miércoles, 2 de noviembre de 2011

El fin de la inocencia (María Revilla)

El fin de la inocencia


Sentía frío, sentía hambre, pero sobre todas las cosas, sentía miedo. ¿Cómo había llegado a esa situación? No estaba segura, intentaba revivir, recordar aquellos días del pasado. Cerró los ojos y pensó en su familia, en su casa, ese lugar cálido y seguro que nunca debió abandonar. ¿Por qué no hizo caso a su padre cuando le advirtió sobre Marcos? A pesar del tiempo transcurrido, todavía podía sentir la fuerza de sus manos aferrándose a su cintura, todavía podía escuchar aquella música de fondo, distinguir las luces de la verbena... Era peligroso, pero ¿qué sabía ella de mítines, de sindicatos ilegales o ideas revolucionarias? Ella solo entendía o creía entender lo que sentía cuando él la estrechaba entre sus brazos, lo demás no importaba. ¿Qué podía sucederla? nada, él la protegería. Pero, cuando llegó el momento, no lo hizo.

Dejó todo por él, no solo su casa, también su pueblo y su trabajo para seguirle a la capital, se dejó seducir, su padre diría “engañar”, por aquellas ideas revolucionarias e hizo suyo el famoso No pasarán. Se instalaron en una pensión, él con documentación falsa. Se enteraría después, cuando desapareció, cuando la abandonó a su suerte la mañana que los policías llamaron a su puerta. ¿De dónde habían salido aquellas armas? Y ¿toda aquella propaganda antifascista? ¿A dónde iba él en realidad cuando decía que tenía que trabajar? Ella no lo sabía, ella solo sabía lo que él le contaba, lo que él quería que supiera, nada. “Es por tu bien”, respondía Marcos cuando ella se empeñaba en saber. Y al final supo, se lo hicieron entender a golpes, en una sala vacía, de azulejos fríos, apenas iluminada por una bombilla desnuda y rodeada de hombres que la miraban con ojos llenos de odio, de asco, de rencor, como si no mereciera ni siquiera el aire que respiraba, ni las ropas hechas jirones que apenas cubrían su cuerpo. Así, golpeada, humillada y rota despertó rodeada de otras mujeres, todas como ella, sucias, sangrantes, derrotadas. Se podía oler el miedo, incluso tocarlo.

Aun así, se sentía tranquila, confiada, pronto acabaría todo. Su padre no, su padre nunca la había fallado, iría a buscarla y la sacaría de allí. Volvería a casa, todo sería como antes, antes de que él apareciera en su vida, antes de que él apareciera en aquella verbena de verano para robarle un baile, una ilusión, la vida.


María Revilla

2 comentarios:

Aula de Escritores dijo...

HOLA MARUTXI,
Como te dije en el foro me encanta como escribes. consigues frases hermosas "Sentía frio,.." "se lo enseñaron a golpes", el párrafo final que en poco espacio resumen el ánimo de la prota, me parece muy bueno en un relato.
En cuanto al relato escribes una historia pero el tiempo del relato es demasiado largo y por eso pierde intensidad. Esta intensidad la consigues en el segundo que he leído. Un saludo

Marutxi dijo...

Supongo que eres David... es que ando un poco lenta con el Blog. Estoy intentando leer todos los relatos y lleva tiempo. Saludos y gracias por los comentarios!!