domingo, 8 de febrero de 2009

Mala hierba

Dicen que mala hierba nunca muere. Vana esperanza, chico, ya tienes la soga al cuello. No alimentes ilusiones, tus días se han acabado, dicen esas miradas fijas en tu mirada. Por un buen puñado de dólares, te dieron caza cuando bajaste la guardia. No les gusta que cabalgues libre y forjes tu leyenda pueblo tras pueblo. ¿Cuántos días pensabas que te quedaban? ¿Cuántas balas de libertad en tu cargador? ¿Cuántas millas de soledad en tus alforjas? No pierdas el tiempo, chico. Tus amores de noches furtivas no vendrán a salvarte. Han tenido trabajo extra esta noche y ahora ni se atreven a mirarte, ocultas tras las cortinas de sus alcobas. El alcohol barato y mal destilado ha evaporado tu nombre y tu rostro de la memoria de quienes te cobijaron. Olvídate, chico. No hay luz ni taquígrafos que dejen constancia de tu pasado. No jugarán los niños a ser tú, porque otros juegos ocupan ya su imaginación. Tu leyenda se extinguirá tan rápido como lo que se tarda en segar un campo. No sueñes en la gloria, porque esta soga te va a despertar. "Hijo, ¿quieres decir tus últimas palabras?", te ofrecerá un alma caritativa. El verdugo apretará el nudo alrededor de tu cuello. Y tú dirás: "Sí, padre, sólo decir que mala hierba nunca muere. Y que están robando el banco". "Al ladrón, al ladrón", gritará alguien desde la puerta de la sucursal bancaria. Y saldremos todos corriendo tras el ladrón. Te liberarás de la soga, abandonarás el cadalso por tu propio pie y volverás a cabalgar dejando tu semilla de libertad, ahí por donde pases.

Ignasi Raventós

1 comentario:

milagros dijo...

Un buen fragmento de un spaghetti western,de hombres duros, muy a lo Clint Eastwood.
Me lo estoy imaginando y consigo verle, con la soga al cuello.