sábado, 2 de abril de 2011

Cruce de Caminos

Ella estaba en el borde del camino, tal vez contemplando el súbito vuelo de un pajarillo, entre los árboles, el bosque frondoso que se abría en adelante, como un gran edificio imposible. El camino es poco transitado, callejuelas de arena que se abren paso entre campos, donde a lo lejos se ve la silueta de un payes encorvado hacia la tierra, y la brisa canta su lenguaje sereno. A la chica le gusta estar allí, es un lugar anónimo, un espacio donde no eres juzgado, la naturaleza es un sabio que arropa con su calma y su sabiduría. Y la chica siente que ella también se desvincula de su identidad mundana; se siente otra, libre; libre de su pasado, libre del mundo, una flor en la brisa. Camina, se adentra en el bosque. Contempla las formas y los colores, la inmensa riqueza: se adentra en ramas ondulantes como serpientes adormecidas, árboles míticos; la luz del Sol baña el interior del bosque y hace un contraste de sombras e hilos de luz que danzan con la brisa. Es un mundo primordial, originario. La chica no recuerda como ha llegado hasta aquí, pero no se quiere ir, todavía. Por el camino, pasa un joven. Viene caminando, paseando; no parece ir a ningún lugar, solo camina, se deja llevar. Y la ve. Recostada contra un árbol a la entrada del bosque. Le hace un tímido saludo, y prosigue su camino. Pero de pronto se da cuenta de algo: la imagen no es habitual, una hada en su bosque, eso piensa, i se gira a mirar. La chica sigue allí. Y él siente que ella lo espera, piensa que ella es diferente, diferente a todo, huida del sistema, lejana a las costumbres que hacen de la vida una obra patética, ella es pura vida libre, la palabra articulada por vez primera, lo visto con ojos limpios, nuevos, y decide ir hacia ella. Se reconocen el uno al otro , igual que la tierra y el agua, igual que la sed de las plantas, un deseo nacido… Y hablan, pero con palabras viejas, sepultadas en el interior, hablan; y ese discurrir del habla se confunde con las flores y las ramas, es un habla lejos de todo, casi un idioma diferente. No tienen necesidad de ocultarse nada, se ven como espejos claros, y el amor florece entre ellos. Son la raza humana desnuda, la libertad primera. El bosque arropa la unión, el camino arenoso conduce a eso, les conduce a eso; A esa libertad. Pero de repente pasa una persona en bicicleta; Un coche deja su estruendo en el camino; un grito lejano les hace darse cuenta de algo, y saben que se tienen que separar. Tal vez puedan quedar otro día para tomar un café, o ir al cine… Tienen miedo. -Nos volveremos a ver?. –pregunta el chico. -Siempre podremos vernos, pero no quiero saber nada de tu vida. -Yo tampoco. –dice él. - Solo sabremos esto, este sitio. Tu alma, mi alma… - Donde nos veremos? La chica sonríe y le besa: -En el cruce de caminos, lejos, muy lejos…

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