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Eran justo las ocho menos cuarto de la mañana, cuando Sara se despertó y después de haberse bañado y vestido bajo a desayunar al comedor junto a toda la familia.
Finalmente ya a eso de las ocho en punto de la mañana, la joven Sarmiento acompañada de sus padres llegaban a las instalaciones de Hispanovisión, dispuesta a trabajar y a demostrarle a su madre que no era una buena para nada como ella podía llegar a creer.
Naturalmente nada mas entrar en la empresa y mientras se dirigían hacia los ascensores, todo el mundo que estaba por allí los vio y al ver a Sara no lo dudo un momento a la hora de dirigirse a saludar a la hija de sus patrones, de una manera totalmente cariñosa aunque muy respetuosa eso sí, y es que a pesar de la posición de Sara esta era una joven que pronto se hacia querer por cualquiera que la conociera, y además estaba la ventaja de que ella no era una de esas chicas de sociedad que miraba a los demás por encima del hombro, sino que era muy sencilla y accesible.
No obstante después de algunos minutos de haber permanecido en la antesala de la empresa saludando a algunas personas como por ejemplo; el portero, las recepcionistas y algún que otro ejecutivo que se encontraron a su paso, finalmente la bella chica en compañía de sus padres se dirigieron hacia los ascensores dispuestos a subir a la planta mas alta, lugar donde estaba situadas gran parte de los despachos de los directivos.
Y precisamente prácticamente justo al salir del ascensor y cuando se dirigían hacia el que iba a ser a partir de ahora el despacho en cual iba a trabajar Sara, entonces ésta y sus padres de repente se toparon con un tipo mas bien bajito, como de un metro sesenta de estatura como máximo, regordete, de cabello y ojos negros, vestido con una camiseta de color blanco muy ajustada a su orondo cuerpo y pantalones blancos de lino. Éste respondía al nombre de Gilberto Guerra.
-¡No lo puedo creer!, ¡Sara, Sara Sarmiento!
-¡Beto, mi amor!- exclamó la muchacha extendiendo los brazos preparada para abrazar a su amiga, que además era uno de los profesionales que conformaban la plantilla de guionistas de la empresa, aunque no uno cualquiera, sino la estrella de Hispanovisión, dado que en los últimos años los índices de audiencia les habían demostrado que las telenovelas escritas por él, eran las mas vistas.
-¡Baby, pero que sorpresa, ¿qué sorpresa es esta Dios mío?!
- Hola mi Beto. ¿Qué paso mi vida?.- expresó la joven Sarmiento muy contenta de ver a su empleado, y además amigo, mientras extendía los brazos para recibir su caluroso abrazo y dos besos en su rostro.
-¡Oye pero mira nada mas, estas preciosa niña, verdaderamente sensacional!
- Ay gracias, mi Beto.- respondió Sara muy agradecida y esbozando una muy amplia sonrisa mientras se daba la vuelta como con el objeto de que su amigo la observara detenidamente bien.- Oye pero déjame decirte que tu también estas bien bello, eh.
Ay gracias, baby. Se te agradece, eh.- argumentó el guionista imitando a su joven amiga y desfilando ante ella de igual modo.
- Bueno, pero...Cuéntame, ¿qué tal todo por acá?, ya sabes a lo que me refiero, ¿no?- señaló Sara en un tono de lo mas pícaro. Y es que la chica podía tranquilamente hablar con el sobre hombres, dado que en ese aspecto Beto tenia los mismos gustos que su amiga, debido a su homosexualidad, la cual no solamente no tenía porque ocultar por supuesto, sino que además se sentía bien orgulloso de ella.
-¡Uy!, la verdad es que bastante bueno, eh. Deja que te cuente.
-Que chevere. Bueno pero esto mi amor, hay que hablarlo detenidamente, ¿sí? Mejor, ¿qué te parece si nos vemos mas tarde, tomamos un cafecito en mi despacho y ya de
paso me cuentas todos los chismes que haya atrasados?, ¿te dices?- le sugirió la joven Sarmiento a su amigo y empleado.
- Claro que si preciosa, como tu quieras. Será mejor que por ahora te dejo solita para que acabes de adaptarte nuevamente a la rutina diaria. Te prometo que más tarde me paso por tu oficina, y conversamos.
