sábado, 12 de noviembre de 2011

TARDE DE PLACER Y MUERTE (David Rubio Sánchez)

Tarde de placer y muerte

El encargo que recibió el Sr. López era muy simple; un precio, una foto y un mensaje en clave para confirmar su ejecución. El dinero ya estaba en el banco, el tipo de la foto estaba atado a una silla, con una rodilla deshecha por una bala, y en dos horas llamaría a su cliente para decirle “Soy Frank, fly me to the moon”.

No le costó doblegarlo y desde que lo inmovilizó sólo profería súplicas y ruegos a su Dios para que lo salvara. Esa tarde, el Sr. López tenía tiempo y, harto de sus rezos que continuaban incluso después de haberlo amordazado, le dijo: – Confías mucho en que venga tu Dios, pues bien te doy media hora para que venga a salvarte, son las cinco-. Recogió la mochila, donde guardaba sus herramientas, para ir al lavabo y curiosear por la casa, que parecía sacada de un catálogo de Ikea, con su pequeño jardín incluido. El tipo se quedó rezando, rabioso y resignado.

Dar media hora de esperanza a ese tipo le pareció morboso y excitante. Cualquier psiquiatra diría que la personalidad del Sr. López se formó en su infancia cuando fue abandonado por sus padres y en el colegio era blanco de las bromas de los demás niños por su doble condición de gordo y estudioso. Quizás ello pudo influir en su desprecio por los demás y su sentimiento de superioridad, pero sobre todo era el placer lo que guiaba sus acciones. En la carrera de medicina aprendió que el funcionamiento del hombre es pura física y química, y el placer era una liberación de dopamina en el cerebro cuando recibía ciertos estímulos. Y el sr. López los encontraba provocando el dolor humano. Nunca sintió culpa por sus actos como nadie la siente cuando degusta un pato a la naranja sin imaginarse a ese tierno ánade jugando con un niño. Al principio sólo mataba a mendigos y ancianas pero, como lo contrario al placer no es el dolor sino el aburrimiento, poco a poco encontró más importante la preparación morbosa del ritual del crimen que el acto en sí, acabar con el alma de la víctima antes que con su cuerpo. Entretanto decidió sacar partido de su vocación siendo asesino a sueldo. Ahora cercano a los cincuenta años le excitaba la incertidumbre de saber qué cosas podría llegar a hacer sin ser detenido. Las leyes humanas se habían mostrado inútiles para ello, quizás por eso le pareció excitante retar a Dios. Hacerle ese requerimiento expreso para que le impidiera asesinar a ese tipo atado a la silla le pareció la mayor prueba para la impunidad de sus actos. Si se manifestaba dejaría de matar, si no, por lo menos se habría divertido jugando con las esperanzas de su víctima.

Eran las 17:08, cuando entró en el dormitorio principal, había una sola foto de una adorable madre y su hija de unos doce años. Le pareció raro que el tipo no apareciera en ella. Más extraño le resultó no encontrar ninguna ropa de hombre en el armario. Revisó la foto que le había entregado su cliente. Sin duda el tipo de la foto era el que estaba en la silla pero en esa casa no parecía que viviera ningún hombre. Fue al lavabo y tampoco encontró espuma de afeitar. Lo estuvo siguiendo durante todo el día y lo vio abrir la puerta con llave por eso dio por supuesto que vivía allí, pero se equivocó. A lo lejos oyó un teléfono.

Volvió al salón tenía que hablar con el tipo.- No sé por qué te quieren muerto, me da igual, tampoco sé qué haces aquí, imagino que la mujer de la foto es tu mujer y la niña tu hija pero parece que tu visita es tan inesperada como la mía- El tipo lo miró expectante y gotas de sudor surcaban su mordaza. – Eso sólo puede significar que vienes a castigar o a perdonar, a mí no me importa porque te mataré igual salvo que tu Dios lo impida- El tipo gruñía quería decir algo mientras el Sr. López le hablaba. – Escúchame, no sé si valoras más tu vida que la de ellas pero si vienen las tendré que matar pero si acabo contigo ya me marcho y sólo tendrán que preocuparse por limpiar la alfombra, ¿aprieto ya el gatillo?. El tipo negó con la cabeza. El Sr. López rió y se quedó imaginando lo que podría disfrutar si llegaran, las dos.

Eran las 17:15 horas cuando la puerta de la calle se abrió en medio de una discusión entre madre e hija sobre una fiesta. No fue difícil reducirlas. Bastó con coger a la joven y apuntarle a la cabeza. La madre se arrodilló, dejándose atar y amordazar sin oponer resistencia. Cuando terminó de hacer lo propio con la hija las arrastró hasta el salón y las arrojó al sofá. La mujer era más hermosa que en las fotos. Tenía el rímel corrido, resaltando sus ojos verdes, brillantes por las lágrimas. Eran las 17:20 horas. El Sr. López se sentó en el sofá, entre ellas, y empezó a sentir ese calor en su pecho, esos escalofríos que le erizaban la piel mientras acariciaba la mejilla de la mujer que llevaba una camisa bajo su chaqueta blanca, con botones. Su cabeza se desbocaba, no podía contener su deseo. Se sentó sobre las piernas de la mujer y comenzó a arrancar los botones de su camisa dejando al descubierto su escote mientras ella se retorcía moviendo su cabeza de derecha a izquierda. Eran las 17:29 horas.

