lunes, 15 de marzo de 2010

"En clase de música" (Txus Molina)

Úrsula escribe sobre el muro del patio, con una cáscara de pipa en la mano. Sobre el muro hay pintadas siluetas de niños vestidos con batas a rallas, que juegan felices cogidos de la mano. Pero sus trazos no siguen el contorno de las siluetas, más bien perfilan números gigantes para que puedan verlos hasta los de la última fila. Nadie mejor que ella para entender la dificultad de percibir algunas figuras desde la distancia: es el lastre de los miopes.
Interrumpe intermitentemente su tarea, volviéndose hacia atrás para aclarar lo que está escribiendo, por si alguno de los oyentes se ha perdido entre tanta fórmula. Aclara que las mates son más fáciles de lo que parecen.
Desde el extremo opuesto del patio, Cecilia, una de las maestras, observa a Úrsula hablando sola.
Suena un silbato, la cara de Úrsula se torna agria. Hace un estudiado gesto con la nariz para colocarse bien las gafas, cuyos cristales empequeñecen el tamaño de sus ojos.
Lanza la pipa y corre hacia una de las filas.

Úrsula observa, sentada en su pupitre, los lemas que decoran las paredes del aula: “Amaos los unos a los otros como Dios os ha amado”, “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”…
El resto de la clase arma barullo alrededor de las mesas, aprovechando la ausencia del profesor. Unos minutos más tarde, Viçens, entra airado con las manos llenas de papeles que va perdiendo a su paso. Deja los restantes en su mesa, y vuelve a recoger los que se le han caído. Por el camino ordena a los niños que se callen, con la voz un tanto elevada, pero sin mucha autoridad. Los alumnos no se calman hasta la tercera vez que alza la voz. A pesar de que el silencio aún no es absoluto, Viçens, resignado, inicia la clase.
Meritxell, ocupa el asiento contiguo al de Úrsula. Su pupitre es un caos, su bata siempre está mugrienta y agujereada de tanto arrastrarse por el suelo. Es más: huele a cemento. Jamás está quieta. Poco después de sentarse inicia, como acostumbra un ataque de pellizcos dirigidos al brazo de Úrsula, con una sonrisa maliciosa. Úrsula ni se inmuta, su pupitre está impecable.

En el recreo, Úrsula sigue con su lección de matemáticas. Su voz se va distorsionando según a cuál de sus alumnos invisibles está interpretando.
Cecilia se acerca.
- Úrsula, ¿Con quién estás hablando?
Úrsula se sonroja y baja la mirada sin contestar a su pregunta. Cecilia se agacha y apunta con el dedo índice hacia un grupo de niñas sentadas en el suelo jugando a “cromos de picar”.
- ¿Has jugado alguna vez?
Úrsula mueve la cabeza dando una respuesta negativa. Cecilia la anima a probarlo. Úrsula se acerca al grupo de niñas.
- ¿Puedo jugar?- con la mirada baja.
- Creo que con tu corte de pelo te vas a encontrar más a gusto jugando a fútbol -le sugiere una de ellas meneando su larga trenza dorada. Las demás empiezan a reír mientras Úrsula se aleja cabizbaja.

Consuelo, madre de Úrsula, lava los platos, un tanto alterada, susurrando algo incomprensible. Sobre uno de los fogones se fríen unas patatas. Consuelo se detiene, menea la nariz y exclama un “mierda” mientras suelta el plato que estaba fregando. Toma un cucharón y remueve las patatas agarradas en la sartén. Sus brazos están aun cubiertos de jabón, unas gotas del cual han caído sobre las patatas. Úrsula aparece en el umbral de la puerta, cabizbaja. Su madre no le presta mucha atención.
- Mami… -sollozando- Hoy me han dicho que parezco un niño con el pelo tan corto…
Consuelo, demasiado sumida en sus conflictos culinarios le exclama:
- Tú no les hagas ni caso. Tu corte de pelo es de lo más moderno, al estilo “Ángela Channing”, personaje de una de las series que está más de moda. Además –prosigue- es muy práctico: así sólo tienes que ir a la peluquería una vez al año.