- Ok mi Beto, allá te espero, eh.
- No te preocupes mi belleza, que en cuanto me desocupe te prometo que te visito en tu despacho y nos ponemos al tanto de todos los chismes buenos que te tengo que contar.- aseguró Gilberto muy emocionado de volver a ver a su amiga.
De esa manera entonces una vez la hija de Doña Fabiola y su empleado se hubieron terminado de despedir después de haber dado sendos besos cariñosos, pues la joven continuo el corto recorrido que les quedaba hacia el despacho que sus padres habían decidido asignarle, el cual por supuesto estaría perfectamente situado y cerca del que correspondía a su madre, como presidenta.
Por cierto precisamente antes de entrar en él, en la antesala a su despacho ya estaba aguardándola desde hacia un rato su amiga Belén, la cual iba a trabajar codo a codo con Sara como su asistente personal y naturalmente al encontrarse las dos chicas se saludaron muy calurosamente, pese a estar bajo la reprobable mirada de Doña Fabiola, la cual continuaba sin mostrarse para nada de acuerdo con la idea que su hija había tenido de emplear a una de sus amigas.
-¡Belencita!
- Sara, llegaron.- expresó la bella peruana al ver a su amiga.
- Si, disculpa si llevas demasiado tiempo esperando. Lo que pasa es que bueno... Tu sabes, todo mundo me paraba para saludarme.
- Si claro, es normal.
- Pero bueno ya estoy acá, y dispuesta a darle bien duro al trabajo. Y espero que tu también, eh.- advirtió la joven Sarmiento en tono de broma hacia su amiga.
Como cabía esperar y haciendo alarde de una gran responsabilidad por su parte, a parte de que no quería quedarle mal no solamente a su amiga sino tampoco la familia de esta a la que apreciaba enormemente, señaló.
- Por supuesto que si Sara, les juro que no se van a arrepentir de haberme dado este trabajo y esta oportunidad, de veras.
- Yo estoy seguro de que así va a ser.- respondió Don Lorenzo demostrando una gran confianza en la amiga de su hija.
- Se lo agradezco mucho, Don Lorenzo.
- No hay de que, estamos seguros de que no nos hemos equivocado con tu contratación. Además, ¿quién mejor que tu, que eres una de las mejores amigas de Sara, para trabajar junto a ella codo con codo?
- Bueno, la verdad es que yo les agradezco mucho la confianza que han depositado en mi. La verdad es que verdaderamente necesitaba mucho este trabajo. Y lo único que les puedo decir, es que prometo no defraudarlos.
- Francamente, eso esperamos.- espetó de repente en un tono sumamente seco, Doña Fabiola.- Aquí se viene a trabajar, y no a andar de chismes con las amigas.
- Por supuesto señora, a eso vine.- aseguro Belén cabizbaja y en un gesto como de humillación. .
aseguro Belén cabizbaja y en un gesto como de humillación. .
A pesar de que hubiera podido decir algo, en ese momento Sara prefirió guardar silencio pues no pretendía inmiscuirse en una discusión con su madre delante de su amiga. Pero ella no estaba dispuesta a permitir que ésta, la humillase.
-Mamaá. Por favor...
-No te preocupes Sara.- intervino Belen.- Tú mamá, tiene razón.
-¿Qué tiene?- inquirió la madre de Sara.- Es bueno aclarar conceptos antes de empezar. Para que no haya equiocos...
Definitivamente la chica no podía con su madre. Siempre se las arreglaba para acabar diciendo la última palabra.
Afortunadamente tras esa pequeña conversación, la mujer salió del despacho de su hija. Al quedarse otra vez a solas, Sara se vio en la obligación de pedirle perdón a Belen.
-Perdon amiga. Yo no...
-Tranquila Sara. Pierde cuidado.- señaló esta con una dulce sonrisa.
En otro punto no lejos de allí, José Simón salia entonces de su despacho acompañado de Gabriel, pues pretendia dar una vuelta por las instalaciones. Aunque sobre todo lo que quería era ir a ver a alguna que otra conquista que se había dejado poco antes de irse de viaje.
En esas estaban, cuando por el camino se encontraron con su padre quién lo instó a una reunión dentro de un rato
-Bueno, deja que vaya a saludar a algunas personas y ahorita te caigo por allá. ¿Ok?