El plazo expiraba, tiempo tendría después de saciar su lujuria. Mordió el pecho de la mujer y se levantó. Cogió la pistola y encañonó al tipo que respingaba en la silla fuera de sí. Justo entonces sonó un teléfono, era el mismo timbre que escuchó minutos antes y procedía del bolsillo de la americana del tipo. Ring. El Sr. López comenzó a presionar el gatillo. Ring. Gemidos y pataleos histéricos procedían del sofá. Ring. El reloj marcaba las 17:30 horas. ¿Podría ser?, se preguntó mientras extraía el teléfono del bolsillo. Era un número privado, respondió con cautela -¿Diga?-, - ¡Escúchame!, ¡Soy Dios, aborta el encargo, sal de ahí! El Sr. López se apoyó desconcertado sobre el armario tratando de explicarse lo que había sucedido. ¿Así se manifestaba Dios?, no quería creerlo, pero esa llamada se había producido dentro del plazo y tenía que pensar qué podría significar. Cogió el cuchillo, cortó las ataduras de la mujer, recogió su mochila y se marchó.

Ésta sólo se movió cuando oyó cerrarse la puerta. Primero liberó y abrazó a su hija. Luego auxilió al hombre que estaba atado en su comedor con una herida de bala en la pierna. ¿Y Ud. cómo ha llegado aquí?, preguntó mientras le liberaba las manos. Sin embargo no fue gratitud sino ira lo que reflejaban los ojos del tipo quien, una vez libre, se abalanzó sobre ella, estrangulándola. Entre gritos la niña golpeaba en la espalda del agresor pero éste en ningún momento aflojó su presa. Cuando la mujer murió el tipo se levantó apoyándose sobre la silla, necesitaba reponerse del miedo que había pasado esa tarde. Había entrado en esa casa como verdugo y fue humillado, golpeado como una víctima. Miró a la niña abrazada a su madre. ¿Y ahora qué hago contigo?

Pese a la herida de su pierna logró llegar al coche, ayudado por un paraguas que encontró en el recibidor de la casa. Lo habían visto salir y pronto llamarían a la policía. Arrancó. Al cabo de un rato cogió su teléfono, tenía que confirmar la ejecución del encargo para el que fue contratado. – “¿Dios?”, soy “Jesús”, “María” ya está en el cielo-. Al otro lado del móvil se escuchó un grito – ¡Maldito seas!, me arrepentí y te llamé para que no la mataras,… ¿y mi hija?, ¿qué le has hecho?-. El tipo sonrió, rememoró la cara que se le quedó al asesino cuando respondió a la llamada de su móvil y entendió la irónica casualidad que le hacía seguir viviendo, un simple mensaje en clave en el momento oportuno con el receptor equivocado. – Su hija está bien, en su encargo sólo constaba su exmujer- y colgó pensando en que dejaría su “oficio”, por supuesto después de descubrir quién había encargado su muerte.

5 comentarios:

Lusch dijo...

Hola David, me ha gustado mucho tu relato, la historia en sí y cómo la presentas, bien, tiene enganche.
Dos detalles, que en esto consiste criticarse: Creo que el título es mejorable y... es poco creíble que López se haya ido sabiendo que los afectados podrían reconocerlo y denunciarle, no creo que un asesino a sueldo deje cabos sueltos, primero se aseguraría su impugnidad.
Bueno.
Pd: ¿Estás en el curso de novela o narratividad?
Un saludo.

DAVID RUBIO dijo...

GRACIAS LUSCH,
Estoy en el de introducción a la escritura conceptos técnicos y composición literaria.
En lo del título estoy contigo, no me gustan los títulos tipo calma total, máximo riesgo, títulos que se pueden aplicar a cualquier historia. Pero se me acababa el plazo de entrega y no me decidía: La piel del cordero, Visita inesperada, El Encargo, Un simple encargo, y alguno más, me decanté por éste pero no es el que más me gusta, por ejemplo en el otro relato que he publicado El Reino robado me parece el único título posible.
En cuanto al hecho de que lo reconozcan, bueno el sr. López es un asesino a sueldo pero sólo para ganarse la vida. lo que a él le motiva es provocar sufrimiento, busca el morbo a través de la transgresión. por eso propone el pacto con el tipo busca provocar a Dios para que intervenga de forma directa. Al recibir la llamada digamos que se queda tocado como cuando pillan a un niño robando chuches, lo que quiere es desaparecer, además no podía matar a nadie dado que Dios había intervenido y en eso consistía el pacto.
De todas formas pensaré como explicar esto mejor en el relato.
Gracias

Lusch dijo...

Hola David, había pensado mientras lo leía en algo con "bitácora"...ejm: bitácora de un asesinato frustrado jaja, y en cuanto a López, creo que sólo faltaría un detalle de ese "quedarse tocado", algo que lo vuelva absurdo, dado que la situación pierde lógica para él. Insisto me gusta lo que se cuece en tu cabeza :)
Me alegra que podamos intercambiar críticas, es lo que alimenta el esfuerzo por mejorarlos.
pd: Estoy en el Curso de Creatividad, estructura y narratividad.

María Revilla dijo...

¡Hola David! He leído tu relato y me encanta la historia, me parece buenísimo el final. Vaya ironía, que casualidad, en fin, que me ha gustado mucho. Leí la primera versión y la tuve que releer porque había cosas que no entendía muy bien ¿quién era quién? etc Pero con los cambios que has hecho ahora, está todo mucho más claro. Gracias por estos momentos.

DAVID RUBIO dijo...

GRACIAS MARUTXI, AH! ERA YO QUIEN TE ENVÍO ESE COMENTARIO NO ME DÍ CUENTA DE COMO SE ELEGÍA LA IDENTIDAD
UN SALUDO