viernes, 21 de noviembre de 2008

EL INTRUSO

Ni ella ni él podrían dar una fecha exacta de cuándo fue que el intruso se les instaló en casa. Pero lo hizo sin prisas y en la habitación del fondo, la de los trastos. Lo primero que hizo al llegar fue deshacer sus maletas con parsimonia y acostarse. Él la tranquilizó: “seguro que es algo temporal, no te preocupes”.
Pero ella se preocupaba.

A partir de entonces, el intruso se sentaba cada noche a cenar con ellos, y sin decir ni media palabra, conseguía helar el ambiente. Les acompañaba en cada salida, se sentaba en el sofá entre ellos a ver la película. Poco a poco empezó a estar presente cada vez en más situaciones, incluso cuando hacían el amor. Así que pronto dejaron de hacerlo. Él se conformó y ella no. Organizó viajes con la esperanza de perderle de vista: Roma, Londres, París, Ámsterdam. Pero al girar cualquier esquina, ahí estaba siempre el intruso, echando monedas a la Fontana de Trevi, en el ascensor de la Torre Eiffel, delante del palacio de Buckingham o fumándose un porro en un Coffee shop. Y él empezó a enfadarse cada vez que ella lo mencionaba. “!estás obsesionada con él, no lo pienses y ya se irá!” le decía.

Una noche de invierno, el intruso se metió a dormir entre ellos en la cama. Él siguió durmiendo. Ella se pasó la noche llorando. Y así fueron pasando los días, las noches y los meses: ella callaba y lloraba. Él ignoraba.
Poco a poco ella empezó a pasar mucho tiempo fuera de casa. Él aprovechaba para ver todos los partidos de fútbol del mundo.

Y un día, al volver del trabajo, él se la encontró haciendo las maletas. “Hay otra persona” le dijo. Y se fue cerrando la puerta de un portazo.

Él se bebió tres de las botellas de vino que compraron en Burdeos la última vez que fueron. La cuarta la estrelló contra el sofá color crema que tres años antes habían escogido con tanta alegría.

El intruso le recogió del suelo, le quitó la ropa y le metió en la cama. Antes de marcharse de la habitación, se giró, y por vez primera le dirigió la palabra: “Amigo, me llamo desamor, y parece que vamos a pasar algún tiempo juntos”.

Sonia Ramírez

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jolín, Sonia
Eres un pozo de ideas originales. Una vez empiezas alguno de los relatos que has colgado, ya no lo dejas! Y eso es un gran qué!
En algún momento- te lo digo con tranquilidad porque yo hago igual- el tono es realment informal, todo y que me gusta porque es cercano. En el intruso he echado de menos alguna escena, está todo explicado bastante en resumen y está bien porque es muy visual, pero igual he echado de menos alguna escena más!
Irene

Aula de Escritores dijo...

Hola otra vez, Sonia.

No dejo de sorprenderme.
Quizá la historia es poco emotiva en su estructura superficial. La concatenación de sucesos, cada vez de más peso en la historia de los personajes, es nítida, pero yo echo de menos algo más de drama, un poco más de intensidad a medida que el intruso gana terreno en la vida de esta pareja.

Por lo demás, el trato de personaje que le das al concepto abstracto del desamor, me parece brillante, el final sorprende, de pronto todo cobra sentido.

Me ha gustado, no lo dudes.

Juanmi