lunes, 15 de febrero de 2010

La Pena

Se acercó, con la mirada clavada en el horizonte, hasta la orilla del precipicio, aún en pijama y zapatillas. La brisa removía su larga cabellera castaña y le ocultaba su blanco y joven rostro.

La noche estaba a punto de despedirse y un pálido reflejo, se mostraba en el horizonte. El mar era como un vacío, oscuro, que parecía haber engullido la luz y todo aquello por lo que ella se ilusionó una vez.

Ya no tenia lágrima pues los años de pena habían acabado con ellas, aunque no solo con ellas, sino también con las ganas de vivir. Las lágrimas la habían dado consuelo y la habían hecho sentirse viva.

Ahora el vacío la llenaba.

-Hola - escuchó a su espalda.

Se giró y vio a aquel niño de cabello dorado y enormes ojos azules que la observaba con curiosidad.

-Hola – respondió ella, aún confusa por el inesperado visitante. – No debería estar aquí, es peligroso.

-Es peligroso para ti. Yo ya he visto a muchos como tu antes. Algunos estaban decididos, a otros les costó más, pero al final la pena los arrastró.

-¿A que te refieres? – pregunto sorprendida.

-Ya sabes a que me refiero, a lo que has venido a hacer aquí.

-Pequeño, tu puedes imaginar cosas, pero no puedes entenderlas, eres muy pequeño e inocente – dijo ella bajando la mirada al suelo.

La claridad de luz cada vez era mayor y el mar, en su horizonte, empezaba a mostrar algo de color. El sol no tardaría en desperezarse.

-Quizá te parezco joven en apariencia, pero soy casi tan viejo como el tiempo – replicó el niño, que en ningún momento había perdido la luminosidad e inocencia en sus gestos.

-Si sabes a que he venido, - prosiguió ella, aún con la mirando al suelo como si le hablara a las piedras - ¿Por qué sigues aquí? ¿Quieres ver el espectáculo o evitarlo?

-El motivo de mi presencia no es importante porque hace tiempo que tomaste la decisión, yo solo formo parte de ella.

El sol ya mostraba el rostro y seguía decidido a mostrarse entero. La luz ya empujaba a la oscuridad hacia el oeste y a su vez los colores llegaban con la luz. El cielo empezaba a coger un tono azul intenso y el mar ya no era un vacío, sino un espejo de múltiples tonalidades turquesa. La vida parecía llegar con la luz y las gaviotas y Charranes, empezaban a sobrevolar el mar y el peñasco, en busca del desayuno.

Los sonidos se mezclaban, los graznidos de las aves y su chapoteo en el mar, los suaves golpes del mar contra las rocas, el susurro de la brisa al rozar las rocas y plantas del precipicio. Todo aquello ponía la banda sonora perfecta al despertar de un precioso día de primavera.

-Deberías irte – dijo ella girándose bruscamente hacia el precipicio.

El niño no dijo nada, solo se le esbozó una leve sonrisa, como si aprobara el gesto de ella al girarse de nuevo hacia el precipicio.

De repente ella se dio cuenta del espectáculo de amanecer que se estaba dando ante sus ojos y un escalofrío le subió desde la punta de los dedos de los pies a la espalda, como si algo la hubiera enchufado de nuevo al mundo, aquel que en otro tiempo fue capaz de disfrutar.

-Cuanta belleza – susurró con los ojos abiertos como platos.

-Cierto – dijo el niño a su espalda – pero ya no la disfrutaras mas, hace mucho tiempo que olvidaste hacerlo.

-Quizá…quizá podría intentarlo…quizá podría volver a disfrutar de las cosas, volver a vivir – balbuceó ella, mientras las lágrimas empezaban a caer por sus mejillas, como si fuera la primera vez que presenciaba aquello.

-¡No es posible! – dijo el niño – Yo siempre seguiría a tu lado y si no es ahora, pasaría en otro momento. No podrías dejar de pensar en el accidente y como tu marido y tu hija perdieron la vida en él. Siempre te sentirías culpable, lo fueras o no. Yo soy tu pena, tu dolor, tu culpa y mi trabajo es hundirte, empujarte al vacío y acabar conmigo.

El niño se acercó a ella, puso sus delicadas manos en las nalgas de ella y, con un sutil empujón, la precipitó al vacío.


Antoni Esteve


1 comentario:

CONRADO dijo...

Antoni, las descripciones son geniales y la idea de la culpa materializado en niño me parece original y además le dá un toque macabro. Unicamente el final yo lo haría quizás un poco más sutil, no tan conciso, es mi opinión.