- ¿Si…., dígame?
- Hola, buenas noches. ¿Hablo con la Señora Ruiz? ¿La señora Daniela Ruiz?
- Si, soy yo. ¿Quién me llama?
- Discúlpeme por haberla molestado a estas horas, sé que es muy tarde, pero le llamo del Hospital de Santa Isabel.
- ¡¿Qué ha pasado?! ¿Quién es usted? ¿Está bien mi hijo? ¿Le ha pasado algo a mi hijo?.
- Soy María Soria, trabajo como enfermera en el servicio de urgencias de este Hospital y le llamo porque….
- ¡Pero, pero…..! ¡ mi hijo…Carlos….Por Dios! ¿le ha pasado algo?
- No, no…. Tranquilícese, por favor. Su hijo está bien. No le estoy llamando por eso, por favor, escúcheme.
- ¡Gracias a Dios! Si, si… perdóneme, me ha dado un susto de muerte. Continúe, por favor.
- Bueno, lo que ocurre es que hoy mismo hemos recibido de urgencia una mujer que ha sufrido grandes quemaduras en todo su cuerpo tras sufrir un accidente de tráfico a consecuencia de lo cual no nos ha sido posible reconocer su identidad ya que presenta quemaduras del noventa por ciento de su cuerpo.
- ¿quién es? ¿de quién se trata?
- Como le digo, no sabemos quién es ya que no la podemos reconocer porque aunque siga viva tiene sus manos totalmente quemadas, no aporta ninguna documentación y cuando llegó al hospital estaba inconsciente y por el grado de sus lesiones tuvimos que sedarla.
- Pero… y ¿por qué me llaman a mí?
- Porque justo antes de sedarla tuvo unos segundos de lucidez y pronunció su nombre. No sabemos si tiene relación con usted, pero es la única pista que hemos podido seguir.
- ¿Mi nombre?
- Si. Por favor, le agradeceríamos mucho si pudiera acercarse al hospital.
- Si, si, claro. Ahora mismo voy.
“¡Menudo susto me han dado! Menos mal que Alberto está de viaje y no se ha enterado de nada. El por lo menos estará bien dormido a estas horas.
¿Qué hora es? ¡Ah! ¡Si son las tres de la madrugada del domingo de carnaval!.¿Dónde andará Carlos? Todavía no ha llegado de la fiesta…. Espero que esté bien. Bueno, ya me he vestido. Voy a llamar a un taxi para ir al hospital”.
A pesar de que a Daniela le costó mucho conseguir un taxi a esas horas y en una noche de tanto movimiento por las fiestas de carnaval, por fin consiguió llegar al hospital media hora después de la llamada de teléfono que tanto le había alterado. Con todo girando en su mente, el miedo a lo que se iba a encontrar y la confusión que el percance le producía, ni siquiera pudo ver a su hijo, cuando se cruzaron su coche y el taxi de Daniela, que volvía a su casa tras una noche de fiesta universitaria. Carlos sí la vio y al parecerle tan extraño ver a su madre en un taxi a esas horas de la noche, decidió seguirla por si había ocurrido algo grave y pudiera necesitar su ayuda.
En cuanto Daniela se apeó del taxi, entró corriendo por la puerta de urgencias del hospital y preguntó por la enfermera María Soria. Vio a una señora de mediana edad, de rasgos latinos y con andares autoritarios que se le acercaba con paso firme mirándole directamente a los ojos.
- Hola, buenas noches. ¿Es usted la señora Daniela Ruiz? Soy María Soria.
- Si, soy yo. ¿Dónde está la mujer? ¿Qué debo hacer? ¿Por qué no me ha llamado la policía en vez de usted? Supongo que en estas ocasiones se encargará la policía de investigar tales situaciones, ¿no?
- La verdad es que sí, normalmente son ellos. Pero esta noche están tan ocupados que nos han pedido que les ayudemos en la identificación de los pacientes que nos han llegado del accidente.