Úrsula camina por el patio con la cabeza bien alta. Al fin y al cabo, lleva un peinado de alguien muy famoso. Pasa por delante del muro sobre el que acostumbra a dar la lección, sin detenerse. Se dirige hacia el campo de fútbol. Encuentra a un grupo de niños formando equipos. Pau, uno de ellos, se propone como capitán de uno de los equipos. Gerard se ofrece para ser el cabeza del equipo contrario. Interviene Úrsula.
- ¿Pue… puedo jugar? -con aire tímido.
- ¡No! – exclama Pau.
Raúl, amigo de Pau, se acerca a él.
- Oye, pues no es mala idea, sólo somos nueve, Carlos se ha puesto malo. Si ella juega podremos formar dos equipos.
- Bueno, está bien –suspirando.
Gerard y Pau se juegan a “piedra, papel o tijera” quién elegirá primero. Gana Gerard. Pau arruga la frente: Úrsula tendrá que jugar en su equipo. Van eligiendo alternativamente hasta conformar los dos equipos. Como Pau ya había previsto, Úrsula jugará con ellos. La coloca en la portería.
Se inicia el partido. Úrsula se mantiene atenta al juego. Sacan desde el centro. Uno de los niños del equipo contrario se hace con el balón. Se acerca. Úrsula lo mira intimidada. Lanza a portería. Ella se queda mirando el balón con cara de pánico. Se agacha cubriéndose la cabeza con las manos. El balón entra en la portería. Se arma un barullo entre los niños de su equipo.
- ¡Mira que bien nos ha venido la nueva incorporación! –recrimina Pau a Raúl con tono irónico.
- ¡Tampoco es para ponerse así!, sólo es un juego…
Pau se acerca a Úrsula.
- No sé de qué te sirve tener cuatro ojos…
- ¡Déjala en paz! –le interrumpe Raúl.
- “Uuuhhh” ¿Ahora la vas a defender? ¡Ni que fuera tu novia!
Todos los demás se ríen a carcajadas. Raúl se sonroja, arruga la frente, y le lanza una mirada completamente sumida en ira. Se avalancha sobre él. Todos los demás los animan formando un círculo y gritando: “Pelea, pelea”. Cecilia se percata de la situación y se aproxima. Separa como puede a Raúl y Pau.
- ¡Parad de una vez! ¡Si os volvéis a pelear os quedáis todos sin recreo! –Se calma- Venga seguid jugando…
Raúl se acerca a Úrsula.
- ¡Eh! La próxima vez que veas acercarse el balón no escondas la cara. ¡Cógelo, que no te comerá!
Se reanuda el juego. Uno de los chicos del equipo contrario le quita el balón a Pau. Después de su arrogancia, tampoco es tan bueno, piensa Úrsula. El delantero se acerca a la portería. Úrsula se concentra. Lanza el balón. Ella se queda mirando fijamente su trayectoria. Ésta vez, se mantiene erguida. Observa como se aproxima hacia ella y sin tiempo a reaccionar, éste impacta contra su cara. Sus gafas caen al suelo. Se agacha tocándose la cara con una mano, un poco temblorosa, mientras palpa el suelo en busca de sus gafas con la otra. Avanza, al no encontrar nada, un paso para alante. Se oye un “creck”.

Úrsula entra en la cocina, con las gafas partidas sobre sus manos. Su madre, está batiendo unos huevos un tanto ensimismada.
- Pero… ¿Qué ha pasado?
- Pues… jugando a fútbol, me han dado un pelotazo… y… me las he pisado, mientras las buscaba.
Consuelo, deja los cacharros y lanza un fuerte suspiro. Baja la mirada, dirigiéndola hacia su hija.
- Hija… ¿cómo has podido pisarlas tu misma?
Mientras se seca las manos se queja de lo mal que van de dinero. Toma las gafas descompuestas.
- ¡Ven! vamos a hacer un apaño para que puedas aguantar con las viejas hasta final de mes.

Úrsula se detiene en el umbral de la puerta del aula. Sus gafas están unidas por un trozo de esparadrapo. Entra con un aire temeroso. Viçens todavía no ha llegado. Nadie ocupa su pupitre. Al verla entrar, un alud de carcajadas se extiende por el aula. Úrsula ocupa su asiento y ordena los libros del interior del pupitre. Llega Viçens. Pide silencio, pero como de costumbre, no lo consigue. Tras el tercer grito, los alumnos van ocupando sus asientos. Meritxell se sienta. Empieza, como acostumbra, a pellizcar a Úrsula con malicia. Úrsula no muestra ningún tipo de resistencia, sigue mirando al frente, presionando los labios con ira. Meritxell deja de pellizcar al no provocar en ella ninguna reacción. Pasa a entretenerse hurgando en su caótico pupitre. Úrsula relaja la expresión de su cara, sin llegar a mirar qué está haciendo su compañera. Gira la cabeza y se queda absorta mirando por la ventana. Sueña a menudo que Bastián, el perro volador de la Historia Interminable, aparece por la ventana para rescatarla y dar su merecido a los demás. Meritxell le toca el brazo con la punta del dedo índice para llamar su atención. Úrsula se gira. Su mirada se nubla progresivamente tras las friegas que le da Merixtell, con una barra de pegamento, sobre el cristal de sus gafas. Un estallido de risas inunda de nuevo el aula. Viçens intenta controlar la clase, con ciertos apuros. Úrsula suspira mientras piensa que es una lástima que los perros no vuelen. Se levanta, y se dirige hacia el baño para limpiarse las gafas.

