Viernes, casi las nueve de la noche cuando Emma, con los nervios a punto de hacer estallar su cerebro en pedazos, entraba por la puerta de su casa. Al fondo del pasillo Javier, su marido, gritaba con Manel, el mayor de sus dos hijos, mientras el pequeño, Roger, lloraba.
—¡Manel!, con casi trece años deberías entender que tu hermano hay cosas que aún no comprende, ¿no crees?
—¡Estoy harto de ese enano!
—¡No le vuelvas a llamar enano!
—¡Es un imbécil! ¡No hace más que incordiarme!
—¡A tu cuarto ahora mismo!
—Pero…
—¡Manel, he dicho que a tu cuarto!
—¡Me cago en…—refunfuñó Manel por lo bajo.
—¿Qué has dicho?
—¡Nada! —contestó Manel tomando el camino hacia su cuarto y encontrándose de frente con Emma.
—¿Qué pasa? —preguntó Emma en tono conciliador abrazando a Manel.
—¡Eso es! —replicó Javier mientras cogía al pequeño Roger en brazos—¡Tú mímalo! ¡Después de que él no para de joder a su hermano!
—Vete a tu cuarto, ahora vendré —le susurró Emma a Manel. —Buenas noches cariño —prosiguió Emma dirigiéndose a Javier —Ya sabes como son los dos, sabes que Roger no es precisamente un santo…
Durante varios minutos, que a Emma le parecieron días, Javier insistió en que la educación de los niños era algo muy serio y que Manel debía entender que como mayor tenía que tener más paciencia con su hermano, y que…y que…El rumor de las afirmaciones de Javier seguían persiguiéndola mientras ella se dirigía hacia su dormitorio con una sola frase en su cerebro: ¿Cómo ha podido sucederme algo así?
—¿Te pasa algo? ¿Me estás escuchando? —le preguntó Javier con tono de reproche.
—No…no…no pasa nada, he tenido un día terrible en el trabajo y tengo un dolor de cabeza tremendo…Me voy a dar una ducha.
—¡Pues anda que yo! ¡Sólo me faltaban estos dos monstruos esta tarde! —replicó Javier. —Me arreglo y me marcho, ¿recuerdas que hoy tengo la cena del tenis verdad?
—Si…si claro…
Las sensaciones se agolpaban. Por un momento pensó que todo lo que recordaba de la tarde quizás no era más que una mala pasada de su mente. Sentada al borde de la bañera, sentía como su corazón se aceleraba.
Desde que había salido de casa de Carlos, sobre las seis, y durante casi dos horas, había estado en la cafetería del centro comercial reprochándose su acción y preparándose por si Javier notaba “algo”. Se había mirado mil veces en el espejo, eliminando, casi centímetro a centímetro, cualquier rastro que delatara su aventura. Se había maquillado y desmaquillado. Había examinado su ropa con la precisión del más audaz de los detectives. Lo había borrado todo. Todo excepto la imagen de Carlos en su cuello, en sus pechos, en su vientre…Todo excepto aquel nudo que le oprimía la garganta y amenazaba con hacerla estallar en cualquier momento.
Tras una ducha rápida, recogió toda la ropa y la puso a lavar casi con la cautela de quién traslada un cadáver. Después de despedirse de Javier pidió una pizza para cenar con los niños y una vez acostados se estiró en el sofá. De pronto sonó el móvil.
—¡Carlos, por Dios!, ¿ cómo se te ocurre llamarme a estas horas?
—Perdona, pero es que me he marchado de casa poco después que tú y me he olvidado el móvil; ahora he visto que tenía varías llamadas tuyas…
—Si, si, te he llamado porque quería decirte que…bueno que…en realidad esta tarde no ha pasado nada.
—Ah, si…claro, no ha pasado nada —contestó Carlos entristecido y disminuyendo el tono de su voz.
—Quiero que lo entiendas Carlos, no quiero que nos equivoquemos, es mejor así.
—De acuerdo Emma, si es lo quieres…
—Discúlpame Carlos, no estoy en mi mejor época, y esta tarde me he dejado llevar por la sinrazón. Soy una mujer felizmente casada y no sé bien que me ha sucedido, en cualquier caso gracias por entenderme. Por cierto, ha debido ser un tu casa que he perdido un pendiente, no tendría más importancia pero hace apenas una semana que me los regaló mi marido y…
—No he visto nada —contestó Carlos en un tono de voz aún menor que el anterior- pero no te preocupes, si lo encuentro el lunes te lo llevo al despacho.
—Gracias Carlos, buenas noches.
—Buenas noches Emma, un beso.
Después de colgar Carlos se llevó las manos a la cabeza. Durante toda la tarde había estado luchando entre un infernal sentimiento de culpa y una ilusión de quinceañero que ahora, Emma, con dos frases había destrozado literalmente. Nunca debí fijarme en ella —pensó—. ¿Pero acaso somos capaces de controlar el mundo? ¿Sentía ella más de lo que decía y sin embargo lo negaba? ¿Una mujer tan felizmente casada se entrega con la pasión que ella lo había hecho? —su cerebro se enzarzaba en una telaraña de preguntas sin respuesta y además le reprochaba:—“Apenas hace seis meses de la muerte de Olga y tú ya andas con otra”—“¡Olga era la mujer de mi vida pero murió! ¿acaso debo morir yo en vida? —se contestaba en gritos interiores—. Se dejó caer hacia atrás en el sofá, como intentando mitigar las sensaciones. Recordó a Olga, un noviazgo fugaz con trágico final. La conoció en París, el verano pasado. Todo fue muy rápido, se amaron hasta el alma; un alma sola eran; un alma que les duró apenas un año. Ella en París, el aquí, y un amor loco de ida y vuelta. Ilusiones truncadas victoria del tumor. Sueños rotos. Dolor. Macabra la vida. Ni siquiera le dio el tumor la oportunidad de que los padres de Carlos la vieran sonreir. Conocer a alguien el día de su funeral, sin palabras, victoria del tumor. Y ahora Emma. Seis meses después. ¡Sólo seis malditos meses después! Pero en realidad Carlos —se intentó grabar a fuego en el cerebro— “esta tarde no ha pasado nada”. Dos hilos de lágrimas recorrieron sus mejillas, agachó levemente la cabeza, abrió su mano izquierda, clavó fijamente su mirada sobre la blanca perla de aquel pendiente.
4 comentarios:
Me ha gustado mucho esta segunda parte, sigue escribiendo, tengo curiosidad por ver lo que pasa :)
Eso sí, me parece un poco fuerte que Carlos supere tan rápido la muerte de la otra chica... pero hay gente así, no sé cómo sería en mi caso.
También me ha gustado cómo transmites la angustia de Emma por enmascarar su infidelidad, ha quedado muy real, me hacía sentir angustiada incluso a mí :)
Con críticas como tú uno no puede dejar de escribir. Vamos a por el tercer capítulo. Por cierto hoy empiezo con tu novela y te cuento.
Un abrazo
Gracias :) Espero tus comentarios ansiosa ^^ ¡Otro abrazo para ti!
Me gusta mucho el tiempo que te das para describir las situaciones, das tiempo al lector para que entre en escena. El personaje de Enma me parece mucho más verosímil que el de Carlos. ÉL es demasiado mono... si se sintiera tan mal por la chica muerta, no se yo si se liaría con alguien en un plan tan cariñoso... El caso de Enma se entiende, matrimonio atascado...
Pero sólo es una opinión...
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