Nieve Sangrienta
Autor : F. Villergas
Sólo se oyen los jadeos de los esquiadores de fondo y los aullidos cada vez más cercanos de los lobos.
El terror flota en el ambiente.
Lo que comenzó como un plácido día de esquí familiar está a punto de convertirse en una tragedia.
Nos internamos en el bosque al inicio del día. No era el día idóneo, muy nubosos, pero se podía practicar el esquí de travesía.
Unos cuantos kilómetros después, cuando estábamos lejos de todo y de cualquier sitio habitado, una espesa niebla nos abrazó con una fuerza agobiante. No se veía ni a un metro de distancia.
Avanzamos durante horas, totalmente perdidos, muertos de frío y de terror.
Perdidos en medio de las montañas, en plena noche, sin ver nada con una linterna cuya pila se acaba por momentos.
De repente, al oír aullar a los lobos, comprendimos que nuestros peores miedos nos habían hecho nada más que empezar.
Ahora corremos, a la desesperada, jadeando sin aliento, mientras los aullidos cada vez suenan más cerca.
Ya escuchamos el aliento ansioso de los depredadores a nuestras espaldas mientras agotamos nuestros últimos esfuerzos.
Nos atrincheramos con la espalda contra unas rocas. La linterna nos pone al descubierto. Doce pares de ojos, rojos, diabólicos, sostenidos sobre unos colmillos, que destilan maldad y ansias de matar.
Ya se lanzan al ataque.
Un estruendo suena en la noche, y después otro y otro.
Tres demonios yacen muertos sobre la nieve, que se tiñe de rojo sangre.
Los guardias forestales nos salvaron en el último instante.
Los diablos regresan al infierno helado del que salieron… hasta la próxima oportunidad… mientras nos dedican una última mirada teñida de odio rojo…
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