jueves, 16 de octubre de 2014


METAMORFOSIS


Enrique Maciel

 

Nunca pensé que el evitar pisar una insignificante cucaracha me traería tantos problemas. Debo reconocer que al principio todo iba sobre ruedas. Era algo diferente tener una cucaracha de mascota y una compañía inseparable. Un día decidí  llevarla a mi trabajo. Allí todo empezó a cambiar. Como éramos “amigos” colaboraba conmigo en forma desinteresada. Hacía el papeleo que no me gustaba hacer y me consolaba cuando estaba agobiado. Por comodidad dejé que cada vez abarcara más y más. Cada día que pasaba notaba que su fisonomía era más humana y no tenía problemas en expresar sus opiniones sobre fútbol, economía o relaciones amorosas. Incluso mis compañeros decían que era más alegre, guapo y eficiente que yo. Así fue que escalando de a poco, Gregorio se convirtió en mi jefe y yo me convertí en una insignificante cucaracha que busca empleo.

 

 

 

No hay comentarios: