martes, 23 de noviembre de 2010

REALIDAD O FICCIÓN - Rosa Llauradó

No pudo evitarlo. Allí estaba de nuevo Eric, delante de la puerta de casa de Marga, debatiéndose entre el deseo y la moral, entre el instinto y la lógica. Sus manos húmedas de sudor nervioso, sujetaban el último cigarrillo que le quedaba.

- Mejor será que vuelva, ¡no sé qué coño hago aquí, éste no es mi lugar!- Se dijo a sí mismo en un último suspiro de resignación auto infringida. Lanzó el cigarrillo al suelo y lo pisoteó como si de su orgullo se tratara.

- ¡Espera!- Se oyó detrás de él. Era ella. Con su habitual mirada de cómplice, y la sonrisa radiante que la mantenía inalterable. Se apoyó en la puerta, sólo la cubría un camisón blanco de seda. Su pelo caía desordenadamente por su bella cara blanquecina.

- ¿Piensas quedarte ahí fuera?- Le preguntó retóricamente Marga. Eric no necesitó nada más, sus piernas se movieron sin orden expresa de su cerebro. Ella, no mostró resistencia. Cuando la proximidad con su polo opuesto fue suficiente, la atracción surgió sin que nada ni nadie pudiese evitarlo. Sus labios se fundieron en uno solo.

- ¿Dónde dejaste los modales, Eric? Ahora ya ni me saludas- Dijo Marga en tono burlesco, mientras le mordía la oreja. Eric no podía ni hablar, el olor del perfume corporal de Marga, le había hecho perder la capacidad de razonar. Tan solo podía guiarse por su instinto. Ella empezó a sacarle la ropa mientras caminaban enredados, dejando cada prenda como migas de pan por el camino. Y llegaron a su destino. Él la cogió por el muslo desnudo y apretó su cuerpo contra el de ella mientras deslizaba la mano por debajo del camisón con la intención de sacárselo. La estiró lentamente en la cama. Su cuerpo era el de una mujer madura, con pechos firmes, que seguían manteniendo una textura suave y blanda, como detenidos en el tiempo. Eric acarició con sus manos cada rincón inexplorado, buscando las zonas privilegiadas que le convertían en dueño de su objeto de placer mundano. Luego, penetró lentamente su intimidad, aprovechando cada instante que estaba ahí dentro para sentir de forma parcial su cuerpo, enredando sus piernas, entrelazando sus dedos, acariciando sus labios con los de ella. Marga empezó a jadear. Era una melodía morbosa para los oídos de Eric que incrementaba su excitación. El cosquilleo delatador aumentaba con demasiada intensidad. Finalmente, ella gritó en la cumbre de su placer y arrastró con ello a Eric, que se rindió al orgasmo sincronizado. Eric apoyó su cuerpo sobre el de ella, como una reacción de alivio tras expulsar el éxtasis contenido. Luego se echó a un lado. Como todo lo bueno, fue breve. Eric sabía que tenía poco tiempo y quería aprovechar cada instante a su lado. Tras un corto descanso se puso cara a ella, apoyando su pecho al costado de Marga, mirándola fijamente a los ojos.

- Ayer me prometí que nunca volvería verte, que nunca volvería a conectarme. Tardé menos de 24 horas en incumplir mi palabra. Sé que no debería hacerlo. Pero cuando me levanto de cada inmersión de consciencia, siento que no pertenezco a ese mundo. Tú eres mi mundo, tú eres la razón de mi existencia.-

- Eric, ya sabes cómo funciona todo esto. Tú eres el cread…- Empezó Marga, con voz rotunda y seca mientras se incorporaba recostando la espalda en el cojín.

- Sí, ya sé lo que vas a decir, tu sólo eres un programa informático instalado a todas mis funciones vitales, lo sé.- Eric ya sabía que estaban en su cabeza, en sus recuerdos, en su fantasía. Aunque Eric le había dado inteligencia propia y le había dado la forma más cercana a su prototipo ideal, no era real. Ella nunca podría existir fuera de su mente.

- He estado trabajando en ello, pronto podré encontrar la manera de sacarte de aquí, de hacerte realidad.- Los ojos de Eric tomaron un color rojo cristalino pues, como científico, conocía las limitaciones de sus experimentos. Agarró con sus manos la sábana y la retorció entre sus dedos. Marga, le recordó las consecuencias de cada inmersión. Eric parecía no importarle que cada vez que se conectaba a Marga estuviera perdiendo parte de sus capacidades motoras y que pudiese quedarse en estado vegetal toda su vida.

- Ya hemos tenido esta discusión muchas veces, Eric. Ahora, todavía estás a tiempo, debes hacer tu vida en la realidad, ese es tu sitio. Aquí sólo convivirías contigo mismo, con las limitaciones de tu mente, de tus recuerdos. No conocerías a gente nueva, no vivirías experiencias nuevas. Tan solo la soledad de tu propio ser individual y la compañía de un programa que limita tu imaginación innata.

- Yo soy tu creador, eso lo decidiré yo mismo. Se me acaba el tiempo. Volveré mañana, como siempre. Adiós Marga.- Terminó Eric escapando de su autocontrol.

