domingo, 16 de noviembre de 2008

Pretty woman II

Y Ricardo subió la escalera de incendios de dos en dos, evitando mirar hacia abajo y sujetando con fuerza el enorme ramo de flores. Julia, con su cabellera pelirroja ondeando al viento de varios pisos de altura esperaba el beso de su amado, las promesas de un futuro cierto y lleno de comodidades y el aroma de esas rosas que se acercaban escaleras arriba. A cambio ella juró estar disponible y dispuesta cuando él volviera del trabajo y hacerle la cena cada noche, cuidar durante el día a los retoños por venir y regar las plantas cada amanecer para alimentar el amor.

Las primeras noches, pudín de perdiz y trufa de primero, perdices en salsa de caviar de segundo y milhojas de perdices al champagne, de postre. Se inflaron a perdices noche sí y noche también. Durante la luna de miel, los nueve meses de embarazo y los cuatro de lactancia a doble turno. Para celebrar el primer aniversario, el segundo… y hasta el tercero.

“¿Esta noche no hay perdices, cariño?”. “No, mi fiel esposo, para los gemelos filete y para ti huevo frito”. “¿Y las perdices, amor mío?” “En el mercado ni las venden, dicen que ya ni se mueren para engordar el amor del humano caprichoso porque no les merece la pena” “Al menos, vida mía, ¿el postre serás tú?” “Pues va a ser que no… que aún me queda planchar tus camisas, poner la lavadora, fregar los platos y acostar a los niños”…

“Y, ¿adonde vas a estas horas, cariño?” “A trabajar, ¿recuerdas? A ver si tengo tanta suerte esta noche como la que te conocí a ti y me recoge un banquero que me saque de puta y me de mejor vida”. “¿Y qué voy a hacer yo sin ti?” “Pues seguir viviendo del aire, ese con el que tú y tus colegas hinchabais la burbuja financiera, que ahora se desinfla y nadie sabe lo que había dentro”.

Ainara Rivera. Taller de Escritura Creativa

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha encantado.
Sobre todo el final.
Muy acertado que todos los platos fueran perdices. Genial.
Y lo de la burbuja financiera, muy acorde a los tiempos que vivimos.
Enhorabuena

Aula de Escritores dijo...

Desmontando mitos.
Dicen que el amor romántico es una manera de entender las relaciones afectivas propia de occidente, que ofrece a las personas un modelo de conducta amorosa que cuando falla -y siempre falla- da lugar a la frustración y el desengaño.
Va a ser que sí.

Soho.

Anónimo dijo...

Simplemente genial. El final es rotundo.

Aula de Escritores dijo...

Muy ironico y divertido. Me ha gustado mucho.

JC

Anónimo dijo...

Muy bueno. Lleno de energía, de ritmo y de ideas originales, con un final curioso e inesperado!

Gablogger dijo...

Extraordinario final. 2 párrafos color rosa, uno de blanco y el último teñido de carne.
Bravo por poder transmitir en tan poco espacio.
Saludos, Gabriel.

Aula de Escritores dijo...

Contundente. Una capacidad sintética increible, que no le resta un ápice de fuerza a la historia.

Y la alegoría de las perdices, aunque pueda parecer un tópico, está tratada con mucha originalidad, y me ha encatado.

Quizá la transición hasta el desenlace es demasiado breve, y el final, que por el fondo me ha legado mucho, creo que pierde un poco por la forma.

Pero es bueno, me ha gustado.


Juanmi

Elena Escura dijo...

Guau.

Me ha encantado. No sé tú escribiéndolo pero me imaginé a la perfección a Richard Gere sentado a la mesa y a una J.Roberts neurótica agitando su cabellera roja.

Los diálogos, en su justa medida; breves, expresivos y con una fuerza estupenda. Destila una ironía muy sana y auténtica...

Lo de las perdices me ha encantado!