jueves, 9 de julio de 2009

RETRATOS

“A todos los hombres
Les son necesarios los dioses”
Homero

Aquellos ojos fríos no cesaban de mirarlo.
Místicos e inertes, pétreos y también penetrantes le encajaron la mirada, haciéndolo salir de aquel mundo de letras en el que se encontraba inmerso.
Estaba leyendo tranquilo en su estudio, sentado en su sofá preferido cuando sintió esos ojos muertos llenos de vida violar su intimidad.
Era ese cenicero que su abuela le había regalado aún en vida. Encajaba a la perfección en aquel extravagante mundo que era su estudio. Una replica del gigantesco monolito de La Coyolxauhqui adorna su entrada. Estanterías rebosantes de libros recubren las níveas paredes del lugar. En la esquina derecha una efigie del Buda Shakyamuni, tallada en madera de la India, permanece serena e imperturbable. Pilas y pilas de libros acomodados inmaculadamente en el suelo forman torres inamovibles que traen a la memoria antiguos castillos feudales, y a manera de remate, como fieles custodios de esas torres, una vela aromática por aquí, otra más por allá. Un globo terráqueo viejo y desgastado, dejado a su suerte por algún Atlas no tan titánico, encuentra reposo en el escritorio de Camilo. Un Quijote de tamaño natural tallado en madera de Morelia, por aquí. Una Biblia abierta casi al final, mostrando la representación de “La Última Cena” del maestro Leonardo, por allá.
Fotos por todos lados también. Al fondo de su estudio, el “Deluge” en formato original que el mismo La Chapelle le obsequió tiempo atrás.
Pero aquellos ojos no cesaban de mirarlo.
Era un elefante de marfil del tamaño, talvez de un gato. Inmaculado. Sin edad. Un elefante con un orificio cóncavo en su lomo que hacía las veces de cenicero.
Era un cenicero de elefante.
-¿Porqué tienes un cenicero tan grande si tú no fumas abuelita?- Le había preguntado Camilo muchos años atrás.
-Eso parece, ¿verdad?- Le contestó la abuela.- Pero no es un cenicero común y corriente como el que usa tu mami. No es para poner colillas de cigarros ni mucho menos la ceniza de éstos. Es especial mijito. Es para depositar secretos, y si te sabes ganar su confianza te compartirá todos los que él sabe-.

De chico, su madre solía llevarlo todos los domingos después de misa a casa de su abuela mientras ella atendía asuntos diversos: comprar la despensa, terminar algún reporte semanal para entregar en la oficina a primera hora del lunes, conectarse a la televisión un par de horas o simplemente darse un merecido descanso lejos del hogar, del trabajo y de Camilo.
Odiaba la manera en que la vieja loca de su suegra envenenaba la mente del pobre de su hijo con sus seniles incoherencias.
-Dice mi abuelita que el mundo se echó a perder desde el día en que papá sol mató a mamá luna- Le contó Camilo a su madre un día, durante el camino de regreso a su casa, cuando ésta dijo algo acerca del caos reinante en la ciudad.

Una tarde, llegó Camilo como de costumbre a visitar a la abuela. Llevaba tiempo que hacía postrada en cama debido a una osteoporosis ya avanzada e invalidante, con la que cargaría hasta el día de su muerte.
A él le encantaba pasar las tardes en la habitación de su abuela. Era como estar en un museo.
Sobre su escritorio había incontables libros de toda clase apilados uno encima de otro. Nuevos, viejos, desojados y despastados. Leídos y releídos. Un busto del Quijote, de papel maché, se asomaba sobre la pila más alta. Rematando cada pila, una vela aromática. Las de coco eran sus favoritas.
Sobre la mesita de noche, un florero con deliciosas casablancas aromatizaban la habitación. En su pared izquierda, un Cristo bellamente trabajado en cerámica colgado de una cruz de madera negra parecían sostenerse del tiempo mismo; y justo por debajo de ésta, una representación de ” La Última Cena” trabajada en cerámica también. Decenas de fotos ocupando portarretratos de diversos materiales colgaban de las paredes. Una pintura de trazos deformes y plagada de colores vívidos, chillantes y difusos adornaba su cabecera. En su esquinero de repisas había más libros, velas y fotos. En la repisa central la figura tallada en madera de Prajñaparamita: la perfección de la sabiduría: Buda, madre de todos los Budas.
En la última repisa, un enorme cenicero del tamaño, talvez de un gato, de marfil puro, radiante y con la graciosa forma de un elefante custodiaba vigilante y eterno la habitación.