- ¿“los pacientes”? ¿es que hay más de uno?
- Si. Concretamente hay cuatro. Ha sido un accidente tremendo entre una camioneta, donde iba la mujer que queremos que intente identificar, con un acompañante masculino, y una de las carrozas de la cabalgata de carnaval de esta tarde que iba de camino al pabellón donde se guardan, conducido por dos operarios del ayuntamiento. Desgraciadamente, las otras tres víctimas del accidente han perecido a consecuencia de sus graves quemaduras. Tampoco hemos podido identificar al acompañante ya que su documentación se quemó también.
- ¡Qué horror! Por favor, dígame qué es lo que debo hacer.
- Si, bueno. Por favor, sígame y le llevaré hasta donde se encuentra ingresada la mujer y díganos si la puede reconocer. De todas formas, le advierto de que no va a ser muy agradable y de que no será fácil reconocerla. Si ve que no va a ser capaz de soportarlo o se encuentra mal, por favor dígamelo sin ningún apuro.
Mientras, Carlos llegó a urgencias del hospital muy nervioso ya que no entendía qué podía estar haciendo allí su madre a esas horas, e intentó preguntar por ella, pero había tal movimiento que nadie podía atenderle. A pesar del gentío en urgencias, consiguió localizar a lo lejos a su madre y vio cómo atravesaba una puerta siguiendo a una mujer. Decidió seguirlas.
Daniela sintió una intensa angustia al entrar en una sala llena de gente inconsciente encamada, separados únicamente por cortinas, con tubos entrando y saliendo de sus cuerpos y máquinas que emitían sonidos y luces que todas a la vez aumentaban la ansiedad del ambiente. Había, además, un olor desagradable a enfermedad, desinfectante y medicamentos característico de los hospitales en un grado extremo. María la condujo hasta la cama más alejada de la sala, siempre vigilante de las reacciones de Daniela ya que era consciente de que no era un ambiente agradable y al no conocerla no estaba del todo convencida de que pudiera soportar el panorama.
Cuando María le presentó a la paciente, Daniela se quedó realmente impresionada por el estado en el que ésta se encontraba. Observó que el box donde estaba era diferente a los demás ya que más bien parecía una jaula de cristal herméticamente cerrada a través de la cual sólo podía ver un cuerpo totalmente descubierto y deformado por las grandes ampollas, totalmente hinchado, en una cama extraña, que María le explicó era un colchón de agua, y conectado a los mismos tubos y máquinas que el resto de pacientes.
- Seguramente le será difícil reconocerla y por eso he pensado que sería mejor mostrarle sus únicas pertenencias que hemos podido salvar. Lo que no se le ha quemado son parte de su cuero cabelludo y la planta de los pies. Por eso sabemos que es una mujer rubia. Por favor, écheles un vistazo…
Daniela vio que María le pasaba una bolsa de plástico y al abrirlo sacó un anillo de oro, una pulsera también de oro con colgantes y unas gafas ennegrecidas. Justo en ese momento llegó Carlos y vio la cara desencajada de su madre y lo que ella llevaba en su mano, y enseguida entendió todo… la agarró fuertemente por los hombros para sujetarla mientras ella con verdadera angustia sólo consiguió gemir mientras sujetaba en sus manos las gafas quemadas de su marido Alberto junto a la pulsera de colgantes que ella misma regaló a su hermana menor Marga las Navidades pasadas.
2 comentarios:
Me ha puesto la carne de gallina. Me han gustado especialmente las partes de diálogo, se leen muy bien y te sitúan perfectamente en la historia. Considero que se alterna bien el diálogo con la acción. Lo único que me ha parecido un poco extraño ha sido la narración en presente de los pensamientos de Daniela. La mención de Alberto al inicio y al final del relato lo cierra muy bien.
Me alegro de que te haya gustado. La verdad es que es la primera vez que escribo y se que tengo muchísimo que aprender. De veras que te agradezco tu comentario.
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