viernes, 15 de octubre de 2010

BACH Y LA DUDA

BACH Y LA DUDA (Gregorio Siesos) ejercicio 1

Óscar cerró la partitura de las variaciones Goldberg de Bach y se acercó a mirar por la ventana de su camerino. Faltaban pocos minutos para iniciarse el concierto y no encontraba el sosiego necesario que requiere este momento.
Su mente estaba atenaza por dos pensamientos que lo angustiaban: Su acalorada discusión con Olga, hacia unas semanas, y aquella obra mítica de Bach que suponía el gran reto en su carrera pianística.
A lo largo de la historia esa partitura había marcado a muchos músicos, pero sobre todo le había impresionado un personaje, de una novela de Thomas Bernhard, que por estas variaciones le llevaron al suicidio.
Habían pasado algunos días desde la separación con Olga, su matrimonio había fracasado y ahora tenía miedo de que esta partitura le hiciera fracasar profesionalmente.
Cuando Óscar inició el estudio de esta obra tuvo una revelación algo sorprendente. Empezó a darse cuenta que su vida con Olga tenía una estrecha relación con las Goldberg, donde la secuencia musical y la secuencia de su vida iban paralelas.
Su existencia en pareja había estado marcada por un fluir constante de emociones, sentimientos dispares, siempre juntos, sin interrupciones ni pausas. Nunca encontró una ocasión para la reflexión, no hubo espacios vacíos con ella, ni momentos de soledad para encontrarse consigo mismo.
Lo mismo ocurría con las Goldberg desde su inicio hasta el final esta música no deja un momento de silencio o una pausa donde pueda tomar aliento y dejar descansar por un instante a su mente del flujo incesante de notas. Aquello le producía un gran vértigo y se preguntaba si las 15.832 notas que tiene la partitura y que estaban almacenadas en la memoria de su cerebro, saldrían y se distribuirían de forma ordenada para ambas manos.¿Fracasaría en esta obra como en su matrimonio?
El día que conoció a Olga lo recordaba como un instante de gran calma. Igual que el aria con que se inicia la partitura de Bach. En las treinta variaciones restantes, como en la secuencia de su vida, hay momentos alegres, tristes, trepitantes, convulsos hasta llegar al final donde vuelve a repetirse la majestuosa aria del principio. Pero este aria final todavía no estaba escrita en su vida.
Golpearon la puerta del camerino y escucho una voz de dijo: - Tres minutos-. Al salir pidió que las luces de la sala estuvieran apagadas no quería saber si Olga había venido al concierto.
Entró en el escenario y se dirigió hacia el gran Steinway negro, se sentó pausadamente desatendiendo los aplausos del público y pulso la nota sol con ambas manos. Notó como su alma se derramaba con aquel sonido y al cabo de 65 minutos volvió a tocar la misma nota con que concluye la obra. Había visto su vida con Olga desde el exterior, con esa distancia que posiblemente sólo tengan las personas un instante antes de su muerte. Cuando escuchó la cerrada ovación del público, pensó que esta misma noche la llamaría.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy emotivo
Felicidades
Ferran Villergas

Anónimo dijo...

Es difícil describir estados de ánimo contradictorios y tú lo has conseguido. Me ha gustado.
Mary Aranda

Anónimo dijo...

Me gusta el relato. ¿Cuál es la novela de Bernard?