Esa tarde, Camilo llegó a casa de su abuela con humor sombrío.
-¿Qué pasa mijito? ¿Estás enojado?- preguntó la abuela.
Camilo refunfuñó, frunció el entrecejo y se cruzó de brazos.
Luego dijo que no entendía nada de dios. Dijo que, más bien, no entendía cómo ni porqué existían tantos dioses falsos ni porqué la gente los adoraba ni porqué dios había hecho un lugar tan feo como el infierno para castigarnos a todos y principalmente a toda esa gente que seguía a esos dioses malos y falsos.
-¿Quién te ha dicho eso mi amor?-preguntó la abuela.
-El padrecito lo dijo hoy en su sermón abuelita. Y dijo un montón de nombres de dioses raros que yo nunca había escuchado y dijo que el Papa había dicho que el infierno “¡sí existe y que es eterno!”.
¿Quiénes son esos dioses abuelita? No entiendo. ¿Es mala la gente que cree en otros dioses? Dime. ¿Esa gente se va al infierno?-.
La abuela acarició la cabeza de su nieto y luego con su mano, arrugada por lo años y suavizada de amor, acarició la cabeza del pequeño Camilo.
Luego palmeó su mejilla derecha con ternura un par de veces y le dijo:
-Camilo, Camilo, mi niño.
Te voy a contar una historia y quiero que me pongas mucha atención.
¿Recuerdas lo que te dije una vez de mi elefante de marfil?
-Sí abuelita- e inmediatamente el niño volteó a la derecha en donde el cenicero impoluto y radiante yacía inamovible en la última repisa del esquinero. Luego volteó hacía su abuela,-¿y eso qué tiene que ver?- le espetó desconcertado.

-Pues él me ha contado un secreto- dijo la abuela- y hoy te lo voy a contar a ti-. Y le pidió que lo trajera a la cama y lo pusiera en su regazo.
Camilo lo hizo con cuidado y ceremoniosamente lo colocó entre los brazos de su abuela. Luego se sentó a su lado.

