Es curioso lo que representan los sueños para los seres humanos. Nos pasamos la vida soñando: cuando dormimos, cuando pensamos, cuando caminamos por la calle perdidos en nuestras fantasías, cuando nos ilusionamos. Los sueños lo significan todo, y a veces, llegan a dominar nuestra propia vida. En ocasiones, deseamos algo que es imposible, pero nuestra mente se niega a aceptarlo; por algo es un sueño. Un simple sueño, irrealizable, mágico y maravilloso, precisamente porque resulta tan intangible para nosotros, tan imposible de alcanzar como la luna colgando en el cielo durante las largas noches oscuras.
Una vez tuve un sueño, pequeño y brillante, delicado y prístino como las estrellas cegadoras que refulgen sobre nuestras cabezas. Sí, tuve un sueño, puro, centelleante y maravilloso, que mi corazón guardó como un pequeño tesoro en su interior, protegido por una caja de fino cristal. Y una vez, soñé que ese sueño podía cumplirse. Y ese sueño se cumplió. A veces, cuando lo que más habías deseado durante toda tu vida se cumple, te sientes desorientada, perdida, mareada, como si no supieras bien lo que está ocurriendo. Tienes miedo de perder ese sueño, que parece tan frágil, tan reluciente entre tus manos. Quieres apretarlo muy fuerte para que nunca se escape, pero tienes miedo de romperlo. Sin embargo, si lo dejas demasiado libre, tal vez salga volando como un pájaro y nunca más regrese. Es algo tan difícil de mantener, que a veces, cuando el sueño se cumple, te sorprendes pensando que todo era más sencillo cuando el sueño era simplemente un sueño, algo irrealizable. En nuestra imaginación todo sucede de un modo previsto, pero cuando la magia entra en nuestras vidas, las cosas se vuelven inestables. De golpe, ya nada es seguro ni manejable. Nuestro sueño nos controla a nosotros, y no a la inversa.
En ocasiones, nos sentimos perdidos. No sabemos qué hacer, ni en quién confiar. No sabemos cómo actuar, ni cómo retener ese inseguro sueño que destella como purpurina entre nuestros dedos, voluble y quebradiza. Y entonces, somos como hojas arrancadas salvajemente de los árboles, hojas inseguras y débiles lanzadas al viento sin que puedan escapar al control de éste, sin que sean ya capaces de guiar el curso de su recorrido. Y volamos y giramos en el aire, en una enloquecedora danza controlada por los suspiros crueles del viento. Ya no controlamos nuestros destinos y, en ocasiones, cometemos auténticas locuras. Porque ya no somos dueños de nuestras vidas.
Como hojas en el viento, giramos y bailamos en un círculo de oro y fuego durante el verano, nos deleitamos con los olores de las flores en una primavera eterna. En otoño los colores vino, ocre, dorado y cobre de la naturaleza nos maravillan, y en invierno danzamos en torno al hielo y la escarcha, planeando entre los delicados copos de nieve. Pero no sabemos cuando puede levantarse una temible ventisca que lo destruya todo, incluidos a nosotros.
Somos como hojas en el viento. Simples y frágiles hojas en el viento.
Myriam Oliveras
2 comentarios:
La vida es sueño... Me encanta, es como una preciosa acuarela trasladada a relato. Sin olvidar la profunda reflexión que contiene.
Espero que cuando seas famosa te acuerdes de que yo ya te aventuré una carrera brillante!
Jajaja, famosa dice, qué bueno. ¡Ojalá! Muchas gracias como siempre, Conrado :)
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