En un primer momento el hombre estuvo a punto de negarse. No obstante, después lo pensó mejor y decidió claudicar momentaneamente. Necesitaba que su hijo estuviera en su puesto, pero lo conocia y sabía que no valdría de nada enfrentare a él el primer día.
-Esta bien. Ve y saluda a quién tengas que saludar. ¡Pero no tardes, ¿entendido?!
- Sí papá, tranquilo.
-¡Diez minutos!, ¿oíste?- reitero severamente Don Gonzalo.
De esa manera pues los dos jóvenes se dirigieron hacia uno de los pisos mas altos, lugar donde se encontraban los diferentes platós de grabación para que sobre todo y ante todo las actrices lo saludaran.
Una vez los dos jóvenes hubieron entrado en uno donde se estaba grabando una de las varias novelas que había en proyecto durante todo ese año, a excepción del plantel de actores y actrices que se encontraban actuando en ese preciso momento, el resto del personal no tardo demasiado tiempo en darse cuenta de la presencia no solamente de Gabriel, sino sobre todo de José Simón y como es lógico no lo dudaron un solo segundo a la hora de dejar por un momento sus respectivos quehaceres y revolucionar absolutamente todo el plató para recibir como se merecía al hijo de Don Gonzalo.
Como era de esperar el joven se alegro y se emociono mucho al recibir la bienvenida de sus amigos, ya que a pesar de ser en realidad empleados, gracias a la generosidad de José Simón y a su carácter altruista éste no era el típico hijo de jefe que lo miraba a uno por encima del hombro, sino que tenia a todos y cada uno de ellos como uno mas de la gran familia que eran MundoLatin.
Sin embargo cabe diferenciar él echo de que a pesar de que para todos los que allí estaban el joven Bolívar era algo mas que un jefe, lo cierto es que en lo que respecta al plantel de actrices esto se cumplía en toda regla, debido al echo de que la mayoría de ellas habían formado parte de su larga lista de conquistas. Y precisamente una de las primeras chicas que se lanzó a saludarlo, y por cierto de una manera bastante directa ya que no lo dudo un momento a la hora de avanzar hacia él y rodearlo seductoramente con sus brazos alrededor
del cuello mientras le daba un excitante beso cerca de la comisura de los labios, fue Gemma Torres, una bella joven de nacionalidad peruana, unos veintiséis años, de alrededor de un metro sesenta de estatura, de tez blanca, ojos de un verde muy profundo, cabello castaño oscuro y naturalmente un cuerpo escandalosamente sensual.
-¡José Simón!, mi amor, que rico tenerte de nuevo entre nosotros. Ya... Te echábamos de menos, eh.- aseguro la joven usando un tono de voz muy sugerente y particular al hablar, que iba naturalmente dirigido directamente hacia él.
-¡Gemma, preciosa!, oye pero lo mismo digo, eh.- aseguro categóricamente el joven Bolívar dirigiendo una exhaustiva mirada a la exuberante actriz deteniéndose en su sensual anatomía.- Por lo que veo, sigues igual de rica que siempre.
-¡Ay gracias, muñecote!, ¿sabes?, por acá se te extraño bastante.
- Yo también las extrañe mucho a ustedes.
-¿Ah, sí?, ¿a... Todas por igual?- se intereso la sexy peruana subrayando bien la frase.
Naturalmente él advirtiendo su tono de voz y dándose cuenta de lo que ella quería decir con esas palabras, pues le contestó mientras le ofrecía una sonrisa de lo más atrayente.
- Bueno, a todas, todas, no. A... Alguna mas que otra, en especial.
Y después de haberle dicho esto a la actriz, la atrajo hacia sí y comenzó darle unos cálidos besos por el cuello y la cara, hasta llegar a sus labios. Y por supuesto esto José Simón no tuvo problema en hacerlo a prácticamente la vista de todo el mundo, dado que a fin de cuentas Gema no era la primera chica con la que había tenido alguna aventura, a pesar de que la diferencia estuviera en que esta se puede decir que era algo mas concreto, sin que llegaran nunca a tener nada serio, ni muchísimo menos oficial, naturalmente.