-Hace mucho tiempo, este cenicero que ves aquí, fue un elefante de verdad, él mismo me lo contó y un puñado de ciegos, venidos de una tierra de ciegos, fueron conducidos a él, con la esperanza de poder conocer, tocar y saber cómo era El Elefante. Así pues, al llegar al lugar indicado y al estar en su presencia se dispersaron en torno a él y cada uno de los ciegos, rodeando al magnifico animal, comenzó a palpar una parte diferente de su colosal cuerpo. Estaban atónitos y embelesados. Unos tocando la pierna, otros la enorme trompa. Otros, la delgada y peluda cola. Unos más, los colmillos. Uno, el más tímido de todos, ni siquiera se acercó, y al escuchar su fuerte estampido, corrió despavorido.
De vuelta en la tierra de los ciegos, los otros, que también eran ciegos, les preguntaron cómo era El Elefante.
Los que tocaron las piernas afirmaron: “El Elefante es fuerte y duro. Ancho y grueso como una gran palmera, en la cual, se sostiene el mundo”.
Los que tocaron la trompa dijeron: “Eso no es cierto. El Elefante es una gran manguera arrugada con dos orificios al frente por donde surge la vida”.
Los que tocaron la cola enfurecieron: “Ustedes mienten,- dijeron- El Elefante es una cuerda, no tan larga, no tan corta; suave y con cabellos en su punta con los que el mundo se viste de belleza.”- Afirmaron estos.
Entonces hablaron los que tocaron los colmillos: “¡Ninguno de ustedes sabe lo que está diciendo! Nosotros hemos atestiguado su verdadera grandeza. Nosotros hemos comprobado que El Elefante es sólido como la roca. Suave y frío como el agua. Y es puntiagudo como una espada y de un filo casi letal que nos protege a todos de nuestros enemigos.”
Para cuando terminaron estos últimos, un murmullo ensordecedor envolvía el lugar.
Habló entonces el ciego tímido: “Yo no sé si ustedes tengan razón- dijo- pero El Elefante es un ruido estruendoso, ensordecedor y escandaloso, que hace que se cimbre la tierra, que los cielos se rasguen y lloren a cantaros, que hace a los astros enloquecer, a los volcanes escupir fuego y que despierta con su fuerza la vida en la tierra.”
Y entonces comenzó la discusión.
Era un griterío insoportable. Todos gritaban. Nadie escuchaba.
Todos decían tener razón. Nadie quería estar equivocado.
Todos decían decir la verdad. Afirmaban que los demás, no.
Fue todo un pandemonio.
Así pues, cada cual tomó un camino distinto, guiando a los ciegos que había podido convencer tras de sí. Y se separaron. Y nunca supieron que todos ellos tenían razón, pues únicamente habían podido palpar una ínfima parte del enorme cuerpo de El Elefante. Todos pues, dijeron la verdad. Alegórica, pero al fin y al cabo la verdad.

Camilo comenzó a rascarse la cabeza y frunció el entrecejo.

-Todos esos dioses que mencionó el padrecito son el pilar de algunas religiones. Las religiones Camilo son maneras de explicar el origen de la vida y el universo. Son “verdades alegóricas”. Nada más. Forman parte de un todo. De una fuerza creadora que va más allá de nuestros límites y nuestra imaginación. De esa fuerza que permite que el
milagro de la vida sea posible. El hombre a lo largo del tiempo le ha dado forma, esculpido cuerpo y dibujado rostro. Le ha llamado de mil y una formas. Pero al final de cuentas es la misma fuerza creadora, la misma energía suprema, el mismo dios: el mismo “elefante”, y la humanidad somos esos ciegos, que afanosos de contestar preguntas sin respuesta: de explicar lo inexplicable, hemos querido abarcar algo tan grande y tan fuera de nuestro alcance que solamente hemos tocado una mínima parte de ese todo. De ese dios. De ese “elefante”. Y todos vemos lo mismo, o mejor dicho, “tocamos lo mismo”, sólo que por diferentes lados y cada quien lo explica como puede.
Del infierno, no te puedo decir mucho. Salvo que estoy convencida de que no existe después de la muerte. Realmente no creo que exista un dios que si con tanto amor nos creó sea capaz de mandarnos por toda una eternidad a un lugar tan horrible de tormento y de castigo como es el que dice Dante haber visitado.
¿Sabes lo que creo mi amor? El infierno lo vivimos aquí en la tierra y lo creamos nosotros en base a nuestras propias decisiones.
No hay una religión buena o mala, que sea la única y la verdadera.
Está en cada persona el decidir en que quiere o no quiere creer.
Ése fue el regalo más grande que se nos pudo dar, la capacidad de discernimiento, de elección: el “libre albedrío”.
No hay ningún dios que premie o castigue por lo que hacemos o dejamos de hacer. Lo que sí, todos somos responsables de nuestras decisiones y actos, y esclavos somos de las consecuencias que de ellos se derivan.
No son premios, recompensas, castigos o maldiciones las que después nos vienen. Son simples consecuencias…
No lo olvides mi niño.-

