sábado, 20 de junio de 2009

Y los sueños

Hafita acababa de cumplir diez y siete años, era una adolescente soñadora y alegre.
Vivía en un pequeño pueblo llamado Ait-Zitun junto a la cordillera Atlas relativamente cerca de la ciudad de Marrakech.
Hafita era menuda ojos grandes y su pelo era negro y muy largo, como cualquier jovencita de su edad era soñadora y feliz .No había salido nunca de su pequeño pueblo, pero soñaba con salir y ver mundo.
Un Domingo durante la comida su padre comentó que tenía algo importante que comunicarle, ella imaginó que se trataría de una sorpresa esperada, pero nada mas lejos de la realidad, el mensaje de su padre era que acababa de prometerla en matrimonio a un hombre llamado Absalán de buena posición y mayor que ella.
Apenas llevaban casados un año cuando Absalán comunicó a su esposa la idea de marchar a vivir a España, allí tenía buenos contactos y las cosas les marcharían bien, dentro de todo a Hafita no le disgustó el planteamiento de su marido.
Meses mas tarde se encontraron viviendo en una pequeña ciudad cerca de Barcelona.
Absalán abrió un establecimiento donde entre otras cosas vendía bonitas piedras que importaba de Marruecos . Transcurrían los meses y Hafita se ahogaba, no entendía la vida que llevaba , pero algo de golpe giró estaba esperando un hijo. Mese mas tarde tenía entre sus brazos una hermosa niña llamada Fátima, con la llegada de este bebé volvía a tener ilusiones al tiempo que comenzó a relacionarse con mamás de su edad, pero sólo eso tenían en común la edad por que cada vez veía con mas claridad la gran diferencia de culturas . ¿cómo le habría gustado ser como ellas, pero eso era un sueño imposible.
Absalán por su parte iba prosperando en sus negocios y cada día lo alejaba mas de su esposa, pero no sólo eso, pronto comenzó a volver de madrugada, a mentir a su esposa y llevar una vida paralela cosa para su condición de moro no debía asombrar a nuestra Hafita. Ella debía callar , ese era su deber de esposa formaba parte de su educación .
Cuando Fátima comenzó la escuela Hafita contrajo una buena amistad con Clara la madre de un niño de la clase de su hijita, poco a poco su amistad iba en aumento al tiempo que ella sentía la necesidad de exteriorizar sus sentimientos, sin darse cuenta comenzó a mostrar a Clara sus angustias ¡no era feliz ¡ soñaba con ser como ellas , como las mamás que la rodeaban. No entendía que lo que para ella tenía que ser normal para el resto era maltrato, todavía entendía menos su vida intima conyugal, cuando su esposo llagaba tarde de nada servía preguntar la respuesta siempre era la misma – lo hago por nuestro bien para prosperar, los negocios son así – a continuación Hafita bajaba la cabeza.
Cada día que pasaba se sentía mas y mas anulada, no cesaba de compararse con su alrededor, mientras él se veía feliz y lleno de vida, ella soñaba con no ser la que era, se sentía cobarde pero nadie podía ayudarla ni siquiera sus padres entendían las quejas de su hija ¡pero si no les puede ir mejor, ¡decían ellos.
Hafita se ahogaba, le contaba a Clara que no soportaba que su marido la tocara hacer el amor con él era un sacrificio no soportaba aquella vida. Pero para complicarlo más volvía a quedarse embarazada, su vida era aburrida y rutinaria . Dentro de todo el amor a sus hijas le ayudaba a seguir.
Cuando Fátima la mayor de sus hijas comenzó la primaria tuvo que cambiar de Colegio, allí hizo nuevas amistades pero sobre todo una muy especial , conoció a Antonio , el padre de una niña del Colegio, el rato que compartían a la salida del centro era un escape de luz para nuestra Hafita, sin darse cuenta se estaba enamorando de aquel hombre. Con poca cosa se conformaba la pobre gracias a aquellos ratos era feliz, gracias a tan poco su vida tomó otro rumbo, gracias a aquello Hafita soñaba, sólo soñaba, por que no podía hacer otra cosa solo soñar...

1 comentario:

Sonia dijo...

A mí hay una frase en este relato que me ha chirriado, y es la siguiente: "cosa para su condición de moro no debía asombrar a nuestra Hafita". De repente el narrador se hace visible, entra a valorar una situación, cuando desde un principio no lo ha hecho, e involucra al lector, cosa que tampoco ha hecho desde el principio. Quizás quedaría mejor si en vez de ser el narrador el que lo dijera, se introdujera dentro del relato, por ejemplo, "los vecinos siempre le decían que de qué se extrañaba, si estaba casada con un moro".
Tal y como yo lo he leído, me ha molestado ese "moro".
Vaya, mi modesta opinión y siempre con cariño.
Un saludo