-¿Almorzamos juntos, mi amor?- pregunto Gemma.- Tenemos que celebrar tu regreso, eh. Anda, no seas malito dime que si anda, dime que si vamos a almorzar juntos.
A pesar de que le hubiera gustado en ese momento satisfacer los deseos de la exuberante actriz, lamentablemente el joven Bolívar tuvo que rechazar la propuesta debido al echo de que tenia que ponerse a trabajar de inmediato.
Me encantaría muñeca, de veras que me encantaría almorzar en tu compañía. Pero... Me cae que no va a poder ser, al menos de momento. Tu sabes princesa, estoy recién llegado y todavía tengo que ponerme al tanto de todo.
-¡Ay bueno!, pero no por eso vas a dejar de almorzar, ¿o sí? Entonces, ¿qué mas da que saques un poquito de tu tiempo para que estemos juntos, sí?
Manteniéndose firme en su decisión y dando a demostrar que no le gustaban las ataduras, José Simón se mostró inflexible.
- No, en serio Gemma. Mira te juro que en cualquier otro momento, que para cuando me haya desocupado ahí si te prometo que salimos un día a cenar, a almorzar... A lo que tu quieras. Además te prometo que la pasaremos bien rico.- argumento el chico sonriendo pícaramente y acercando sus labios a los de la actriz.
De esa manera entonces a ella no le quedó mas remedio que aguantarse las ganas por el momento y dejar que su presa se le escapara de entre las manos.
- Esta bien mi amor, pero acuérdate de lo que me estas prometiendo, eh. Para que después no me vengas con que se te olvido, ¿ok?
- Tranquila princesa, que lo tendré muy presente.- sentencio el joven Bolívar muy seguro de sus palabras. Aunque entonces a continuación y dispuesto a despedirse de su conquista, al tiempo que volvía a besarla suavemente le dijo.- Bueno ahora si ya me tengo que ir, solamente quise pasar un momento para saludarlos a todos. Aunque ahora ya me tengo que ir, debo ponerme de una vez al frente y todavía me falta saber donde me ubicó mi papá.
- Conociéndolo, de seguro que lo hizo en el mejor despacho. A fin de cuentas eres su hijito adorado, ¿no?
- Claro que si.- expresó él esbozando un gesto como de orgullo.- En fin preciosa, te veo mas tarde. Chao, me alegro mucho verte y comprobar que sigues tan rica como siempre, eh.
Finalmente entonces después de eso ya si José Simón volvió a despedirse de todo el mundo, al tiempo que el director encargado de la telenovela que en esos momentos estaba grabando Gemma los llamaba a todos para volver al trabajo. Aunque entonces mientras el hijo de Don Gonzalo y su amigo se alejaban bajo la atenta mirada de la sensual peruana, una de sus mejores amigas también una actriz de origen colombiano venia a interrumpirla.
- Ahora si debes de estar bien contenta, ¿no amiga?
-¡Ay ni te imaginas Lizzet!, la verdad ya tenia bastante ganas de que José Simón volviera a aparecer.
- No me cabe la menor duda. Tu siempre has estado interesada en él, en conquistarlo.
- No te equivocas amiga. José Simón Bolívar me interesa, me interesa mucho.
- Ay bueno sí Gemma, pero para ser sinceras lo cierto es que a ti no te interesa tanto él porque lo ames. A ti lo que te interesa realmente de ese tipo es lo que representa, su fortuna, ¿o no?
Al escuchar a su amiga y verse realmente descubierta, lo cierto es que la ambiciosa peruana naturalmente por el hecho de estar con su mejor amiga no tuvo el mayor reparo en esbozar una amplia a la par que malévola sonrisa.
- Oye, ¿cómo me conoces amiga? Te juro Lizzet, te juro que ahora que José Simón a regresado no voy a permitir por nada del mundo que se me vuelva a escapar, ¿me oíste?..¡Por nada del mundo!, y estoy dispuesta a hacer lo que sea para atraparlo. Yo no
nací para quedarme con esto, amiga.- indico Gemma señalando lo que tenían alrededor.
Yo no nací para quedarme en una simple actriz de segunda categoría. Yo lo quiero, ¡TODO!
- Bueno Gemma, pero eso ya lo tienes. Digo, con el amiguito que te echaste, ¿tu sabes?