Camilo permaneció en silencio. Se frotó los ojos y luego preguntó:
-¿Abuelita, que son las “veredas alergólicas” y a qué sabe el “pan del demonio”?-.
La abuela soltó una carcajada y comenzó a hacerle cosquillas al pequeño. Luego lo abrazó y besó su cabeza. Después lo miró a los ojos y le dijo:
-Algún día, cuando crezcas, tendrás que decidir que quieres y que no quieres creer mi amor-.
El niño, aún con la sonrisa en los labios le contestó:
-Yo ya soy grande, ¿tiene que ser ahora abuelita?-.
-No mijito, por ahora sólo tienes que decidir…
¡DÓNDE TE HAGO COSQUILLAS!-.
Y lo revolcó en la cama picándole las costillas y la barriga.

Ahora, después de tanto tiempo, se encontraba Camilo mirando aquel cenicero del que su abuela le había hablado tantos y tantos años atrás. Se levantó de su sofá y se sentó delante de él.
Recordó aquella vieja historia que su abuela le había contado y movido por una fuerza ajena a su voluntad se levantó de un brinco y salió del estudio.
Al regresar, traía una camisa mal enrollada y la ató tras su nuca a manera de venda para cubrir sus ojos. Entonces posó sus manos en el cenicero de la abuela. Comenzó a recorrer con manos trémulas y dedos ansiosos, hito a hito, las formas del elefante. Lenta y pausadamente. Sintió sus huecos y comisuras. Su textura suave y fría. Sus curvas silenciosas también.
Y entonces sucedió.
Una risa prolongada y espontánea surgió de su interior. Y sonrió para sus adentros y también por fuera.
Aún con los ojos vendados, en un hilo de voz, y como quien se cuida de que nadie lo vea, volteó a un lado y luego al otro. Entonces se acercó al cuenco cóncavo que hacía las veces de cenicero en el elefante y susurró en el más profundo secretismo un par de palabras: Un secreto indecible para el mundo, y que sólo aquel elefante sería capaz de entender y también de guardar.
Después, aún con la sonrisa en los labios, se puso en pié y salió del estudio.

-Abuelita, cuando crezca, quiero ser como tú.
-¡¿Cómo?! ¿Quieres ser una viejita achacosa y arrugada, parlanchina y que cuenta historias locas y seniles?-.
-No abuelita.
Cuando sea grande, quiero aprender a ver el mundo como tú lo ves.


Laynet Miguel Palafox Gelover
México DF
04/ julio/09
“Binomio Fantástico: elefante-cenicero”

6 comentarios:

Sonia dijo...

Laynet Miguel Palafox Gelover:

Tu texto me ha conmovido, Laynet, por un lado porque está escrito con mucho gusto, y por otro por el mensaje de tolerancia que transmites. La historia del elefante en el establo ya la conocía, del maestro Romi, me la explicó un profesor de filosofía cuando yo tenía 18 años y en mi vida todo eran porqués y porqués y porqués.
Me encanta la adaptación que haces de la alegoría, cómo te sirve para explicar que todas las religiones intentan explicar algo que no estamos en condiciones de entender, y creo que es un acierto integrar la historia en la relación tan especial que tienen esa abuela y el nieto. Generas empatía con los personajes, se hacen queridos en seguida.
Por cierto, el final me ha dejado muy intrigada, ¿Cuál es ese secreto que le confiesa al elefante?
En cuanto a la estructura del cuento, hay algunas descripciones de las estancias que se me han hecho un pelín largas, o más que largas, quizás repetidas, pues la estancia de Camilo y la de su abuela son muy parecidas, quizás acortándolas un poco dotarías de mayor fluidez al relato.
Pero así tal cual ya me ha gustado muchísimo. Esperaba leer algo nuevo tuyo y no me has decepcionado! Muchas felicidades.

Palafox Gelover dijo...

