lunes, 27 de octubre de 2008

TERRAZAS DE VERANO EN BCN
Relaciones urbanas

Agosto. Las 8. Es viernes.
Me pongo a buscar en mi agenda cultural digital un plan para hoy.
Slam poetry, videoarte, cyberpoesia…
La oferta es virtualmente infinita, pero palpo una temperatura tan agradable
esta noche que lo que realmente me apetece, es sentarme en una terraza al aire libre, a encontrarme con ella.
Aunque no será por la tranquilidad que se respira, porque solo de imaginármela, ya me veo repartiendo disculpas a diestro y siniestro al atravesar un camino de mesas y sillas
viendo como se cae más de un bolso al suelo a mi paso entre ellas, antes de llegar
a la puerta del bar.
Mientras espero a que me acomoden en una mesa ya que no hay ninguna libre, observo a todo el entramado social que charla bajo una luna llena provocadora, consumiendo cañas.
Entre sentimientos de ilusión, añoranzas, miedos, celos, frustración…se tejen miles de conversaciones paralelas que flotan en un mismo espacio que en este momento
solo observamos la luna y yo.
Cada persona es una historia. A veces observo a la gente desde arriba, por la ventana de mi habitación, y me imagino como a su paso cada persona va dejando de rastro una estela, la de su vida, la de su propia historia. Estelas que se entrelazan mientras una persona y otra se cruzan.
Historias que de hecho, como una huella dactilar, dan forma a sus reacciones, aspiraciones, fisonomía y manera de caminar.
En esta terraza, Roberto quiere a Ana pero no se atreve a decírselo, Irene deja el país para siempre, Oscar sospecha que Paula le engaña, a Sergio lo han ascendido, Raquel está en plena crisis existencial, Carlos está planeando un cambio de rumbo laboral, a Silvia le diagnosticaron algo feo, César ha conocido a alguien interesante, Marta confiesa su secreto y Carol está gestando en su interior, en primera y segunda persona, una nueva vida...
Ojala hubiera una carta de sentimientos positivos y el camarero pudiera servir
un poco de esperanza, motivación y serenidad a modo de tapeo. Un menú degustación.
Pero me alegro de que en esta era digital, la estación, temperatura u horario estival
hagan desaparecer esta noche entre unos y otros, una pantalla.
Intercambiando todas sus impresiones en un chat real convertido en un cara a cara.
Esa cosa que gesticula y transmite que te hace empatizar con el de enfrente sin hablar.
Esta terraza podría ser un facebook a pequeña escala.
Esta es la nueva modalidad de relaciones sociales en esta ciudad.
El teclado además de llevarte a un nuevo trabajo, casa , novio o amistad, ahora como en un corta y pega nunca fue más fácil ser amigo de los amigos de tus amigos o de quien no conoces teniendo acceso a un pedazo de su estela colgado en un perfil.
Perfiles que suman, restan, planean, comparten,
solo que en el chat real no te agregan con tanta facilidad.
Mientras espero mi mesa, me pregunto:
¿En cuántos gigas cabe tu dolor? ¿Dura más el amor en HTML? ¿Adoras cada píxel de su piel y no te responde a los mails? ¿Puedes cambiar el formato de tus ideas? ¿activar tu antispam en lo que te colapsa? ¿minimizar tus angustias? ¿ hacer doble clic a tus proyectos? ¿Porque no llevas ese recuerdo a la papelera de reciclaje?

Cristina Morales

2 comentarios:

Jari dijo...

Interesante reflexión... me gusta la comparación entre el mundo "real" y el "cibernético"...metáforas muy bien encontradas!

Jara

Anónimo dijo...

La verdad es que aún no me he creado una opinión definitiva sobre las nuevas relaciones virtuales.
Para algunas personas son las únicas, pero se pierde el contacto visual, el lenguaje corporal...

Muy bien explicado y unas comparaciones muy acertadas.