Al escuchar hablar de esa manera a su inseparable amiga, a decir verdad en un primer momento la chica tuvo una reacción para con esta un tanto violenta ya que no quería que nadie la escuchara decir eso, debido a lo que asió fuertemente a su amiga por los brazos.
-¡Oye, ¿qué te pasa estúpida?!, ¿te volviste loca?, acuérdate que nadie puede saber eso. Absolutamente nadie aquí puede saber lo que hay entre nosotros, ¿me oíste? Ya te lo he repetido muchísimas veces.
-¡Bueno esta bien, no te enojes conmigo Gemma por favor!. Suéltame me estas haciendo daño.
Viendo que su reacción tal vez había sido algo desmedida entonces decidió liberar a su amiga de sus brazos, y más calmada le repitió.
- Nadie aquí puede saber eso, Lizzet. Si eso pasa, el negocito se me va al piso y francamente no estoy dispuesta a que eso pase. Yo ya me acostumbre a un buen estilo de vida, y por nada del mundo voy a renunciar a él. Si no que por el contrario, aspiro a
escalar mucho mas alto. Te repito que yo lo ansió absolutamente TODO, no vine a este país para conformarme con migajas.
- Desde luego hay que ver que tú si eres bien ambiciosa, ¿no amiga?
ahora que José Simón esta de regreso no pienso permitir que nada, ni nadie arruine los planes que tengo con él.
No obstante como si pretendiera minarle sus ilusiones, de pronto entonces Lizzet cual pepito grillo le sugirió a su amiga.
- Oye Gemma, no es que yo quiera fastidiarte, ¿no? Pero... Ahora que lo pienso bien, ¿no se te a ocurrido pensar que tal vez en todo este tiempo que ha pasado, José Simón puede tener ya su dueña? Tu sabes a lo que me refiero, ¿quién te dice que ya José Simón no encontró a alguien?
A pesar de que quiso negarse a esa posibilidad, en el fondo y aunque fuese tan solo por unos momentos la sensual peruana se detuvo a pensarlo por unos segundo, reconoció que su amiga tenia toda la razón y que esa posibilidad era mas que posible a pesar de conocer bien al joven y saber que este era un mujeriego empedernido, en un primer momento le costaba imaginar que una mujer hubiera podido cazarlo seriamente. Sin embargo después de un momento pensándolo, ésta decidió que no iba a amargarse la fiesta pensando en esa posibilidad ahora que éste había vuelto y fríamente aseveró.
- No sé, no sé si eso pueda ser cierto Lizzet. Aunque en cualquier caso, vuelvo y te repito que esta vez José Simón no se me va a escapar. Estoy mas que dispuesta a lograr que ese hombre sea para mí, y no voy a consentir que nadie se cruce en mi camino. Y bueno si por cualquier motivo eso sucede, no voy a dudarlo un segundo en hacer lo que sea, para apartar de mi camino a todo aquel que represente un obstáculo para lograr lo que quiero con ese hombre. Te puedo jurar amiga, que sea como sea, y tenga que hacer lo que tenga que hacer, pienso lograr conquistar a José Simón. Ya lo veras, mas tarde que temprano, tendré a ese papito comiendo de mi mano. ¡Eso puedes jurarlo! Y si por cualquier mala jugada del destino ya hay en estos momentos cualquier otra mujer en la vida de ese hombre, pues que pena mamita pero que se vaya preparando porque la que le viene si es dura.
Al escuchar hablar a sí a su amiga, lo cierto es que a pesar de que en algunas ocasiones Lizzet sentía temor por esta, por otro lado lo que sentía era una gran admiración por ella, sentía que tenia mucho que aprender de ella. Con lo cual después d escucharla lo único que pudo hacer fue reír junto a ella de una manera maléfica y como compadeciéndose de la supuesta mujer que estuviera con José Simón si es que esta ya existía.
Una vez José Simón hubo llegado a la planta donde estaban ubicados los despachos de los ejecutivos de MundoLatin, antes de dirigirse al que iba a ser el de éste el joven acompañado de su inseparable amigo se dirigieron ante Don Gonzalo para que el patriarca de la familia le diera algunas instrucciones a su hijo. Como cabía esperar el hombre al hablarle a su hijo no dejo de mostrarse tan inflexible y duro con él, como siempre.