Mi querida Sonia,

¿Que pasó con eso de que me andas LatnetMiguelPalafoxGelovereando, eh? Casi me sentí como cuando los agentes aduanales de la embajada gringa te piden la visa y el pasaporte y se te queda viendo como pensando: "este wey viene a quedarse y no de paseo"...jajaja.
Basta con un Miguel o Laynet o Palafox o Gelover.

Antes de seguir mi querida Sonia, quiero agradecerte por haberte tomado el tiempo de leerme.
Es una pena lo que voy a decir pero jamás había escuchado del maesto Romi. Recuerdo haber escuchado esa historia cuando tenía como 7 años en una clase de "catecismo" y me quedé sorprendido. Sorprendido porque no entendí ni un pepino en ese entonces y lo hice mucho tiempo después.jajaja. Y fué con esa historia, o almenos con los rescoldos que había en mi memoria, con los que reconstruí esa historia.
Respecto a las descripciones de los escenarios quise que fuera así para que fuera bien clara la influencia de la abuela en Camilo. La Colxahuqui(la luna) por ejemplo, le recuerda la historia de "papá sol" que mata a "mamá luna" ( el dominio masculino sobre la divinidad femenina). La abuela tiene a La "Buda, madre de todos los Budas" y él tiene a Shakyamuni: el buda histórico.
Es un juego visual con el que trato de enmarcar esa infancia más que marcada por la abuela. "infancia es destino"- dice mi hermana que dijo Freud. jajaja. Y si alguna vez has escuchado la frase "eres el vivo retrato de tu madre, padre, abuelo, abuela...", bueno, ahora sabes de lo que estoy hablando.

De lo demás, pues no puedo sentirme más que halagado por tu comentario.
Gracias.
Recibe un fuerte abrazo y un beso también

P.D.
Felicidades por tus "vomitones"...jajaja. Buenísimo. (ya te dejé mi comentario)

Ah, y cuidado con esas "notas", eh...
jajaja
Besos.

Aula de Escritores dijo...

Preciosa forma de aplicar la historia del maestro Romi a las distintas visiones de la religión. Quizás, como dice Sonia, un punto de brevedad le daría aún más vida.
Enhorabuena.

Lapiz 0 dijo...

me gusta tu forma de escribir sensaciones y sentimientos...
"cuando sintió esos ojos muertos llenos de vida violar su intimidad"
Creo el contenido de la historia es solido, hay partes donde se me dificulta la lectura... creo que es por falta de vertigo.

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho como detallas y el vocabulario que utilizas. Quizas falla el algo por aqui....y algo por allà, te lo digo por que le quita calidad a tu texto, a mi me ha gustado! Grácias!

Anónimo dijo...

Buenas noches, ma dearest n sweetest mexican friend. its the first commentary in ma life i guess cuz im not very fond of blogs n e-communities. im a more face-to-face person u know it. but still...since u were beggin me to write sth to u...this story is the first story u actually told me about. i dunno if its really good or bad cuz of some obvious reasons, probably i would even prefer to throw it to the trash bin if i was a spanish-speakin person, but since im not, im telling u, u can be 100percent sure im in love with it mostly just becuz i appreciate so much u finally let me in n sort of shed some light on ur professional life as a writer. n for that im really grateful)))
about the elephant story...i remember when i was a small cute babygirl ma dad used to read me amazing stories from the bible...i was in love with them...i didnt know why but there just was sth so true n sincere n deep n wise about them that captivated me. this is exactly that kind of a story - very simple n full of common wisdom. n the topic is extremely relevant for me. im now only startin to define myself in religious background n u help me a lot in that. i have to have faith, i cannot live without believin in sth. n what u told me about ur eclectic approach is constantly on ma mind, i have to talk to u about it!!!!
so to make some conclusion, i hope its worth readin
probably one day i will
ill be gettin old with one person...n have a lot of free time...ill be restin by the sea, drinkin some margaritas n then ill finally find time to read about those blind kids that i used to be like....