(Dedicado a Irène, Judi, Sonia, Juanmi, Joan e Ignasi)
Clarisse estaba contenta aquella tarde, iba a poder volver a hacer la colada. Se acababa de preparar otro gin tonic con mentiras para quitarse esa manía de masticar chicle. Ya se había olvidado de la última vez que metió, por equivocación, un paquete de tabaco en el lavadora. Casi le da un ataque al corazón. Sí, ese corazón que un día se comería un perro.
Días después del accidente, frente al espejo del peluquero, su marido, un soplador de vidrio, pensaba: “me dejé una vida”. No sólo por haber perdido a su mujer, sino también por haber matado al pez que no nadaba. Se había convertido en un asesino por disgusto, que observaba el azul de sus venas, iluminado por una partícula de luz que se colaba, cada atardecer, por la puerta entreabierta de un aula de escritores.
Mariano Salvadó (Curso escritura creativa)
5 comentarios:
Mariano,
este relato es un condensado genial del estilo de todos los participantes. de verdad, muy bueno, muy bien trabajado y muy divertido....felicidades!
¿haremos otro ?
irène
Muy bien traído y enlazado, chaval.
Joan
Buen homeaje a los desvelos de todos.
Ya te dije que me encantó, Mariano. Es una fusión preciosa de todos nosotros.
Enhorabuena.
Mariano, me ha encantado! Has mezclado un poquito de todos nosotros, y te ha quedado genial.
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