No obstante entonces después de casi media hora soportando una charla por parte de su padre sobre lo que se esperaba de él de ahora en adelante, sobre lo que representaba estar al mando de un puesto tan sumamente importante como el que iba a adquirir de ahora en adelante en ese lugar y sobre todo escuchar el reiterativo discurso de su padre a propósito de que debía aprender a afrontar responsabilidades desde ese momento, ya que a fin de cuentas todo eso seria algún día suyo y de sus hijos, pues finalmente entonces el joven Bolívar acompañado de Gabriel estos siguieron a Don Gonzalo que los condujo hasta un amplio y cómodo despacho con todas las comodidades, inclusive un confortable sofá y una mesa supletoria para que las visitas se sintieran mas a gusto. Por supuesto al observar todo aquello el chico no pudo evitar dejar escapar una sonrisa, ya que todo aquello le parecía muy bueno, y estaba seguro de que a pesar de todas las responsabilidades que le iba a tocar afrontar a partir de ese momento, pues se iba a sentir bastante a gusto.
No obstante y para ser honesto, no solamente fue eso lo que satisfizo a José Simón, sino lo que más le gusto a éste fue comprobar como era la joven que su padre le había asignado como secretaria. Una escultural joven de unos veinticinco años, de estatura alta, cuerpo de modelo y de apariencia muy sexy. Su padre al presentársela le dijo que se llamaba Gina, era de origen venezolano.
Obviamente el chico la saludó cortésmente y le aseguro que a pesar de que a partir de ahora iba a ser su jefe, tampoco quería que lo viera como tal y bromeó con la idea de que el no era tan serio como su padre, a lo que la joven esbozo una tímida sonrisa.
Pero entonces finalmente después de eso y tras algunos minutos, tanto Don Gonzalo, como Gabriel se despidieron de José Simón para dejarlo que se terminara de instalar en sus dependencias y comenzara con su trabajo de una vez.
Y precisamente una vez estos se hubieron ido fue lo que éste se dispuso a hacer, ya que estaba deseoso de demostrarle a su padre que también podía llegar a ser una persona responsable y dejar de ser el chico alocado y parrandero de siempre.
A pesar de que muy pronto el joven Bolívar se enfrasco en todo el trabajo que tenia por delante, a decir verdad en un determinado momento de la tarde y mientras se encontraba revisando unos contratos que debía aprobar su concentración sin saber muy bien se vio de repente asaltada por el recuerdo de Sara. Definitivamente y muy en contra de sí mismo esa mujer le había robado la tranquilidad, de repente se descubrió pensando en ella, en su voz, en su rostro, en cu cuerpo...
-¿Pero que me esta pasando?, ¿qué me esta pasando con esa mujer, porque no soy capaz de dejar de pensar en ella?, ¿qué es esto que estoy sintiendo? Yo jamás había experimentado nada igual, ¿por qué?
En ese preciso momento en otro lado de la ciudad y cuando se encontraba igualmente ocupada en su trabajo preparando la presentación de una de las ultimas telenovelas que pretendían que se convirtiera en un gran éxito internacional, Sara que en ese momento estaba haciendo un breve receso ya que se encontraba un poco agotada, tuvo tiempo para en ese intervalo sin ser realmente consciente y de modo completamente inesperado comprobar como a su mente acudía la imagen de José Simón, del rato que habían pasado en el yate de éste, de su conversación, de sus ojos... Y lo extraño es que se percato de que lo recordaba con un gran agrado, sin entender demasiado bien la razón de ese echo.
-Por qué tengo tantas ganas, tantos de deseos de volver a encontrarte José Simón?, hasta ahora nunca ningún hombre me había gustado de esta manera. Yo nunca había sentido esto que estoy sintiendo, ¿pero... Que es?, ¿qué es esto que siento cuando lo recuerdo?, ¿será... Será que esto es... Amor?. ¡No, no eso... Eso es imposible, a penas lo conozco!, ¿cómo va a ser eso?
Con lo cual después de tratar de auto convencerse de que lo que sentía por José Simón, no podía ser amor, ya que apenas lo conocía. Entonces la bella joven Sarmiento se obligó a sí misma a regresar a su tarea.
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