Úrsula entra en la cocina. Consuelo está a punto de darle la vuelta a la tortilla de patata.
- Hija, pásame la tapa de la sartén.
- Mamá… tienes que cambiarme de colegio –mientras le pasa la tapa- ¡ya no aguanto más! Hoy en clase una niña me ha puesto pegamento sobre las gafas reparadas. Todos se reían sin parar…
Consuelo le da la vuelta a la sartén. Cuando la levanta, sólo una porción de tortilla ha quedado sobre la tapa.
- “Me cago en la mar” -en voz baja.
Deja la sartén y la tapa sobre el mármol.
- Lo que tienes que hacer es: ¡darle un buen guantazo a esa niña!
Úrsula mira a su madre con ira: seguro que cualquier otro padre la cambiaría de escuela.

Úrsula está sentada en su pupitre. Viçens reparte algunos instrumentos para que los alumnos los puedan ver. Meritxell empieza a pellizcarla como acostumbra a hacer en las clases de música. Úrsula arruga su frente. Viçens vuelve a su mesa. Explica el funcionamiento de cada instrumento, pero no se le llega a entender por el barullo que forman los alumnos. Algunos empiezan a tocar los instrumentos sin ton ni son. Meritxell pellizca más intensamente a Úrsula, excitada por el ruido, mientras le cuchichea que lo hace porque es fea. Úrsula presiona los labios con ira, sin dejar de mirar al frente. El barullo cada vez es más estridente, una mezcla de flautas desafinadas y “tamtames” golpeados bruscamente. Meritxell se levanta para coger algo del corcho. Vuelve a su sitio. Úrsula nota un pinchazo de aguja en el brazo. Se gira inmediatamente mirando a Meritxell, con los ojos sumidos en ira. Levanta su mano derecha y la golpea con todas sus fuerzas en la mejilla.
Meritxell empieza a llorar desconsoladamente, pero nadie la atiende. Todos están extasiados, sumidos en una especie de trance. Viçens se percata y se queda mirando fijamente a Úrsula, que baja la mirada esperando represalias. Viçens golpea la pizarra. Los alumnos no se calman. Se aproxima aceleradamente hacia uno de ellos: Pau, el que arma más barullo. Le retira la flauta. Pau le exclama que es un “maricón”. Viçens alza la flauta con brusquedad como si fuera a golpearle. Lo mira un instante y baja la mano. Se hace un silencio irrumpido por los sollozos de Meritxell.

Úrsula, en el patio, conduce un autocar invisible. Explica a sus alumnos imaginarios que hoy es un día muy soleado, un día perfecto para salir de excursión. Suena el silbato.
Entra al aula y toma su asiento. Meritxell se sienta a su lado. Le da los buenos días de una manera incomprensiblemente dulce. Le explica que pronto será su cumpleaños y que está invitada a su fiesta. Úrsula la mira sorprendida.
Se hace un silencio interrumpido por unos pasos firmes. Es Eulalia, la nueva profesora de música.

6 comentarios:

Myriam dijo...

Genial =D Ésta es la parte que más me ha gustado :)

Txus Molina dijo...

Muchas gracias guapa!
La verdad es que los tenía encerrados en un cajón y me apetecía que alguien los leyera...

A ver si me aplicio un poco como tu y Conrado, por que la verdad que se agradece...

Myriam dijo...

Bueno, ya ves, la gente no suele pasarse mucho por aquí, o por lo menos, no suben nada :(

Por cierto, ¿cuántos años tienes? ^^

CONRADO dijo...

Bueno Txus, vaya ritmazo que tiene el relato, rápido, rápido, la cuestión es que al final ya tienes ganas de que le dé un guantazo a alguien. Durante el partido de fútbol he pensado que quizás los niños no hablan con tanta madurez, piénsalo. Lo mejor es que si empiezas a leer quieres ver como acaba.

Hasta pronto

Txus Molina dijo...

Ixxx!!! Voy haciendo sonidos guturales aqui en la oficina jejej
Gracias Conrado, lo revisaré!!
También tengo que mejorar un poco la narrativa, pero todo es currar...
Tengo 28 años aunque parezco más niña jiji

Myriam dijo...

Yo también estoy en una oficina T_T

Yo tengo 23 (casi 24), espero aparentar menos yo también, sino me deprimo... xD

Tú sí que es cierto que no aparentas 28 ^^