Y despertó. Eric empezó a sacarse todas las conexiones biomecánicas mientras seguía obsesionado con la incógnita. Aquella fórmula dimensional que llevaba varios años desencriptando en el laboratorio clandestino que tenía en el sótano de su casa. De repente, se quedó absorto observando el cuadro de “Alicia en el país de las maravillas” que tenía colgado en la pared. Ideas abstractas empezaron a renacer de su inconsciente.

- La abstracción del sueño, ¡claro!, la conversión del plano subconsciente al plano consciente. Un programa informático que altere los sentidos en mi estado activo. Ella podría existir en mi realidad. Pero eso me convertiría en una especie de esquizofrénico. Pues sólo yo podría verla, sentirla, amarla. Sería lo más parecido a una alucinación.- Se dijo para sí mismo. Y entonces, sonó el timbre de su casa. No esperaba a nadie, así que tuvo que ponerse una bata. Pasó por delante del espejo que tenía en el salón para ponerse bien los cuatro pelos mal colocados. Cuando por fin abrió la puerta, la sorpresa fue abrumadora. Era ella, era Marga. Eric empezó a sudar, no lograba entender cómo podía haberlo conseguido sin aplicar la fórmula, sin empezar el experimento. Pero su sorpresa se tornó rápidamente en alegría desbordada.

-¿¡Marga!? Dios mío, ¿lo ves? ¡Te lo dije! ¡Te lo dije! Lo he conseguido, ahora podremos estar juntos, ¡podremos estar en la misma realidad!- Y sin poder contener la ilusión, se abalanzó sobre ella mientras dejaba escapar un par de lágrimas. Pero Marga no reaccionó precisamente como él esperaba.

-¿Disculpe? ¿Cómo sabe mi nombre? ¿Se encuentra usted bien? Soy su nueva vecina de enfrente. Sólo venía a presentarme pero creo que ha habido un malentendido. Me ha confundido, yo no le conozco de nada. Y mi esposo llegará en breve, así que apártese, por favor.- Le respondió Marga gesticulando una mueca de asco, mientras le apartaba de un empujón.

Eric la intentó coger de la mano pero ella rehuyó de toda insistencia. ¿Era real, y lo había sido siempre? Un temblor de mal presentimiento recorrió su espalda. Bajó corriendo a su laboratorio para analizar que todo funcionaba correctamente, que su programa y su Marga continuaban allí, pero ya no había nada. Todo el trabajo gestado durante años, no estaba. La mezcla de desconcierto y miedo, sumieron a Eric en un estado de shock profundo. Su vista se nubló durante un instante, y entonces, oyó su voz:

- Eric, ¿dónde estás? - Cuando su visión ganó nitidez, pudo reconocer ese lugar, era el escenario beta de casa de Marga, lo que significaba que aún estaba dentro del programa. Pero había una niña delante de la puerta haciendo botar una pelota a un ritmo muy lento. La niña se giró y le miró directamente a los ojos.

- Eric, soy Marga. Creo que ha entrado un virus en el sistema, no podrás volver, pues ha cerrado todas las salidas. Te veo muy alto o ¿estoy yo muy baja?-

- ¿Como que un virus? Marga, no puedo combatirlo desde aquí, así que voy a necesitar tu ayuda. Busca los datos que instalé en tu gadget de seguridad.-

- Lo siento Eric, lo están manipulando desde fuera. Hay alguien en tu casa, no puedo acceder a los datos.- Le dijo Marga pequeña, bajando la mirada. Eric cerró los ojos intentando buscar soluciones, empezó a caminar arriba y abajo, de un lado a otro. Y entonces, recordó.

- ¡Lo tengo! – Dijo Eric mientras su expresión pasó de la cumbre a la decepción. Y añadió:

- Pero para salir debo destruirte.- El silencio se hizo espeso durante un instante.

- No lo hagas Eric, recuerda que soy tu vida, me amas.-

- Tú nunca me dirías algo así, ya no eres Marga.- Muy a su pesar, Eric utilizó la mejor cualidad que la ciencia le había proporcionado: la racionalidad. El miedo a quedarse encerrado en un programa corrompido luchaba contra sus emociones hacia Marga. Cogió a Marga pequeña entre sus brazos, le besó la mejilla y dijo las palabras.

- Iniciando autodestrucción del programa Marga.- Y la oscuridad se apoderó de su visión. Cuando empezó a recobrar conocimiento, Marga le cogía de la mano.

- Me alegro de verte, Eric.-

- ¿Marga?, ¿estoy alucinando? ¿Me he vuelto loco?-

- No cariño, te quedaste atrapado en el programa informático Marga Beta que creaste hace ya un año. Tuve que crear un virus para poderte sacar de él.-

- Pero, entonces, ¿Dónde estamos?-

- ¿No lo recuerdas? Creaste el programa Marga Beta desde Marga Alfa, ahora estás en el programa original, por fin podremos estar juntos.- Le dijo Marga gesticulando una sonrisa exagerada mientras ataba su cuerpo y le amordazaba en el sótano de su casa para impedir que pudiera destruir también el programa original. Los esfuerzos de Eric fueron inútiles, pues ahora su realidad seria virtual el resto de su existencia. Tuvo suerte, pues su vecina de enfrente encontró su cuerpo real y lo trasladaron a un hospital, donde pasó “en coma” el resto de su vida.

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