pañales tres veces al día. Postrada en su lecho y con una mente lúcida hacía un breve resumen de su vida. Se acordaba de “Estrellita de mar” avanzando con los remos al ritmo de las olas, del rostro feliz de su padre cada vez que la veía esperándole en la playa, de su casa, de su habitación con vistas al mar.


Milagros Herrero

2 comentarios:

Sonia dijo...

Ostras, Milagros, menuda faena escribir un relato con esas dos palabras, que no hay con qué cazarlas.
El relato me ha gustado, tiene un aire muy nostálgico y me sabe a playa, está muy bien. Pero tengo que reconocer que el final con la incontinencia urinaria me ha matao! jajajajaja.
No sé si el binomio acaba de funcionar en el relato, pues más que como fuerzas dramáticas, me da la sensación de que las dos palabras se han colado sin que tengan peso en el relato. Pero es que era muy muy difícil.
Y el relato en si, sin tener el cuenta que era un ejercicio me ha gustado mucho, es muy tuyo.

milagros dijo...

Muchas gracias, Sonia.
Veo que ya conoces mi estilo, cosa que me encanta.
Sí, tienes razón con lo del binomio. El hecho es que he usado estas dos palabras sin tener en cuenta la teoría como fuerza dramática.
Es que soy una novatona.
Un saludo.