METAMORFOSIS
Enrique Maciel
Nunca pensé que el evitar pisar una insignificante
cucaracha me traería tantos problemas. Debo reconocer que al principio todo iba
sobre ruedas. Era algo diferente tener una cucaracha de mascota y una compañía
inseparable. Un día decidí llevarla a mi
trabajo. Allí todo empezó a cambiar. Como éramos “amigos” colaboraba conmigo en
forma desinteresada. Hacía el papeleo que no me gustaba hacer y me consolaba
cuando estaba agobiado. Por comodidad dejé que cada vez abarcara más y más.
Cada día que pasaba notaba que su fisonomía era más humana y no tenía problemas
en expresar sus opiniones sobre fútbol, economía o relaciones amorosas. Incluso
mis compañeros decían que era más alegre, guapo y eficiente que yo. Así fue que
escalando de a poco, Gregorio se convirtió en mi jefe y yo me convertí en una
insignificante cucaracha que busca empleo.
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