domingo, 26 de octubre de 2008

Raimunda, emperatriz

Aurelio desenroscaba una botella de Soldepeñas cuando un grupo de jóvenes enclenques con gafas de pasta y gabardinas Paul Smith irrumpieron en el bar, cargados de cámaras de vídeo y micrófonos, dando alegremente los buenos días. El viejo y destartalado bar Castillo quedó sumergido al instante en una nube de perfume Yves Saint Laurent.
‒Con la prensa hemos topao –dijo Aurelio con voz de trueno, acercando el Soldepeñas a los vasos vacíos de Paco el Sordo y Matías Zapatones, que esperaban religiosamente su tercer lingotazo de la mañana–. Y, díganme, ¿qué se les ofrece?
‒Trabajamos para la revista As de Corazones. Nuestro equipo de investigadores ha descubierto que una tataranieta de la emperatriz Sissi vive aquí en Villanueva de la Cruz.
El vino cayó, glup glup glup, coloreando de grana dos vasos achatados.
‒… Sissi, de la dinastía de los Habsburgo, ya sabe. Uno de los descendientes de su hija María Aurelia huyó al oeste tras la derrota del imperio austrohúngaro en la Primera Guerra Mundial. El rastro nos lleva a la señora Raimunda Cañizares. ¿La conocen?
‒­Sí, hombre, la primera calle a la izquierda, el solar del fondo. Pero la Raimunda no es de Burgos, ¿eh? Ustedes están confundíos.
El grupo de periodistas entró en el lugar indicado y se abalanzó, cámaras encendidas, sobre la pareja de rollizos cincuentones plantados en mitad del habitáculo. El hombre, en mono de faena azul regado de salpicones oscuros y boina gris, arrinconaba montañas de excrementos a palazos. Tras él, una vociferante treintena de cerdos estrujaban sus hocicos cuadrados contra el cercado de alambre y, a su lado, una mujer de pelo gris revuelto y mejillas sonrosadas sostenía en vilo a un bebé cerdito por las patas traseras, mientras le trababa las delanteras con las rodillas.
‒Pero Anselmo –aulló la mujer, entre el estruendo de flashes y preguntas–, lo último que me esperaba de ti es que llamaras a los de Sorpresa, sorpresa.
El hombre se rascó la coronilla, metiendo sus dedos callosos por debajo de la boina.
‒Esperen que acabe con el gorrino y ahora hablamos, ¿eh? –Raimunda acercó la mano derecha a la entrepierna del cerdito. Retorció la bolsa escrotal, lo que provocó un desesperado berrido del animal. En mitad de la operación, recordó la presencia de las cámaras y les dedicó una amplia sonrisa, arqueando artificiosamente la cabeza hacia un lado, como las estrellas de celuloide. Luego, de un brusco tirón, arrancó los testículos del cerdo.

Aurelio cruzó sus peludos antebrazos frente a una hilera de polvorientos botellines de tónica Schweppes recién abiertos. El bar estaba en silencio salvo por las arcadas de la redactora jefa en el lavabo.
‒Y díganme –Aurelio se dirigió muy seriamente a los rostros blancos y desencajados del equipo de As de Corazones–, ¿van a ver ustedes pronto a la Pantoja? Pues díganle de parte de un servidor, Aurelio Castillo, que se deje de mamoneos sentimentales y se dedique a cantar como dios manda.


Esteban Muñoz
Curso: Práctica del cuento moderno



5 comentarios:

Aula de Escritores dijo...

Esteban, tu cuento me ha hecho reir mucho! que gracioso!
has sabido utilizar la noticia muy originalmente, me ha gustado, felicidades.
David

Aula de Escritores dijo...

Muy divertido. Hay algunas imágenes de esas que recuerdas al cabo de un rato de haberlo acabado y te hacen reír. Aunque mi cuerpo todavía no ha sido capaz de digerir lo ocurrido con el gorrino (Dios...).

Manuel Santos.

Aula de Escritores dijo...

Muy original y divertido! Coincido con Manuel Santos en lo del pobre cerdito.... me rei y tuve asco tambien.
Enhorabuena! Espero que el mio que va del mismo tema tambien te guste.
Libertad Ordovas Joven

Anónimo dijo...

¡Ay qué risa!
Muy bien, me ha sabido a poco. Pero qué imágenes se llega una a imaginar.

Aula de Escritores dijo...

ES BASTANTE GRACIOSO COMO RETRATAS LA NATURALIDAD IGNORANTE, INCLUSO GROSERA, CON LA CUAL RAIMUNDA DIGAMOS DESPACHA CUALQUIER POSIBILIDAD, CREO QUE LO INTENTAS DECIRNOS ES EL ABSURDO FATAL NO LA CONFUSION, SI NO LA CREENCIA OBSESIVA EN UNA SUPOSICIÓN QUE HASTA QUE NO LLEGAMOS A SUS LIMITES EXTREMOS, NO NOS PERCATAMOS DE SU SINSENTIDO.
UN SALUDO.
...SOMBRAS...